Cuando Jesús “llama” a Leví-Mateo y le dice: “Sígueme”. Mateo se levanta, lo deja todo y sigue a Jesús.
Este pecador deja su vida anterior y sigue a Jesús. Y para celebrar su conversión, ofrece un gran banquete.
Esa conversión y ese renunciar a todo, le produce alegría. Por eso Mateo festeja su conversión con una fiesta. Y el Señor, asiste a esa fiesta, comparte y aprueba esa alegría de Mateo.
Dios no quiere el “esfuerzo” y el “sacrificio” por sí mismos. Dios quiere el sacrificio para el gozo y la alegría.
a dejarlo todo, pero con alegría –como lo hizo Mateo-. La cuaresma es tiempo de conversión, y esa conversión, lleva a renunciar, a dejarlo todo, pero con alegría –como lo hizo Mateo-.
de despojarnos de todo lo que nos separa de Él; para seguirlo Por eso hoy vamos a renovar nuestro propósito de “convertirnos a Dios”, de despojarnos de todo lo que nos separa de Él; para seguirlo y encontrar la “felicidad” que sólo Él puede dar.
Debemos olvidar un poco nuestros asuntos - demasiado humanos-, para considerar los asuntos de Dios.
Debemos poner suavidad y bondad en todas nuestras relaciones... estar atentos a los deseos de los demás para hacerlos más felices. Entonces encontraremos... la verdadera alegría.
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