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¡Si Pudiera mostrar lo que pasa por mi memoria! Hay en ella tantos años... Mi primer día allá, en la que creí, sería mi casa para siempre. Doña Isabel,

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Presentación del tema: "¡Si Pudiera mostrar lo que pasa por mi memoria! Hay en ella tantos años... Mi primer día allá, en la que creí, sería mi casa para siempre. Doña Isabel,"— Transcripción de la presentación:

1 ¡Si Pudiera mostrar lo que pasa por mi memoria! Hay en ella tantos años... Mi primer día allá, en la que creí, sería mi casa para siempre. Doña Isabel, orgullosa, eligiéndome, trasportándome, acomodándome. Don Gerardo contento de verla a ella feliz. Recién comenzaban las primeras plantas a mostrar sus brotes, en la chacra que nos habían asignado. ¡Vaya qué habría mucho por luchar!

2 Se luchó y se cosechó. Y se pagó esa tierra agradecida y fue nuestra. Isabel, conversaba con Paula, su vecina mucho mayor que ella y con grandes experiencias. Antes de enterarse que iban a tener un niño, Isabel y Gerardo, estaban tan junto conmigo que yo también formaba parte de sus diálogos y de sus decisiones. Una tranquila noche, decidieron que sus hijos, si Dios se los mandaba, iban a ser nombrados con las vocales y en el orden que aparecen en el alfabeto. Y así resultó. Al poco tiempo comenzó la espera del primer hijo. Mmmm, cuantas incertidumbres.

3 Muchas consultas y cambios de opiniones con Paula, que amablemente tranquilizaba y enseñaba. Quedó terminada la primer batita, los escarpines y muchas otras cosas como pañales y sabanitas bordadas. Nació Armando y luego Ernesto, Irene y Orlando. No se completó la última vocal. Siguieron varios años... haciéndonos más amigos del terruño que nos brindaba esperanzas que se cumplían cada año. Los quehaceres de la casa se intercalaban con los trabajos de la chacra que fue creciendo hacia arriba. Ví como se enaltecían los álamos, manzanos, perales y también los durazneros y ciruelos junto con las viñas que comenzaron a ser guiadas en espalderas.

4 Fueron cazadores de mariposas y recolectores de flores. Se transformaron en luchadores con espadas de ramas y después en recolectores de frutos. Doña Isabel, junto conmigo, escuchaba por las tardes una u otra radionovela mientras hilvanando hilos y lanas los convertía en agradables prendas. Por las noches junto con Gerardo prestaban atención a las noticias radiales y después de la cena era la hora de los cuentos y las infaltables cuentas del día. Junto conmigo acunaron a sus hijos. Con Isabel jugábamos con ellos a la casita o al doctor, al caballito o el auto.

5 Comenzamos a leer con balbuceos y la vida fue cambiando a nuestro alrededor. Yo, puedo decirlo orgullosa, siempre fui la predilecta de todos. Los niños se convirtieron en jóvenes y luego se hicieron mayores. Me pareció que todo, sucedía demasiado pronto... Han pasado los años. Mis recuerdos vienen y van. Se entremezclan. Hoy ya no están Isabel ni Gerardo. Se fueron muy cerquita uno del otro.

6 Me quedé junto con Irene que también comparte su vida conmigo. Ahora estamos modernizadas. Miramos telenovelas, mientras sobre mi falda se agolpan muchas prendas bien planchadas. Corretean cerca de mí otros hermosos niños, que trabajan en algo que llaman PC, y que desde donde estoy, no alcanzo a leer lo que aparece en ella, solo veo los dibujitos.

7 En la “Tele” miramos programas educativos, de cocina, técnicos, deportivos y los chicos toman notas para llevar a la escuela. Entre tantas cosas, idas y venidas rondan mis recuerdos. Los coloridos atardeceres en la chacra y sus perfumes. El traslado hasta donde vivo ahora. Mi cambio de tono claro y natural a un hermoso verde esmeralda brillante.

8 Sigo siendo la preferida, aunque hay otras más bonitas, altas y vestidas con telas como terciopelo. Mi cuerpo de madera y mi regazo de pajitas entretejidas son cómodos para todos. Como silla, siempre me llamaron “La Petisita”. Sirvo para que descansen en mí, apoyen sus pies y sigamos juntos, mientras la vida nos acompañe y la acompañemos.


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