El canto alegre de unos pajarillos, fue la señal que aceleró mi pecho, porque cambiaba el ritmo de la música, a un estilo más lento.
Entonces te busqué desesperado, porque cambiaba el ritmo de la música, porque cambiaba el ritmo de la música, Entonces te busqué desesperado,
del salón por todos los recovecos, y cuando mis ojos por fin te hallaron,
tembló todo mi cuerpo.
Estabas tan radiante, tan hermosa,
resplandecían tus rubios cabellos…
¿Quién dice que los ángeles no existen,
si aquello no era un sueño?
Tu amiga te advirtió de mi llegada, y os volvisteis las dos a un tiempo.
-¿Bailas?-te pregunté en un torpe arranque, nervioso hasta mi acento.
Y fue entonces, mujer, la apoteosis,
de todo un amor escondido dentro, entonces fue cuando saboreamos,
el placer más intenso.
Tus manos de aún niña, sobre mis hombros,
eran como sedas que cubre el sueño,
y eran las mías sobre tus caderas,
alas de algún velero.
Sobre el cálido escenario se oían,
los mágicos “sonidos del silencio”,
y por eso quisieron nuestros labios,
callar nuestro secreto.
Desde entonces yo soy un vagabundo, tú el ave salvaje que rasga el viento,
pero ambos escuchamos en la noche,
este sordo lamento…
Rima CLXX El Ruiseñor Azul
. Te quiero.