LA POESÍA DE POSGUERRA Poesía de la década de los 40 Poesía de la década de los 50 Poesía de la década de los 60 y 70
Poesía de los 40: Poesía existencial Final de la guerra española y comienzo de la segunda guerra mundial. Rehumanización de la poesía. Temas tradicionales: – El hombre. – La tierra. – El ansia de Dios. – La familia. Miguel Hernández ( ): Cancionero y romancero de ausencias ( ), es de inspiración popular y tiene como temas el amor a su mujer y su hijo y el dolor de la separación.
Poesía de los 40: Poesía existencial Cuatro revistas importantes de poesía: – Escorial – Garcilaso – Espadaña: Poesía desarraigada. – Cántico: Grupo cordobés liderado por García Baena. Al margen de estas polémicas. Poesía arraigada
Poesía de los 40: Poesía existencial Poesía arraigada Perfección en el verso. Sentimientos religiosos o temas tradicionales (paisaje, amor, etc.). El mundo es un lugar ordenado, a pesar del mal, el pecado y el dolor. Poesía desarraigada En contra del esteticismo: verso libre, lenguaje prosaico. Tono trágico. Mundo caótico. Rebeldía, ira, revolución, inconformismo, descontento, vacío personal y existencial, angustia.
Poesía de los 40: Poesía existencial Autores de la poesía arraigada: – Luis Rosales, La casa encendida (1949). – Dionisio Ridruejo. – Leopoldo Panero. – Luis Felipe Vivanco. – Rafael Morales.
Poesía de los 40: Poesía existencial Autores de la poesía desarraigada: – Dámaso Alonso, Hijos de la ira. – Blas de Otero. – Eugenio de Nora. – Gabriel Celaya.
Poesía de los 50: Poesía social Paso del yo al nosotros: solidaridad. Se rechazan los temas íntimos y personales. La poesía es un medio para cambiar las cosas. Estilo: – Abandono de la belleza formal y las intenciones estéticas. – Un lenguaje claro, de tono coloquial y, en muchas ocasiones, prosaico: "escribir como quien respira" (Celaya); "Escribo como escupo" (Otero).
Poesía de los 50: Poesía Social Blas de Otero ( ) En los años cuarenta es uno de los representantes de la poesía desarraigada. Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951): Ancia (1958). Pido la paz y la palabra (1955): poesía social.
Poesía de los 50: Poesía Social Gabriel Celaya ( ) Las cartas boca arriba (1951). Cantos íberos (1955). Estilo: – Lenguaje coloquial. – Asuntos cotidianos, personas desfavorecidas…
Poesía de los 50: Poesía Social Otros autores José Hierro ( ), Cuanto sé de mí (1959). Tiene poemas existenciales y sociales pero no se identifica con estas líneas. Claudio Rodríguez ( ), Don de la ebriedad (1953), premio Adonais. Poesía intimista. Otro libro, Conjuros (1958).
Poesía de los 50: Poesía Social Otros autores Vicente Aleixandre, Historia del corazón (1954). Luis Rosales, Rimas (1951). La poesía social se agotó pronto, porque se volvió muy repetitiva y no tuvo excesivo eco entre el público (no cumplía su propósito de cambiar la sociedad).
Poesía de los 60: Poesía de la experiencia La poesía social se agotó pronto. Se vuelve a lo personal, lo íntimo: – El paso del tiempo; – La evocación nostálgica de la infancia; – La familia, el amor, la amistad, lo cotidiano… Preocupación por el hombre pero no con tono trágico, sino con un cierto escepticismo, con ironía y humor. Es una poesía de la experiencia personal.
Poesía de los 60: Poesía de la experiencia Estilo: – Se prefiere el verso libre pero se cuida más la forma. – Tono cordial, casi conversacional: se abandona el tono solemne de la poesía desarraigada y de la poesía social. – El lenguaje poético se convierte en tema de muchos poemas: las palabras se gastan y ya no dicen nada.
Poesía de los 60: Poesía de la experiencia. Autores Claudio Rodríguez ( ): – Había empezado a escribir en los años cincuenta y con sólo veinte años obtuvo el premio Adonais con Don de la ebriedad (1953), libro de poesía intimista que contrastaba con la que se escribía en esa época. – Posteriormente escribe Conjuros (1958) y Alianza y condena (1965).
ALTO JORNAL Dichoso el que un buen día sale humilde y se va por la calle, como tantos días más de su vida, y no lo espera y, de pronto, ¿qué es esto?, mira a lo alto y ve, pone el oído al mundo y oye, anda, y siente subirle entre los pasos el amor de la tierra, y sigue, y abre su taller verdadero, y en sus manos brilla limpio su oficio, y nos lo entrega de corazón porque ama, y va al trabajo temblando como un niño que comulga mas sin caber en el pellejo, y cuando se ha dado cuenta al fin de lo sencillo que ha sido todo, ya el jornal ganado, vuelve a su casa alegre y siente que alguien empuña su aldabón, y no es en vano.
