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1 La hora postrera x0123456789101112 0 0000000000000 1 0123456789101112 2 024681012141618202224 3 0369121518212427303336 4 04812162024283236404448 5 051015202530354045505560 6 061218243036424854606672 7 071421283542495663707784 8 081624324048566472808896 9 0918273645546372819099108 10 0 2030405060708090100110120 11 0 2233445566778899110121132 12 0 24364860728496108120132144

2 La primavera Que deleite produce en ocasiones soñar un mundo nuevo. A veces pensando en como debe ser: con frío, lluvia y viento, en invierno; en el verano, con luz y sol, y los sentidos que se ponen en pié; encendiendo la sangre la vida que se abre camino rompiéndolo todo y mostrando la casaca dormida en invierno y cubierta de nieve, que se despereza y desabrocha sus botones de estrellas: uno de rubí, aquel de esmeralda, éste de nácar…

3 Una nueva Jerusalén Y también se puede soñar el mundo como debería ser: con rutas infinitas en el cielo, enlosadas con diamantes de luz que conducen a la morada donde habitan definitivamente los sembradores de alegría, de justicia –la que no juzga y perdona siempre– y de paz. Y hay otro mundo que no se sueña, que es como es: con zancadillas, empujones y cruces, pero también con amor y perdón, y que es el único medio a nuestro alcance para poder construir y soñar los otros mundos.

4 Un día soñé que había llegado mi hora postrera, y aturdido era incapaz de reaccionar. Mi pobre inteligencia, sin experiencia posible estaba preparada para salvar los escollos de la vida, pero no había sido instruida para esa ocasión. Hoy en día, con el triunfo de la máquina y del cálculo, con el orgullo de haber sometido a nuestro servicio la ciencia y la técnica, hay hombres programados para viajar en naves a las estrellas, o a los agujeros del espacio, más negros que la noche porque jamás han visto la luz, e incluso en algunas novelas y películas se cuenta que hay hombres programados -¡que horror!- para matar.

5 El último viaje Pero para hacer el último viaje, el que no tiene regreso y no se puede desandar, parece que se han secado y muerto los dogmas religiosos, y se pretende romper con la gran luminaria de la fe rindiendo pleitesía a la praxis, como si el fin del hombre fuera la felicidad terrena y no la promesa de la eternidad, de un mañana venturoso, sin fronteras.

6 donde los que allí entran “pierden toda esperanza” Y en la hora última en que tantos hombres parecen buscar un final sin ensueños ni recuerdos, me encontré con una mano en mi mano, cálida, de terciopelo suave, que me guiaba dulcemente en dirección recta y ascensional hacía una luz nunca vista ni pensada. Y recordé que hubo un hombre del más alto linaje –un poeta– que además del nuestro conoció otros mundos: uno sin estrellas, donde los que allí entran “pierden toda esperanza”; y otro lleno de astros encendidos, donde la vida sólo es una espera, y otro intuído por los poetas –las conciencias que Dios envía a los que no tienen sueños ni corazón--, en que uno de ellos, DANTE, guiado por Beatriz, al verlo exclamó:

7 Desorientación temporo-espacial Así suspensa la mente mía, estaba fija, inmóvil y enajenada en su contemplación, y más ansiosa de ver cuanto más miraba; porque es tal el efecto de aquella luz, que no es posible apartar de su claridad los ojos en busca de otro ningún objeto…” Y de la mano de mi hija, de mi Susanita del alma, por una de las infinitas rutas tapizadas con las estrellas del cielo, de las que conducen a la verdadera luz, penetré en ésta desorientado y feliz. Pero mi hija si sabía adonde iba. Con la misma humildad de siempre –ella si se había programado en la vida para el viaje final– y con una dulce sonrisa se acercó a mí y me abrazó tiernamente, como si se ofrendara conmigo a un se invisible. Y comenzamos a deslizarnos lentamente dentro de un sendero de vivísima luz, que bien pudiera ser la estela dejada por el paso de Dios…

8 ADIÓS Y di gracias por ser el papá de Susanita, de la niña que con su amor sin palabras me llevaba con ella a la eterna contemplación del Señor. –Con un beso te dice adiós tu PAPÁ


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