"Yo soy Jehová tu sanador" Éxodo 15:26

La Palabra de Dios nos da buenas razones para cuidar de nuestra salud

Saber que el cuerpo es el templo de Dios, y que somos responsables de nuestra salud. Sentir que Dios está interesado en nuestra salud y quiere que vivamos saludablemente. Hacer de la temperancia la medida de todas las cosas.  

Pregunta: ¿Cuáles son algunas de las razones que la Biblia nos presenta que cuidemos nuestra salud?

Lucidez en la adoración Romanos 12:1; 1 Corintios 6:19-20. Nuestro cuerpo le pertenece al Espíritu Santo. I Corintios 3:16-17 La salud fisica equivale a la salud del alma. 3 Juan 1:2.

En Cristo tenemos novedad de vida En Cristo tenemos novedad de vida. Explique como este concepto se aplica a todas las areas de la vida. ¿Con cuanta seriedad seguimos estos principios? ¿Los conoces bien?

Las victorias de Cristo nos pertenecen (1 Tesanolicenses 4:14-17). “No se nos recordará demasiado que la salud no depende del azar. Es resultado de la obediencia a la ley” Ministerio de Curación, pág. 90. “El aire puro, el sol, la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimenticio conveniente, el agua y la confianza en el poder divino son los verdaderos remedios” Ministerio de Curación, pág. 89.

Pregunta: ¿Qué importancia tuvo el ministerio de sanidad de Jesús Pregunta: ¿Qué importancia tuvo el ministerio de sanidad de Jesús? Lucas 4:16-17. En primer lugar, él era el Salvador, y la sanidad física era evidencias de su autoridad

Pregunta: ¿Cuanto el pedido a Jesus por sanidad, se transforma em presunción ? “Si descuidamos de hacer aquello que está al alcance de casi cada familia, y pedimos a Dios que alivie el dolor cuando somos demasiado indolentes para emplear esos remedios dentro de lo posible, estaremos manifestando nada más que presunción”. Mensajes Selectos tomo 2 pág 341.

Preguntas: ¿Cómo llegamos a ser exagerados e intemperantes aun con las cosas buenas? ¿Qué cambios necesitamos hacer? ¿Qué principios da la Biblia que tienen un impacto positivo en nuestro bienestar físico?

Consumir todo lo que sea bueno para el cuerpo y no simplemente lo que sea más agradable a nuestro paladar. Filipenses 4:4-9; 1 Corintios 9:25. .

Nuestro sueño es infinitamente mayor. La palabra griega utilizada en muchos de los textos que hablan del dominio propio o la temperancia proviene de una palabra generalmente utilizada en el contexto del entrenamiento atlético “Sueñas con vencer en los juegos olímpicos. Pero pesa las condiciones y las consecuencias. Debes vivir bajo reglas, someterte a la dieta, abstenerse de carnes, ejercitar tu cuerpo en horas programadas, en el calor o en el frío ” Epicteto Nuestro sueño es infinitamente mayor.

Las actitudes y los pensamientos positivos contribuyen a mantener una buena salud. ¿Cómo la buena salud puede también tener un impacto positivo en nuestras relaciones?

Jesús dijo que la característica mas visible de sus seguidores es que tendrían amor el uno por el otro. (Juan 13:35) Por lo tanto, debemos “Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo”. Efesios 4:15.

Siembra un pensamiento y cosecharás una acción. Siembra una acción, y cosecharás un hábito. Siembra un hábito, y cosecharás un carácter. Siembra un carácter, y cosecharás relaciones sanas.

En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. 1 Corintios 10:31 El valor, la esperanza, la fe, la simpatía y el amor fomentan la salud y alargan la vida. Un espíritu satisfecho y alegre es como salud para el cuerpo y fuerza para el alma. "El corazón alegre es una buena medicina" (Proverbios 17: 22, V. M.). Elena White, Consejos sobre la salud, p. 341.

¿Cuáles de los principios presentados en la lección de hoy usted no está viviendo pero sabe que necesita vivir? En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas. Filipenses 3:20-21.