Domingo séptimo de Pascua 5 de Junio 2011 La Ascensión del Señor

Celebramos la glorificación de Jesús Dios viene del cielo, se hace hombre, muere en la cruz para salvarnos. Pero resucitando vuelve al cielo. Esto es la Ascensión

Jesús para ir al cielo no necesita hechos externos o visuales, porque su cuerpo ya no está en esta esfera material y visible.

Jesús, desde que resucitó, ya estaba en el cielo.

Pero los apóstoles sí necesitaban algo sensible para dar impulso a su espíritu.

En la 1ª lectura de la misa, en los tres ciclos, se lee la descripción del suceso, narrado por el evangelista san Lucas, en el libro de “los Hechos de los Apóstoles”. Algunos dicen que podría tratarse de una parábola para darnos grandes enseñanzas.

Acomodándose Jesús a la manera de ser de los apóstoles, durante 40 días antes de “subir” al cielo, se les presentaba para recordarles algunas enseñanzas que les había dado en su vida. Especialmente las más necesarias para su próximo apostolado.

Lo principal en esta descripción es la “subida” de Jesús al cielo, como una marcha triunfal, epílogo de toda su vida.

San Lucas, que es el más literato de los evangelistas, termina el evangelio y comienza la continuación, que son “Los Hechos de los Apóstoles”, con la exaltación del protagonista, que es Jesús. Así solían hacer los escritores profanos al narrar la vida de algún héroe.

Un caso especial en la Biblia es el del profeta Elías. Después de haber sido grande en obras y palabras fue “arrebatado al cielo en un carro de fuego”. Su discípulo Eliseo fue testigo recogiendo el manto de Elías.

Hoy Jesús se marchó al cielo, a la gloria de su Padre.

Él se fue, se marchó. En el monte nos dijo adiós. Automático

Él se fue, se marchó, se fue. El Padre con Él lo llevó.

Al Padre de nuevo volvió. Se marchó Jesús. Al Padre de nuevo volvió. Hacer CLICK

Y los apóstoles y nosotros ¿Qué?

Dice san Lucas que los apóstoles se quedaron mirando al cielo…

Entonces aparecieron dos ángeles que les dijeron: ¿Qué hacéis mirando al cielo? Es como si dijera: Hay que mirar a la tierra, es hora de trabajar.

Algunos, por estas palabras, han dejado de mirar lo suficiente al cielo para fijarse demasiado en la tierra. Esta fiesta de la Ascensión es propia para que miremos más hacia “arriba”, hacia el cielo.

Esta es una fiesta de esperanza Debemos mirar hacia el cielo, porque Dios es Ascensión continua, aunque nunca se aleja de nosotros. La Ascensión es la consecuencia final de la vida de Jesús. Y lo primero que debemos hacer es contribuir con nuestra vida a la glorificación de Jesús.

Debemos mirar hacia arriba, pues Dios es meta ascendente y trascendente. Y nos llama siempre a la superación continua y sin límites. Dios es vida en creciente, que nos llena de aspiraciones cada vez más grandes.

Dios es ascensión, superación, animación continuada Dios es ascensión, superación, animación continuada. Dios es energía, amor que se renueva siempre…

Si Dios bajó, es para que nosotros subamos Si Dios bajó, es para que nosotros subamos. Por eso debemos mirar hacia arriba.

Una de las palabras hermosas que Jesús frecuentemente pronuncia en el evangelio es: “Levántate”, “Arriba”. Así al paralítico postrado, a la mujer encorvada, a la mujer que llora sus pecados, a Pedro que fluctúa en el lago…

Y también a la niña muerta, al leproso, a todo el que esté hundido en la marginación. Todos debemos levantarnos, porque Dios ha venido a darnos la mano.

Jesús había venido a encender un fuego que sube hasta lo más alto, a llenar la tierra de surtidores de agua que saltan hasta la vida eterna.

La Ascensión es un día de esperanza, porque, si Jesús que es la Cabeza, subió y está en el cielo, nosotros, que somos sus miembros, esperamos seguirle. Así lo pedimos hoy en la Santa Misa.

Todo lo bueno, dulce, amable y feliz está en el cielo. Y cuando pensamos en el cielo, además de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, pensamos en la Santísima Virgen y los santos. Todo lo bueno, dulce, amable y feliz está en el cielo.

Hay que mirar hacia arriba, pero pisando en la tierra, como decían los ángeles.

Por eso, aunque pensemos en el cielo, debemos mejorar la tierra para el bien de los hermanos, que es decir: toda la humanidad.

Y siempre recordando lo que Jesús dijo a sus apóstoles antes de la Ascensión. Lo cuenta san Mateo en el evangelio de este día. Mt 28, 16-20 Y dice así:

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: “Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Palabra del Señor.

- Jesús les pide y manda que vayan por todo el mundo a predicar el evangelio. - Les trasmite el poder que ha recibido de su Padre. - Les da la promesa de que nunca les abandonará.

Jesús subió al cielo; pero no nos abandona

Jesús está presente por medio del Espíritu Santo Jesús está presente por medio del Espíritu Santo. Los apóstoles debían esperar en oración al día de Pentecostés. El Espíritu Santo nos ayuda para que seamos testigos: con las palabras y con la vida.

Jesús está presente, sobre todo, en la Eucaristía. Hasta la consumación de los siglos

Así pues, la ausen-cia de Jesús está superada por la presencia Así pues, la ausen-cia de Jesús está superada por la presencia. Hay una ausencia corporal, pero no real.. Nada puede separar al verdadero amor. Jesús, que es el supremo amor, puede vencer las distancias y la muerte.

Pidamos al Padre de la gloria que sintamos a Jesús glorioso en nuestras vidas. Como nos dice hoy san Pablo en la 2ª lectura: Ef 1, 17-23

Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesu-cristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resuci-tándolo de entre los muertos y sentándolo a la derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Jesús nos espera en el cielo

Por eso caminemos en esta vida, sin volver la vista atrás, puesta nuestra mirada en el cielo que nos espera.

Caminando, caminando, sin volver la vista atrás, Automático

en el alma la alegría y en los labios un cantar.

Caminaremos por la vida con Dios en nuestro caminar,

con Dios en nuestro caminar Caminaremos por la vida con Dios en nuestro caminar

Que María nos eche una mano para caminar más seguros para estar con ella felices en el cielo. AMÉN