Encontraréis al Niño acostado en un pesebre Lectio divina Natividad del Señor Ciclo B. 25 Diciembre 2017 Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: Noche de Paz Elaboración: Manuel López/Eloísa Díaz-Jara Montaje: Eloísa Díaz-Jara Avance Manual
Oración inicial Señor, te esperábamos más grande, y vienes en la debilidad de un niño. Te esperábamos a otra hora, y vienes en el silencio de la noche. Te esperábamos poderoso como un rey, y vienes hombre frágil como nosotros. Te esperábamos de otra manera, y vienes así de sencillo. Casi no hay quien te reconozca al verte así, tan humano. Nos habíamos hecho una idea de ti, y vienes, Señor, rompiendo todo lo previsto.
TEXTO BÍBLICO Lc. 2-1-14 Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.
En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: «No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».
lectura ¿Qué dice el Texto?
La Navidad es la fiesta del compromiso de Dios con nosotros contra nuestras tinieblas. No debemos ceder a la simple ternura. Debemos subir a la contemplación… ver lo que sucede de verdad, aunque los ojos no se enteren de casi nada. Dios está aquí, aunque los ojos no se enteran.
Dios está con nosotros, aunque nos parece que estamos tirados Dios está con nosotros, aunque nos parece que estamos tirados. Los ojos no ven a Emmanuel ni a Dios Libertador. Navidad es para ver con los otros ojos, los del Espíritu, abiertos por Jesús.
Ha aparecido la gracia de Dios, para que la vida sea diferente, porque la vida es diferente. Los evangelios empiezan verdaderamente cuando Jesús empieza a proclamar: "Convertíos, que ya está aquí el Reino de Dios". A la luz de esas palabras tenemos que mirar al Niño. "Convertíos", tenéis que daros la vuelta, cambiar de rumbo, ir a otro sitio, volver la cara a Dios.
Y oír, escuchar, atender LA NOTICIA: "El reino de Dios está aquí" Y oír, escuchar, atender LA NOTICIA: "El reino de Dios está aquí". Este mundo no es la noche de la injusticia, de la desgracia, de la muerte, de la ausencia de Dios. El Niño revela que este mundo puede ser "EL REINO".
La nochebuena está llena de símbolos, y debemos vivirla así La nochebuena está llena de símbolos, y debemos vivirla así. Es de noche, sólo unos pastores vigilan los rebaños. Belén está llena de algazara de posadas a rebosar. En una cuadra aparte una pareja pobre está en apuros.
Pero la noche se ilumina con la Gloria y la palabra del Señor Pero la noche se ilumina con la Gloria y la palabra del Señor. La recibe la gente sencilla y son capaces de interpretar bien una señal que no es señal de nada: un niño como todos envuelto, como todos, en pañales, y colocado, peor que todos, en un pesebre.
…, el signo de la Navidad es la luz en la noche, contemplada por los más sencillos… Esta es la noche de creer en los valores enterrados en el corazón de toda la gente, que es donde descubrimos, con sorpresa y con gozo, que verdaderamente el Reino de Dios sí que está en el corazón de todos los hombres.
…La noche sigue siendo noche, sigue habiendo dolor y vejez y desgracia, nos siguen apeteciendo mil cosas que nos degradan; vivimos en la noche. Pero en la noche hay luz para ver las cosas verdaderas.
Esa luz es Jesús.
¿Qué me dice el Señor en el Texto? meditación ¿Qué me dice el Señor en el Texto?
«Un ángel del Señor se les presentó [a los pastores]: la gloria del Señor los envolvió de claridad». De este modo, la liturgia de la santa noche de Navidad nos presenta el nacimiento del Salvador como luz que irrumpe y disipa la más densa oscuridad. La presencia del Señor en medio de su pueblo libera del peso de la derrota y de la tristeza de la esclavitud, e instaura el gozo y la alegría.
Abriendo nuestro corazón, tenemos también nosotros la posibilidad de contemplar el milagro de ese niño-sol que, viniendo de lo alto, ilumina el horizonte.
El origen de las tinieblas que envuelven al mundo se pierde en la noche de los tiempos. Dios esperaba… ha seguido esperando con paciencia frente a la corrupción de los hombres y de los pueblos. La paciencia de Dios. Qué difícil es entender esto: la paciencia de Dios con nosotros.
