21 Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B 26 agosto 2018 21 Domingo del Tiempo Ordinario Música gregoriana
En primer término, ruinas de Siquem Js 24,1-2a, 15-17, 18b Josué reunió a todas las tribus de Israel en Siquén y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, jueces y oficiales. Todos se presentaron ante Dios. Josué dijo a todo el pueblo: –Así dice el Señor, Dios de Israel: Vuestros antepasados, Teraj, padre de Abrahán y de Najor, vivían antiguamente en Mesopotamia y servían a otros dioses. Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir, si a los dioses a quienes sirvieron vuestros antepasados en Mesopotamia, o a los dioses de los amorreos, cuya tierra ocupáis. Yo y los míos serviremos al Señor. El pueblo respondió: –Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. El Señor es nuestro Dios; él fue quien nos sacó de la esclavitud de Egipto a nosotros y a nuestros padres. Él ha hecho ante nuestros ojos grandes prodigios, y nos ha protegido durante el largo camino que hemos recorrido y en todas las naciones que hemos atravesado. Él ha expulsado delante de nosotros a todos los pueblos y a los amorreos, que viven en el país. Así que también nosotros serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios. En primer término, ruinas de Siquem
Salmo 33 Gustad y ved qué bueno es el Señor. Bendigo al Señor continuamente, su alabanza está siempre en mi boca. Mi alma se gloría en el Señor, que los humildes lo oigan y se alegren.
Gustad y ved qué bueno es el Señor. Los ojos del Señor están vueltos hacia los justos, sus oídos, hacia sus gritos de auxilio. El Señor elimina el mal del mundo.
Gustad y ved qué bueno es el Señor. Cuando uno grita, el Señor lo escucha, y lo libra de todas sus angustias. El Señor está cerca de los que sufren y salva a los que están abatidos.
Gustad y ved qué bueno es el Señor. Muchas son las desdichas del justo, pero de todas lo libra el Señor; cuida de todos sus huesos, ni uno solo se le romperá.
Gustad y ved qué bueno es el Señor. El Señor redime a sus fieles. Felices quienes se acogen a él.
Ef 5,21-32 Amaos mutuamente como Cristo nos ama.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna, Jn 6, 63b.68b
Jn 6,60-69 Muchos de sus discípulos, al oír a Jesús, dijeron: –Esta doctrina es inadmisible, ¿Quién puede aceptarla? Jesús, sabiendo que sus discípulos criticaban su enseñanza, les preguntó: –¿Os resulta difícil aceptar esto? ¿Qué ocurriría si vieseis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Pero algunos de vosotros no creen. Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar. Y añadió: –Por eso os dije que nadie puede aceptarme, si el Padre no se lo concede. Desde entonces, muchos de sus discípulos se retiraron y ya no iban con él. Jesús preguntó a los doce: –¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le respondió: -Señor, ¿a quién iríamos? Tus palabras dan vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios. Lago. En la otra orilla, Betsaida.