El árbol y el alto cielo Por Juan Martín P.

Un 31 de octubre, hace 500 años, se inició en Alemania un gran movimiento de reforma que sacudió a la Cristiandad<. Martín Lutero, su promotor, ha recibido desde entonces tanto elogios como críticas. Sin entrar en eso, es justo recordar que él, un monje agustino, gran lector de la Biblia, tenía una profunda devoción a la Navidad, como Francisco de Asís. Así como el Santo tuvo la dulce ocurrencia del pesebre viviente, Martin tuvo la del árbol iluminado.

Hoy, el Árbol de Navidad es un ícono de la festividad, pero también a lo largo del tiempo y el espacio ha cambiado sus modelos. Debemos recuperar el sentido auténtico y navideño del árbol

Se cuenta que un 24 de diciembre, a la noche, Martín Lutero volvía a su convento pasando por un bosque. La noche era serena y el cielo estaba cuajado de estrellas. Mirando a través de un abeto, Martín se sorprendió por el efecto luminoso: las estrellas parecían posarse, como lucecitas, en las ramas de los árboles. Esa visión le recordó la estrella de Belén y pensó que podía reproducirla dentro del convento, para que sirviera de meditación navideña. Al llegar al convento pidió que se cortase un árbol, colocándolo en el centro de la sala de reunión y en las ramas se prendieron pequeñas velas. .

La buena nueva os vengo a dar Esa noche Martín y sus compañeros tuvieron una Navidad distinta. Del alto cielo bajo yo, La buena nueva os vengo a dar

Jesús el Cristo es y Señor, Luego, el mismo Martín añadió adornos al árbol, conforme a una antigua costumbre alemana: frutas como las manzanas, que luego se transformaron en las bolitas multicolores. Jesús el Cristo es y Señor, de toda pena os librará.

También piñas, cintas y flores completaban los primeros adornos de estos árboles que desde allí se lanzaron a conquistar el espíritu navideño del mundo.

Desde entonces los modelos de árbol navideño se han multiplicado, pero manteniendo la idea de un pino o abeto, una estrella y luces

Si el orbe fuera aún mayor, Y de oro puro y de zafir, Estrecho fuera, si a tu honor De cuna hubiera de servir.

“¡Qué fieles son, qué fieles son tus hojas, oh abeto!” El pino y el abeto son árboles de hojas perennes, las mantienen en invierno, representando la permanencia y la gracia. Por eso dice un villancico tradicional alemán   “¡Qué fieles son, qué fieles son tus hojas, oh abeto!” Porque tanto en el calor estival como en el viento invernal, se mantienen firmes

Os ha nacido un niño hoy de humilde virgen en Belén; y el niño tierno que os nació, ser debe vuestro gozo y bien.

La estrella en la punta del árbol es, como lo imaginó Martín, el signo del nacimiento, ya que –según nos cuenta la Biblia– una estrella guiaba a los magos que querían conocer a Jesús

Id, pues, os doy esta señal: En un pesebre de Belén encontraréis en vil pañal a Aquel que al mundo da sostén.

Y también en el cielo estrellado los ángeles se le aparecieron a los pastores

Vayamos de ellos, pues, en pos, con los pastores a adorar; Miremos este don de Dios, que a su Unigénito nos da.

El Árbol de Navidad conversa con el alto cielo sobre Jesús