LOS FIELES Los fieles son todos los bautizados. Entre ellos hay una verdadera igualdad en su dignidad de Hijos de Dios.
En la Iglesia, por institución divina, hay ministros sagrados, que han recibido el sacramento del Orden. Los obispos y los presbíteros actúan en nombre y en la persona de Cristo cabeza. Forman la jerarquía de la Iglesia.
El Papa es el sucesor de San Pedro. Es Obispo de Roma, Vicario de Cristo, cabeza del colegio de los obispos y pastor de toda la Iglesia.
Los obispos, en comunión con el Papa, tienen el deber de anunciar a todos el Evangelio.
Los fieles laicos tienen como vocación la santidad y, por lo tanto, son llamados a iluminar el mundo.
La vida consagrada es una llamada particular de Cristo que se caracteriza por la práctica de los consejos evangélicos.
La “comunión de los santos” indica, la común participación de todos los miembros de la Iglesia en las cosas santas.
La fe, los sacramentos, en particular, en la Eucaristía, los carismas y otros dones.
También designa la comunión entre las personas santas, es decir, entre quienes por la gracia están unidos a Cristo, muerto y resucitado.
Unos viven aún peregrinos en este mundo; otros, ya difuntos, se purifican; otros gozan ya de la gloria de Dios e interceden por nosotros. Todos juntos forman en Cristo una sola familia, la Iglesia.
La Bienaventurada Virgen María es Madre de la Iglesia porque ha dado a luz a Jesús.
Los fieles ven en María una imagen y un anticipo de la resurrección que les espera. La invocamos como abogada, auxiliadora, socorro y mediadora.
A la Virgen María se le rinde un culto singular: encuentra particular expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios.
Y en la oración mariana, como el Santo Rosario, compendio de todo el Evangelio.