PARÁBOLA DE LOS DOS HERMANOS Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”…… El hijo mayor se quedó al lado del Padre. Lc 15, 12
Se trata de dos hermanos francamente opuestos. Uno se fue y el otro se quedó, uno abrazó el deber y el otro abrazó el placer, uno es obediente, y el otro es rebelde, uno cree en la tradición y el otro cree en el cambio, uno valora el hogar y el otro valora la aventura, uno cree en lo institucional y en las formas conocidas y el otro cree que se hace camino al andar, sin formalidades limitadas. En este momento de mi vida, ¿en qué opciones, actitudes, modo de ver y de actuar percibo una tensión interna, como si hubiera dos personas distintas dentro de mi ? ¿Cómo vivo estas tensiones? ¿Cómo las voy enfrentando? ¿Qué pasos me siento llamado a dar para integrar más hondamente mi identidad?
HIJO MENOR Era un hombre sensible, creativo, aventurero y soñador. Solía preguntarse cómo sería el mundo más allá de las colinas que lo habían visto nacer. Se convenció de que su antigua vida lo había limitado tan profundamente que comenzó a llamar “bueno para mí”, todo lo que fuera opuesto a lo de antes. Por este camino de trasladarse al otro polo, llegó un día en que se despertó pobre y solo
HIJO MAYOR Es un hombre de mentalidad tradicional. Le ha correspondido ser el hijo mayor de un hombre importante, por lo tanto, el heredero natural de la historia, el prestigio y la continuidad de su casa. Ha nacido para cumplir un deber y lo asume sin dudas ni cuestionamientos. Desde que su hermano menor se marchara, los sentimientos de excesivo respeto y veneración que tenía hacia su padre, comenzaron a experimentar imperceptibles matices.
PADRE El padre les ofrece la oportunidad de sentirse queridos, comprendidos y aceptados incondicionalmente, y les abre la posibilidad de reconocerse equivocados, de reconocer el daño en que han vivido, hacia sí mismos, hacia el otro hermano y sobre todo hacia el padre, y de pedir perdón y perdonarse a sí mismos.
“El amor es paciente, servicial y sin envidia. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira sino que olvida las ofensas y perdona. No quiere aparentar ni se hace el importante. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta” Primera carta de San Pablo a los Corintios 12, 31 MIC Catalunya