Poesía de los 60: Poesía de la experiencia. Autores Ángel González ( ): – Sin esperanza, con convencimiento (1961) y Tratado de urbanismo (1967). – Es un ejemplo de poesía intimista, en el que la denuncia social está teñida de escepticismo e ironía.
PARA QUE YO ME LLAME ÁNGEL GONZÁLEZ Para que yo me llame Ángel González, para que mi ser pese sobre el suelo, fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo: hombres de todo el mar y toda tierra, fértiles vientres de mujer, y cuerpos y más cuerpos, fundiéndose incesantes en otro cuerpo nuevo. Solsticios y equinoccios alumbraron con su cambiante luz, su vario cielo, el viaje milenario de mi carne trepando por los siglos y los huesos. De su pasaje lento y doloroso de su huida hasta el fin, sobreviviendo naufragios, aferrándose al último suspiro de los muertos, yo no soy más que el resultado, el fruto, lo que queda, podrido, entre los restos; esto que veis aquí, tan sólo esto: un escombro tenaz, que se resiste a su ruina, que lucha contra el viento, que avanza por caminos que no llevan a ningún sitio. El éxito de todos los fracasos. La enloquecida fuerza del desaliento…
Poesía de los 60: Poesía de la experiencia. Autores Jaime Gil de Biedma ( ): – Compañeros de viaje (1959), Moralidades (1966) y Poemas póstumos (1968). – Se caracteriza también por la ironía y el estilo coloquial. Su poesía es nostálgica. Ha influido extraordinariamente en la poesía contemporánea.
Contra Jaime Gil de Biedma De qué sirve, quisiera saber, cambiar de piso, dejar atrás un sótano más negro que mi reputación –y ya es decir-, poner visillos blancos y tomar criada, renunciar a la vida de bohemio, si vienes luego tú, pelmazo, embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes, zángano de colmena, inútil, cacaseno, con tus manos lavadas, a comer en mi plato y a ensuciar la casa? Te acompañan las barras de los bares últimos de la noche, los chulos, las floristas, las calles muertas de la madrugada y los ascensores de luz amarilla cuando llegas, borracho, y te paras a verte en el espejo la cara destruida, con ojos todavía violentos que no quieres cerrar. Y si te increpo, te ríes, me recuerdas el pasado y dices que envejezco. Podría recordarte que ya no tienes gracia. Que tu estilo casual y que tu desenfado resultan truculentos cuando se tienen más de treinta años, y que tu encantadora sonrisa de muchacho soñoliento -seguro de gustar- es un resto penoso, un intento patético. Mientras que tú me miras con tus ojos de verdadero huérfano, y me lloras y me prometes ya no hacerlo. ¡Si no fueses tan puta! Y si yo no supiese, hace ya tiempo, que tú eres fuerte cuando yo soy débil y que eres débil cuando me enfurezco... De tus regresos guardo una impresión confusa de pánico, de pena y descontento, y la desesperanza y la impaciencia y el resentimiento de volver a sufrir, otra vez más, la humillación imperdonable de la excesiva intimidad.
Contra Jaime Gil de Biedma A duras penas te llevaré a la cama, como quien va al infierno para dormir contigo. Muriendo a cada paso de impotencia, tropezando con muebles a tientas, cruzaremos el piso torpemente abrazados, vacilando de alcohol y de sollozos reprimidos. ¡Oh innoble servidumbre de amar seres humanos, y la más innoble que es amarse a sí mismo!
Poesía de los 60: Poesía de la experiencia. Autores Francisco Brines (1932): – Las brasas (1960, premio Adonais) y Palabras a la oscuridad (1966). – Su poesía trata con insistencia los temas eternos: el amor, el paso del tiempo, la vejez, la muerte,…
Causa del amor Cuando me han preguntado la causa de mi amor yo nunca he respondido: Ya conocéis su gran belleza. (Y aún es posible que existan rostros más hermosos.) Ni tampoco he descrito las cualidades ciertas de su espíritu que siempre me mostraba en sus costumbres, o en la disposición para el silencio o la sonrisa según lo demandara mi secreto. Eran cosas del alma, y nada dije de ella. (Y aún debiera añadir que he conocido almas superiores.) La verdad de mi amor ahora la sé: vencía su presencia la imperfección del hombre, pues es atroz pensar que no se corresponden en nosotros los cuerpos con las almas, y así ciegan los cuerpos la gracia del espíritu, su claridad, la dolorida flor de la experiencia, la bondad misma. Importantes sucesos que nunca descubrimos, o descubrimos tarde.
Causa del amor Mienten los cuerpos, otras veces, un airoso calor, movida luz, honda frescura; y el daño nos descubre su seca falsedad. La verdad de mi amor sabedla ahora: la materia y el soplo se unieron en su vida como la luz que posa en el espejo (era pequeña luz, espejo diminuto); era azarosa creación perfecta. Un ser en orden crecía junto a mí, y mi desorden serenaba. Amé su limitada perfección.