1.Coloca a Dios en el centro de tu vida. Donde no está Dios hay preocupaciones, miedos y tristezas. Pon a Dios en el lugar más importante de tu corazón y de tus proyectos y te invadirá la paz y la alegría propia de los santos.
2. Acentúa la oración en estos cuarenta días. Hazte una idea que es un recorrido, de la mano de y con Jesús. Ábrele tu corazón, siente su Presencia, déjate invadir por su amor.
3. Lee y medita los Evangelios Dios no es un ser ausente y mudo, Él te habla a través de Jesús. Construye tu ser conforme a la Palabra de Dios.
4. Comparte con quienes más lo necesitan. La caridad en el amor es la única esclarea al cielo. En nuestro examen final, todas las preguntas tienen que ver con eso.
5. Participa de la Eucaristía todas las veces que puedas. Jesús está presente en todas partes, dentro de ti, en cada persona, sobre todo en los más necesitados. y de una manera especial, renovando continuamente su sacrificio de amor, en la Eucaristía. Debemos unirnos a la corte celestial para alabarle y agradecer tanto amor.
6. Busca momentos para rezar. Cada actividad tiene su tiempo y cada cosa su lugar, y lo más importante del día es la unión íntima con nuestro Creador, con nuestro Padre, necesitamos su bendición diaria, su amor, su perdón, solo así aprenderemos a, amar y perdonar.
7. Renuévate continuamente. Cambia en aquello que el Evangelio te marca con fuerza. Lee la vida de los santos e imita las virtudes con que más te identifican. Asiste a retiros espirituales y fórmate mediante lecturas que potencien lo mejor de ti.
8. Haz un acto de valentía. Piensa en quién, por lo que sea, hace tiempo que está distanciado, sentido o decepcionado de ti. Si no puede acercarte a esa persona, reza por ella y haz un ejercicio interior de amor y de perdón.
9. Ama a tu Iglesia. Reza por ella. Es una barca que se tambalea constantemente por vientos hostiles. Viento que pretenden confundir, calumniar, alejar a sus miembros con mentiras que llevan a la muerte por caminos equivocados, porque solo Jesús es la Verdad, el Camino y la Vida.
10. Mantén en tu familia y en tu persona ciertas prácticas cuaresmales: de ayuno, oración y limosna. Los gestos litúrgicos, cuando se hace por convicción y con el corazón atraen las maravillas de Dios.
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