El detective Sherlock Holmes se encontraba, junto a su ayudante Watson, en Londres, cuando le tocó resolver un caso: el de los tres estudiantes.
Una tarde recibieron la visita de Hilton Soames, un profesor del Colegio Universitario de San Lucas.
Su visita era porque alguien había entrado a su despacho, donde se encontraban los exámenes de las becas, de tres estudiantes.
Alguien había tratado de copiarlos. Los nombres de los alumnos eran: Gilchrist, Daulat Ras y Miles Mc Laren.
Holmes visitó a los jóvenes en sus casas, diciendo que era un arquitecto, para poder investigar sus lápices (necesitaba ver sus lápices, porque el que copió los exámenes rompió la punta, aunque no coincidió ninguno), pero Mc Laren no lo quiso recibir, y Holmes decidió abandonar la investigación del lápiz.
Entonces, Holmes decidió interrogar a Bannister, el criado de Soames. A Bannister se lo notaba nervioso. Holmes quedó pensativo. No podía culpar a Bannister de haberse olvidado las llaves en su puerta, pero no creía toda su versión.
Luego, nos despedimos de Soames hasta el día siguiente.
A la mañana, Holmes se levantó temprano y volvió para el desayuno y dijo a Watson: - Mi estimado Watson, he solucionado el misterio. Es hora de volver al colegio.
Holmes citó a los tres estudiantes, Bannister y a Soames. Luego de decir todas las conclusiones que sacó, dijo quien había sido: fue Gilchrist.
Bannister había trabajado para la familia del muchacho y cuando descubrió que él había sido, lo trató de encubrir.