Las maravillosas criaturas Por: Sara Álvarez Geraldine Londoño
Esos majestuosos seres que tienen el privilegio de ver el mundo desde arriba, no con tecnología, no con ayuda; desde ahí nos observan y ¿cómo no? si evidentemente son superiores; esos que llamamos comúnmente aves,
tuvieron su origen en tiempos muy remotos, cuando el planeta no se parecía en nada a como lo vemos hoy.
Cuenta la historia narrada en el tan nombrado pergamino del oro, encontrado a su vez al lado del nido de una singular cigüeña, la de los huevos de oro;
que una vez la diosa de la poesía, La musa Géminis, se encontraba sobre el follaje de un alto de un árbol luego de haber discutido con su hermano,
el dios del teatro; allí estaba tratando de ordenar las hojas de su primer libro de poesía que habían sido lanzadas al aire en un ataque de cólera de Baco.
Se sentó melancólica, al saberse incapaz de encontrar la última hoja faltante, cuando llegó su hermano, con cierto aire de arrepentimiento y se disculpó con ella, pues ciertamente él había sido el causante de la riña.
En cuanto ambos hermanos se abrazaron, un ruido extraño se hizo oír, provenía de debajo del sombrero de la musa, al levantarlo pudieron observar el magnífico y bello dibujo de un nuevo ser para ellos, uno con un pecho pomposo y extrañas partes, alargadas y ordenadas, que cubrían todo su pequeño cuerpecito; luego las llamarían plumas.
En cuanto Baco tomó la hoja entre sus manos, giró la mirada hacia Géminis y ésta, con su perfecta sonrisa, causó algo inesperado: La hoja se mostró como en verdad era, y voló a lo alto del árbol.