E ran las fiestas del pueblo y comenzaron los fuegos artificiales, primero los más pequeños y, sucesivamente, con más tamaño ruido y color.
T odos miraban al cielo con la boca abierta hechizados por la parafernalia luminosa. ¿Todos?
N o. Una pareja de niños, sin armar tanto ruido y sin tener tanto color eran mucho más felices con sus bengalas. Estaban en sus manos, eran su propio brillo y dibujaban en el aire las figuras que ellos querían, no las que les hacían ver.
P B or muy atractivas que sean las luces que te ofrece el mundo, busca siempre tu propia luz