Narcisismo,…. ¿En los inicios?» Verónica Ginocchio Graciela Jaimsky

Prehistoria o tiempos míticos (…) El simulacro alzó los soñolientos párpados y vio formas y colores que no entendió, perdidos en rumores, y ensayó temerosos movimientos. Gradualmente se vio (como nosotros) aprisionado en esta red sonora de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora, Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros. El Golem, Borges, 1958

Función alfa Identificación con el objeto bueno Piel que envuelve Espejo que crea cuerpo Madre deseante

“El eterno desafío de los hombres es superar su estado Golémico, condición sine qua non para lograr su ser totalmente humanos” Meyrink (2003).

«El Tiempo no soporta que lo marquen. Si estuvieras en buenos términos con él, haría lo que tú quisieras con los relojes.» Lewis Carrol. Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas.

“Existe mucha más continuidad con la vida intrauterina de lo que la impresionante cesura del acto de nacer quisiera hacernos creer”. Freud, “Inhibición, síntoma y angustia”.

Oscar Wilde, «El reflejo» (texto completo)

Cuento de Oscar Wilde. «El reflejo» Cuando murió Narciso las flores de los campos quedaron desoladas y solicitaron al río gotas de agua para llorarlo. -¡Oh! -les respondió el río- aun cuando todas mis gotas de agua se convirtieran en lágrimas, no tendría suficientes para llorar yo mismo a Narciso: yo lo amaba. -¡Oh! -prosiguieron las flores de los campos- ¿cómo no ibas a amar a Narciso? Era hermoso. -¿Era hermoso? -preguntó el río. -¿Y quién mejor que tú para saberlo? -dijeron las flores-. Todos los días se inclinaba sobre tu ribazo, contemplaba en tus aguas su belleza… -Si yo lo amaba -respondió el río- es porque, cuando se inclinaba sobre mí, veía yo en sus ojos el reflejo de mis aguas.

¿Qué relación tengo con la historia de mi vida? ¿Soy su autor conciente o debo concebirme como una mera voz que enuncia con la menor interferencia posible una sucesión de palabras que brotan de mi interior? J.M Coetzee y Arabella Kurtsz. El buen relato.

“Cuando la marioneta recobró el sentido, no podía recordar dónde había estado. A su alrededor todo era oscuridad, una oscuridad tan densa y tan negra que por un momento pensó que lo habían sumergido de cabeza en un tintero.” Paul Auster, «La invencion de la soledad»