Venid conmigo a rezar al cementerio. Rezaremos por todos los difuntos. El día de difuntos llevó Don Bosco a todos los muchachos del Oratorio a visitar el cementerio y a rezar. Venid conmigo a rezar al cementerio. Rezaremos por todos los difuntos.

Les había prometido para la vuelta castañas cocidas ¡Que bien! A la vuelta nos comeremos unas castañas cocidas.

Habrá dicho tres kilos y no tres sacos. habrá que advertírselo. Y había hecho comprar tres grandes sacos. Pero mamá Margarita entendió mal y no hizo sino más que cocer 3 o 4 kilos. Y había hecho comprar tres grandes sacos. Pero mamá Margarita entendió mal y no hizo sino más que cocer 3 o 4 kilos ¿Cocer tres sacos de castañas? Habrá dicho tres kilos y no tres sacos. Entonces habrá que advertírselo.

¡No dé tantas! ¡No llegarán José Buzzetti, un muchacho que ayudaba al santo, intentó decírselo enseguida, pero con el alboroto de la vuelta de la hambrienta tropa, no pudo explicarse, por lo que Don Bosco no sabe que sólo hay tres kilos de castañas cocidas. José Buzzetti, un muchacho que ayudaba al santo, intentó decírselo enseguida, pero con el alboroto de la vuelta de la hambrienta tropa, no pudo explicarse, por lo que Don Bosco no sabe que sólo hay tres kilos de castañas cocidas. Toma y alégrate, anda. ¡No dé tantas! ¡No llegarán para todos!

Yo les he prometido a todos; sigamos mientras haya. Don Bosco tomo en sus manos la pequeña cesta y empezó a repartir castañas con un gran cucharón. Don Bosco tomo en sus manos la pequeña cesta y empezó a repartir castañas con un gran cucharón. En medio de la barahúnda, José Buzzetti, le gritaba: En medio de la barahúnda, José Buzzetti, le gritaba: Hay tres sacos. Yo les he prometido a todos; sigamos mientras haya. ¡Así no! No hay para todos. Don Bosco no quería creerlo y dijo: Don Bosco no quería creerlo y dijo:

Siguió entregando a cada uno Siguió entregando a cada uno. José Buzzetti miraba nervioso los pocos puñados que quedaban en el fondo del cesto, mientras la fila se hacía más larga. Siguió entregando a cada uno. José Buzzetti miraba nervioso los pocos puñados que quedaban en el fondo del cesto, mientras la fila se hacía más larga. Alguno más empezó a mirar con José Buzzetti. Alguno más empezó a mirar con José Buzzetti ¡Mirad, el cesto no se vacía! De pronto se hizo silencio. Todos quedaron desencajados al ver que el cesto no se vaciaba nunca... ¡hubo para todos! De pronto se hizo silencio. Todos quedaron desencajados al ver que el cesto no se vaciaba nunca... hubo para todos

Los muchachos gritaron por primera vez: ¡Don Bosco es un Santo!