Lo despertaron diciéndole: -Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: -¡Silencio, cállate! -¡Silencio, cállate! El viento cesó y hubo una gran calma. Mc.4, º Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B
La tormenta fascina y horroriza a la vez. Ante las fuerzas de la naturaleza: nos sentimos pequeños e impotentes,nos sentimos pequeños e impotentes, se desvanece nuestra altanería habitual.se desvanece nuestra altanería habitual. No es extraño que la Biblia asocie la tormenta con la manifestación de Dios.
Desde la tormenta Dios habla a Job y le interroga: “¿ Quién cerró el mar con una puerta, y le dijo: hasta aquí llegarás y no pasarás, aquí se romperá hasta aquí llegarás y no pasarás, aquí se romperá la arrogancia de tus olas?” Job 38,8-11 Job 38,8-11
El señorío de Dios sobre la tormenta es una metáfora de su señorío sobre la historia es una metáfora de su señorío sobre la historia y sus acontecimientos.
Su grito puede parecer blasfemo: “¿ Maestro, no te importa que perezcamos?”
Jesús responde con una intervención urgente y majestuosa sobre los elementos, pero no ignora la pregunta que manifestaba la inquietud de los suyos.
¿ Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?
“¿Quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen?” El relato se cierra con la pregunta final de los discípulos:
La verdadera fe no exige milagros fulminantes, confía en la presencia de Dios. confía en la presencia de Dios. La fe sincera no aguarda la intervención mágica de Dios. La fe profunda acompaña al que cree en la presencia de Dios.
Señor Jesús, Te creemos presente en la mar de nuestra historia. Te agradecemos que nos acompañes en la tribulación. Te pedimos que aumentes nuestra fe vacilante. Y te rogamos que nos libres del temor. Amén.
José Román Flecha Andrés PALABRA DEL SEÑOR –Salamanca Presentación: Antonia Castro Panero Música: Magnum Mysterium