Tu premio y corona Texto: Dr. J. Ernesto Contreras P. Para mi Tía Noema (nuera de Don Vicente Mendoza), quien habiendo sido salva por gracia desde niña, tras múltiples tribulaciones durante toda su vida, a la edad de 82 años, llegó a la meta en victoria ¡Gloria a Dios!
Escuchaba en el templo a la ancianita Que con gozo y amor incomparables Ofrecía a su Señor música y cantos Con magistral destreza, al alabarle.
Los ojos le brillaban de entusiasmo, Su cara sonreía alegremente, El fuego celestial, llenaba su alma Ministrándole a todos dulcemente
Con el piano, proclamaba el evangelio, Exaltando a Jesús, que a todos ama, Y su música decía que Cristo salva, Y al caído, restaura, anima y sana.
Desde niña entregó al Señor sus dones Y sus manos usó como instrumentos Consagrados a servir a su Maestro Y a ser de bendición, en muchos templos.
Hoy, no se oyen sus himnos y alabanzas Que llenaron a tantos corazones Pues se fue a descansar de sus trabajos Y a gozar su corona y galardones
La imagino, postrada ante el Bendito, Y uniéndose a la grey de redimidos Alabando en el cielo a Aquel que quiso Ponerla entre sus siervos escogidos.
¡Gloria Dios! porque aquellos que sembraron Y regaron con lágrimas la viña, Ya volvían felices de la siega Cargando en el regazo, sus gavillas.
Parece que gozosa veo a la anciana, Responder al llamado muy erguida Llevando en el regazo su cosecha Apretada, repleta y remecida.
Y, a los pies del Cordero, dejar todo. Diciéndole: “El talento que me diste, Mi Señor, ministrando te produjo Mucho fruto: Por cientos y por miles.
Yo sólo, en obediencia a tu mandato, Proclamé el evangelio cual simiente. Por tu obra y tu gracia milagrosa, Floreció en el corazón de los oyentes.
Todo es tuyo: Yo sólo fui instrumento Que tus manos usaron en tu obra. Solo Tú eres digno de la gloria, El poder, las riquezas y la honra.”
Sé que entonces podrá oír a su Cristo Diciéndole sonriente, cara a cara: “Entra mi dulce sierva bien amada, Ya el afán terminó, ven y descansa.”
No fue en vano tu trabajo y sacrificio. Tu vida fue un canal de bendiciones. Hoy, por fin, se acabaron las penurias Y hoy en vez de lamentos, hay canciones.
Fuiste fiel sobre poco, y sobre mucho Te pondré en mi reino y sus ciudades. Mil años reinaremos en la tierra Y por siempre, en moradas celestiales.
¡Ve cuántos hoy me alaban por tu vida! Pues oyeron del Cristo que alababas Y aceptando la gracia salvadora, Ya gozan vida eterna y esperanza.
Esos salvos, y estas almas bendecidas, Son tu gloria, galardón y tu corona, Son el premio al final de tu carrera, Son el fruto y cosecha de tus obras”.
Diseño: Angélica García Sch. Y extendiendo los brazos nuevamente, Como lo hizo hace tiempo en el Calvario, Entre abrazos, le dirá: “¡Ven a la gloria! ¡Entra y goza en la paz de mi santuario!” Diseño: Angélica García Sch.