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“¡Cada uno en su sitio!” Miguel-A. País de locos.

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Presentación del tema: "“¡Cada uno en su sitio!” Miguel-A. País de locos."— Transcripción de la presentación:

1 “¡Cada uno en su sitio!” Miguel-A. País de locos

2 A principios de 1995 vimos el futuro de la comarca amenazado por la posible instalación de un cementerio nuclear. Al llegar la Navidad, preparé un chiste gráfico para la portada de la revista comarcal. Era mezcla de felicitación navideña y de protesta. Al presentar la viñeta al coordinador de la revista, le mostré mi reticencia por si ese chiste gráfico pudiera herir la sensibilidad de algún lector. Y me contestó: “¡Bah!, si eso del infierno no existe. Lo pasamos aquí en la tierra”. Sea como fuere, voy de humor.

3 Érase un piloto tan bueno como aviador como malo en el aspecto personal. Un día, se perdió en la niebla, se estrelló contra la cima de una montaña, y se fue al otro mundo. En aquel sitio, como dice San Juan de la Cruz, le examinaron del amor, y le suspendieron en esa noble asignatura: le mandaron al infierno.

4 Allí, el jefe del infierno examinó el expediente de su vida y, acto seguido, llamó a otro demonio: - Acompaña a este nuevo inquilino al departamento de aviación, puerta número 1. Ya en dicho lugar, sonó el teléfono de aquella sección. - Espera un momento, voy al teléfono, que ahora no está en su puesto el encargado - se disculpó el demonio dejando solo a su acompañante.

5 El piloto aprovechó la ausencia del demonio acompañante para fisgarlo todo. Miró por la mirilla de la puerta 1. No le gustó lo visto. Aquello parecía una película bélica y de terror. Cientos de pilotos surcaban el aire con cara terrorífica ante las continuas explosiones.

6 A continuación, el piloto pasó a echar un vistazo a la mirilla de la puerta 2. Aquello estaba mejor. Parecía una película pornográfica. Cientos de señoritas en ropa interior acosaban a un tipo vestido de capitán de aviación, con la cara cadavérica, más de muerto que de vivo.

7 - Aquí me cuelo yo -se dijo el piloto al instante. Echó mano al picaporte, y estaba cerrado con llave. Como era un tramposo, sacó el cortaúñas del bolso del pantalón y comenzó a manipular la cerradura, con intención de colarse.

8 Estaba el piloto ocupado en estos quehaceres, cuando apareció el demonio de vuelta del teléfono. Venía farfullando: - Estos humanos que pesaditos se ponen. Una cosa es que el afán desmesurado por el dinero lleve al infierno de cabeza, y, otra distinta, comprar influencias en el infierno con su dinero.

9 Al percatarse de que el piloto condenado a la eternidad en la sala 1, intentaba colarse por la puerta 2, le gritó: - ¡Eh! ¡Pero insensato!¿Qué haces? Ahí no puedes entrar tú. No, no, ¡de eso nada!. De ninguna manera. ¡Ése es el infierno de las azafatas! ¿No ves que solamente tienen uno para todas?.


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