“Yo os pido, hijas de Jerusalén, si halláis a mi amado, decidle, que estoy enferma de amor”

Te fuiste, bienamado, porque así estaba escrito.

Te fuiste buscando la paz en el mundo, y tal vez la encuentres si regresas gozoso a mi orilla.

¡Porque allí estaré yo!

Y estaré como el murmullo de las flores que acaricia tus mejillas.

Estaré como las nubes fugitivas que desgranan sus palabras de esperanzas sobre tu cabeza.

Y estaré como luz de mil colores que penetra en tus sentidos.

Mientras tanto, bienamado, no dejes pasar tu tiempo en vano. ¿No ves cómo al final de una luminosa playa crece una azucena enamorada, que te está esperando?

Porque tú, eres la luz. La luz que llena el mundo, que da vida a las flores, que conmueve a los hombres y anida en mi corazón.

Y si la vida es tan fugaz como el lírico perfume de una flor y tan etérea como el vuelo de una frágil mariposa, ¿por qué no vuelves?

Porque cuando estés aquí una rosa nacerá en tu corazón y todo tu ser tremolará como la yerba fresca a la ligera brisa de otoño.

Y yo, sentada junto a la orilla de este mar que te cautiva, sé que surgirá una nueva primavera.

Y ese día cuando de la marisma llegue tu suspiro, las vírgenes de las riberas cantarán con alegría las estrofas nupciales del rey David, festejando nuestro encuentro.

Enferma de amor. “¡Yo os pido, hijas de Jerusalén, si halláis a mi amado, decidle que estoy enferma de amor!” El Cantar de los Cantares 5,8. Te fuiste, bienamado. Te fuiste buscando la paz en el mundo, y tal vez la encuentres si regresas gozoso a mi orilla. ¡Porque allí estaré yo! Y estaré como el murmullo de las flores que acaricia tus mejillas. Estaré como las nubes fugitivas que desgranan sus palabras de esperanzas sobre tu cabeza. Y estaré como luz de mil colores que penetra en tus sentidos. Mientras tanto, bienamado, no dejes pasar tu tiempo en vano. ¿No ves cómo al final de una luminosa playa crece una azucena enamorada que te está esperando?

Porque tú eres la luz. La luz que llena el mundo, que da vida a las flores, que conmueve a los hombres y anida en mi corazón. Y si la vida es tan fugaz como el lírico perfume de una flor, y tan etérea como el vuelo de una frágil mariposa, ¿por qué no vuelves? Porque cuando estés aquí una rosa nacerá en tu corazón y todo tu ser tremolará como la yerba fresca a la ligera brisa de otoño. Y yo, sentada junto a la orilla de este mar que te cautiva, sé que surgirá una nueva primavera. Y ese día cuando de la marisma llegue tu suspiro, las vírgenes de las riberas cantarán con alegría las estrofas nupciales del rey David, festejando nuestro encuentro.

Enferma de amor. Texto y composición: Pedro Martínez Borrego. Imágenes: Internet. Tema musical: Song for Anna - Paul Mauriat.

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