Gabriel López Giovanni Feliciano Yaniel López Grupo: Joseph Acabá
Había una vez un león llamado Leo, que se recortaba cada semana. El era un león muy energético y feliz. A Leo le encantaba comer, jugar y cazar. Él solo cazaba algunas pocas especies de herbívoros porque la mayoría de sus amigos eran herbívoros y era parte vegetariano por sus amigos.
Si Leo no comía su favorita chuleta de búfalo por lo menos una vez al día, el se ponía muy gruñón y rugía por una hora completa. Las manadas que vienen del sur piensan que el es muy pernicioso. Sus amigos son muy prudentes y saben que no es la culpa de Leo, si es la de su instinto de león.
Leo y sus amigos vivían en un vecindario grande con muchas casas pero llenos de pasto amarillento y pocas árboles como de la altura de una jirafa adolescente, que es como pies. No se encontraba cemento en ninguna casa, envés estaban hechas de madera, pasto y de las hojas de las palmas de las playas cercanas.
Dentro de las casas, se encontraban muchas alfombras, cortinas y sofas de tela o cuero. Estas decoraciones se hacían con la piel de los animales que Leo cazaba. Por dar estos recursos, el recibía a cambio las mejores frutas del campo y sal para darle sabor a su chuleta de búfalo. A Leo le pareció esto muy unilateral y siguió haciendolo hasta hoy día.
En un día hermoso cuando Leo estaba jugando con sus amigos, llegó una tortuga gigante que era del tamaño de un bebé hipopótamo. La tortuga se acercó a Leo y le pregunto si había edificios grandes y carros en este vecindario a en lugar cercano. Leo le contestó que no y le dijo las ciudades gigantes se encontraban varios países lejanos de aquí. La tortuga les dio las gracias a Leo y mencionó que su nombre era Luther.
Al otro día Luther vino con varios turistas de las Américas. Leo le preguntó porque hay tantas personas en el vecindario y Luther le contestó que van a construir un hotel y luego, una ciudad. Estaría llenos de edificios altos, muchos carros y fábricas industriales. A Leo y al vecindario no le gustaron la idea y protestaron.
Los turistas y Luther no se iban despues de todos los intentos del vecindario para espantralos. Hasta Leo dejo de comer su favorita chuleta de bufalo para ponerse grunon y asustarlos con sus rugidos. No funciono, los turistas no pidían asustarse por su apariencia y a Leo le llegó una idea. Leo dejo de recortarse y le creció un anillo de alrededor de su cuello después de varias semanas.
Leo se fue al frente en los campamentos de los turistas y de Luther. Leo rugió lo más fuerte que pudo y todos en el campamento lo vieron y si asustaron de Leo y se fueron los más rapido que pudieran. Después que se fueron los turistas Leo decidió llamar a su nuevo pelo melena y siguio su vida normal por el resto de su vida.
FIN