Consultora Arthur Andersen (expertos en normas de eficiencia) Miguel-A. País de locos Consultora Arthur Andersen (expertos en normas de eficiencia)

La semana pasada, llevé a cenar a unos amigos a un restaurante La semana pasada, llevé a cenar a unos amigos a un restaurante. Noté que el camarero que nos atendió llevaba una cuchara en el bolsillo de su camisa. Me pareció un poco extraño, pero lo tomé como algo casual. Sin embargo, cuando el encargado de mesa nos trajo el agua y los cubiertos, pude observar que él también tenía una cuchara en el bolsillo de la camisa. Movido por la curiosidad, miré entonces por todo el salón. Vi que todos los camareros también llevaban una cuchara en sus bolsillos.

Cuando el camarero regresó a tomar el pedido, le pregunté: - ¿Por qué lleva esa cuchara en el bolsillo?. - Bueno -explicó-, los dueños del restaurante contrataron hace poco a la consultora Arthur Andersen, expertos en normas de eficiencia, con el objeto de revisar nuestros procesos. Después de muchos estudios, llegaron a la conclusión de que a los clientes se les caía la cuchara con frecuencia. Resolvieron que si el personal iba preparado para cubrir esa contingencia, se podría reducir el número de viajes a la cocina, y ahorrar aproximadamente 1 hora/hombre/turno.

Justo en el momento en que terminó de hablar, escuché un sonido metálico en la mesa de al lado. Rápidamente, el camarero reemplazó la cuchara caída por la que llevaba en su bolsillo en vez de ir a buscar otra a la cocina. Yo quedé altamente impresionado al ver que aquello realmente funcionaba.

- Gracias por la respuesta -le dije al camarero, y me excusé- - Gracias por la respuesta -le dije al camarero, y me excusé-. Sentía curiosidad, y tenía que preguntar. - De nada -contestó y continuó anotando nuestro pedido.

Mientras mis compañeros de mesa pedían, continué observando a mí alrededor. Observé una fina cuerda colgando de la bragueta del camarero. Rápidamente, recorrí con la mirada el salón para asegurarme de que todos los camareros llevaban la misma fina cuerda negra colgando de sus braguetas.

Mi curiosidad era enorme y, antes de que se retirara el camarero, le pregunté: - Perdone, pero, ¿y esa cuerda que lleva ahí?.

- ¡Oh!, sí -contestó el camarero, bajando la voz, como si fuera un secreto-. No mucha gente es tan observadora como usted. Ha sido idea de esa misma consultora de eficiencia, antes referida. Encontró que nosotros, los camareros, también podíamos ahorrar tiempo en el baño. - ¿En el baño? ¿Y eso? -le pregunté.

- Vea -me dijo-. Atando este hilo fino a la punta de nuestro. bueno - Vea -me dijo-. Atando este hilo fino a la punta de nuestro... bueno... eso... ya sabe... podemos sacarla sobre el mingitorio sin tocarnos. Y de esa forma, eliminar la necesidad de lavarnos las manos, acortando el tiempo de estancia en el baño en un 93 por ciento. - ¡Esos de Arthur Andersen están en todas! -exclamé con una sonrisa.

Sin embargo, luego, pensando en los pasos del proceso, hallé algo sin sentido. - ¡Eh!, espere un minuto -volví a preguntar-. Si la cuerda le ayuda a sacarla, ¿cómo la vuelve a guardar sin tocarse, y necesitar tiempo para lavarse las manos?. - Bueno -me susurró en voz baja, como pillado en fuera de juego-, yo no sé cómo lo harán los otros camareros, pero yo uso la cuchara.