La profecía de Isaías anuncia la aparición de una gran luz que disipa la oscuridad. Esa luz nació en Belén y fue recibida por las manos tiernas de María, por el cariño de José, por el asombro de los pastores.
«Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». La «señal» es precisamente la humildad de Dios llevada hasta el extremo; es el amor con el que, aquella noche, asumió nuestra fragilidad, nuestros sufrimientos, nuestras angustias, nuestros anhelos y nuestras limitaciones.
El mensaje que todos esperaban, que buscaban en lo más profundo de su alma, no era otro que la ternura de Dios: Dios que nos mira con ojos llenos de afecto, que acepta nuestra miseria, Dios enamorado de nuestra pequeñez.
¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto? oración ¿Qué respondo al Señor que me habla en el Texto?
Danos fe, Señor, para creer en ti, y reconocerte así, como vienes. Fortalece nuestra esperanza para confiar en ti, en la sencillez en la que vienes.
Enséñanos a amar como amas tú, que siendo fuerte te hiciste débil para ser nuestra fortaleza en todo momento.
A quien busca y no encuentra, ven Señor Jesús. A quien sufre en silencio, ven Señor Jesús. A quien te espera, ven Señor Jesús. A quien no te espera, ven Señor Jesús. A nuestras familias, Ven Señor Jesús.
A nuestra ciudad, ven Señor Jesús. A quien sueña en un mundo en paz, ven Señor Jesús. A quien lucha por algo noble, ven Señor Jesús. A quien está equivocado, ven Señor Jesús. A los pesebres de nuestro mundo, ven Señor Jesús. A…., ¡¡ ven Señor Jesús !!
¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto? contemplación ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice Dios en el Texto?
El Niño Jesús apenas nacido y acostado en un pesebre, nos invita a reflexionar. ¿Cómo acogemos la ternura de Dios? ¿Me dejo alcanzar por él, me dejo abrazar por él, o le impido que se acerque?
«Pero si yo busco al Señor» – podríamos responder – «Pero si yo busco al Señor» – podríamos responder –. Sin embargo, lo más importante no es buscarlo, sino dejar que sea él quien me busque, quien me encuentre y me acaricie con cariño. Ésta es la pregunta que el Niño nos hace con su sola presencia: ¿permito a Dios que me quiera?
¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy ¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy! Paciencia de Dios, cercanía de Dios, ternura de Dios. ¿Tenemos el coraje de acoger con ternura las situaciones difíciles y los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones impersonales, quizás eficaces pero sin el calor del Evangelio?
Cuando nos damos cuenta de que Dios está enamorado de nuestra pequeñez, que él mismo se hace pequeño para propiciar el encuentro con nosotros, no podemos no abrirle nuestro corazón y suplicarle: «Señor, ayúdame a ser como tú, dame la gracia de la ternura en las circunstancias más duras de la vida, concédeme la gracia de la cercanía en las necesidades de los demás, de la humildad en cualquier conflicto».
«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande». La vio la gente sencilla, dispuesta a acoger el don de Dios. En cambio, no la vieron los arrogantes, los soberbios, los que establecen las leyes según sus propios criterios personales, los que adoptan actitudes de cerrazón.
«María, muéstranos a Jesús». Miremos al misterio y recemos, pidiendo a la Virgen Madre:
acción ¿A qué me comprometo?
Nos cuesta ver a Dios en lo pequeño, en lo encarnado, pero así quiere visibilizarse y llegar a cada uno de nosotros. Tan humano que cuesta creerlo y entenderlo. Contémplalo. Déjate amar por este Niño. Acógelo en tu interior. Déjalo nacer en ti.
Este día de Navidad ayuda y no te olvides, especialmente, de los que están solos y no tienen con quien y como celebrar la Navidad.
¡Dios me ama! A partir de esta breve frase ora y a habla con Él.
Pide al Señor que la luz, irradiada sobre el mundo por el Niño de Belén, esté siempre en tu corazón, en tu familia, en tu comunidad o grupo, en la sociedad, el mundo…
Muestra la alegría de la Navidad y la compártela con los demás y comunícales el amor de Dios.
Te invito a entonar como los ángeles una acción de gracias y alabanza a Dios, por este gran día recitando: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad». FIN