El ser humano fue creado a Imagen y Semejanza de Dios, por lo tanto tiene dentro de sí, parte de Esa Esencia Divina Universal.
Si esta afirmación ha sido aceptada como una verdad absoluta entonces, ¿por qué existe tanta maldad?
Un individuo cuando y con total naturalidad y espontaneidad manifiesta conductas contrarias o adversas a las normas establecidas y a “su deber ser” inherente es porque desde hace mucho tiempo, algunas “buenas energías” se han venido desvirtuando, distorsionando, tergiversando y/o subusando.
Inclusive, quizás desde vidas pasadas.
Es imposible que una persona manifieste por ejemplo odio, resentimiento y/o violencia, sólo porque sea una elección momentánea y circunstancial.
O porque así se lo dicte el “hemisferio izquierdo o el hemisferio derecho del cerebro” como actualmente lo afirman algunos científicos.
O porque son los “dictados de Dios” para poner a prueba la capacidad de transformación y de fe de una persona.
El odio, el resentimiento, la violencia, la rabia, la envidia, la venganza, la ira, la altanería y la impulsividad “surgen” de la EXACERBACIÓN de las energías relacionadas a los excesos y/o insuficiencias en su manifestación del amor, del afecto, la confianza, serenidad, concordia, verdad, respeto, rectitud, paz, disciplina, responsabilidad,…
Estas “malas energías” se han venido fortaleciendo a través de muchas acciones.
Para poder llevarlas nuevamente al equilibrio, de manera conciente debe ponerse en práctica un proceso constante, continuo, largo, preferiblemente de manera voluntaria.
Se necesitarán de muchas nuevas acciones “buenas” para que se fortalezcan las energías del amor, la paz, la confianza, la generosidad, la solidaridad y el respeto, éstas entre muchas otras.
Las mejores formas de multiplicar esas energías y de conseguir un cambio de carácter y de personalidad es a través del SERVICIO DESINTERESADO, de la RENUNCIACIÓN, la DEVOCIÓN, la ORACIÓN y a través de la actividad conciente practicando con frecuencia energías relacionadas al INTELECTO, tales como el discernimiento, la lógica, el análisis, la reflexión, el cumplimiento del deber, la disciplina y la dignidad.
Cuando una persona realiza un SERVICIO de manera desinteresada, activa, estimula y fortalece energías relacionadas a la buena intención, la empatía, solidaridad, generosidad, apoyo, concordia, confraternidad, hermandad, altruismo, amor, responsabilidad y respeto, éstas entre muchas otras.
Cuando practica la RENUNCIACIÓN, se fortalecen energías de desapego y desprendimiento, junto a energías de libertad, justicia, igualdad, equidad, serenidad y humildad, controlando y transformando así, sus ambiciones, sus ansias, sus deseos, sus caprichos y su apego al materialismo y a la moda.
Cuando practica la DEVOCIÓN, se desarrollan y se afianzan energías de entrega, fe, esperanza, confianza, amor universal, altruismo, libertad y paz, entre otras.
Cuando practica la ORACIÓN, la MEDITACIÓN y la INTROSPECCIÓN con disciplina se activan, se desarrollan y se esparcen energías de paz, quietud, solidaridad, tranquilidad, plenitud, benignidad, armonía y unión, entre otras.
La solución es tan sencilla, pero la ignorancia, la apatía, la desidia y la indiferencia son tan grandes.
Todos cabemos en este Planeta y por ende en el Universo, porque fuimos creados a Imagen y Semejanza de Dios Elizabeth Vârga Ramírez