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Palaba de Vida Marzo 2010 ¡Cuántas veces en la vida sientes la necesidad de que alguien te dé una mano y al mismo tiempo adviertes que ningún hombre.

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2 Palaba de Vida Marzo 2010

3 ¡Cuántas veces en la vida sientes la necesidad de que alguien te dé una mano y al mismo tiempo adviertes que ningún hombre puede resolver tu situación!

4 Es entonces cuando te diriges casi sin darte cuenta a Alguien que sabe cómo hacer que las cosas imposibles sean posibles. Este Alguien tiene un nombre: Jesús. Escucha lo que te dice:

5 “Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: ‘Trasládate de aquí allá’, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes.” (Mt 17,20).

6 Es obvio que la expresión “trasladar las montañas” no tiene que tomarse al pie de la letra. Jesús no prometió a los discípulos el poder de hacer milagros espectaculares para sorprender a la masa.

7 Y, de hecho, si buscas en la historia de la Iglesia, no encontrarás ningún santo –que yo sepa– que haya trasladado montañas con la fe. Gianna Beretta Molla Pier Giorgio Frassati Chiara Luce

8 “Mover montañas” es más una hipérbole, es decir, un modo de decir algo en forma exagerada intencionalmente para inculcar en la mente de los discípulos el concepto de que nada es imposible para la fe.

9 Cada milagro realizado por Jesús, directamente o a través de los suyos, siempre se hizo en función del Reino de Dios, o del Evangelio, o de la salvación de los hombres. Mover una montaña no serviría para esto.

10 La comparación con el “grano de mostaza” indica que Jesús no te pide una fe más o menos grande, sino una fe auténtica. Y la característica de la fe auténtica es la de apoyarse únicamente sobre Dios y no sobre tus capacidades.

11 Si te asalta la duda o la vacilación en la fe significa que tu confianza en Dios no es todavía plena: tienes una fe débil y poco eficaz, que todavía hace palanca sobre tus fuerzas y sobre la lógica humana.

12 En cambio, quien realmente confía por entero en Dios, deja que él mismo actúe y... para Dios nada es imposible. La fe que Jesús quiere de los discípulos es justamente esa actitud de plena confianza que le permite a Dios manifestar su potencia.

13 Y esta fe que, entonces, mueve montañas, no está reservada a una persona excepcional. Es posible y es un deber para todos los creyentes.

14 “Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: ‘Trasládate de aquí allá’, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes.” (Mt 17,20).

15 Se piensa que Jesús dijo estas palabras a sus discípulos cuando estaba por enviarlos en misión.

16 Es fácil desanimarse y asustarse cuando se sabe que uno es parte de un pequeño rebaño sin preparación, sin talentos particulares, frente a multitudes innumerables a las cuales hace falta llevar la verdad del Evangelio.

17 Es fácil perder el ánimo frente a gente que tiene intereses totalmente diferentes al del Reino de Dios. Parece una tarea imposible.

18 Por eso Jesús asegura a los suyos que con la fe “moverán las montañas” de la indiferencia, del desinterés del mundo. Si tienen fe nada será imposible para ellos.

19 Esta frase puede ser además aplicada a todas las otras circunstancias de la vida con tal de que estén en función del progreso del Evangelio y de la salvación de las personas.

20 A veces, frente a las dificultades insuperables, puede nacer la tentación de no dirigirse ni siquiera a Dios. La lógica humana sugiere: basta, total no sirve. Jesús, en cambio, exhorta a no desanimarse y a dirigirse a Dios con confianza. Él, de un modo u otro, escuchará.

21 Así le pasó a Lella. Habían transcurrido algunos meses desde el día en el que había desafiado llena de esperanza el nuevo trabajo entre la población flamenca de Bélgica. Sin embargo, un sentido de desánimo y de soledad le atenazaba el alma.

22 Entre ella y las otras chicas con las que trabajaba y vivía, se había levantado una barrera insuperable. Se sentía aislada, extranjera entre esa gente a quienes sólo hubiera querido servir con amor.

23 Todo dependía de tener que hablar un idioma que no era ni el suyo, ni de quien la escuchaba. Le habían dicho que en Bélgica todos hablaban francés y lo había aprendido. Pero cuando tomó contacto con ese pueblo, se dio cuenta de que los flamencos estudian francés sólo en la escuela y en general lo hablan de mala gana.

24 Muchas veces había intentado mover esa montaña de marginación que la aislaba, pero había sido en vano. ¿Qué podía hacer por ellas?.

25 Veía el rostro de su compañera Godeliève lleno de tristeza. Esa noche se había retirado a su habitación sin probar bocado. Lella la siguió, pero se detuvo ante la puerta de su habitación, tímida y titubeante. Habría deseado golpear... pero ¿cómo hacerse entender? Se quedó allí algunos segundos, luego, una vez más, se rindió.

26 A la mañana siguiente entró en una iglesia y se sentó al final, entre las últimas sillas, con el rostro entre las manos para que nadie viera sus lágrimas. Era el único lugar donde no hacía falta hablar otra lengua, donde ni siquiera era necesario explicarse, porque había Alguien que comprendía más allá de las palabras. Fue la certeza de esa comprensión lo que la hizo audaz, y con el alma angustiada le preguntó a Jesús: “¿Por qué no puedo compartir con las otras chicas su cruz y decir esas palabras que Tú mismo me hiciste comprender cuanto te encontré: que cada dolor es amor?”.

27 Permaneció frente al tabernáculo casi esperando una respuesta de Aquel que en la vida le había iluminado toda oscuridad. Cayó bajo su mirada el texto del Evangelio de la Misa de ese día y leyó: “Tengan valor: yo he vencido al mundo”2. Esas palabras descendieron como un bálsamo en el alma de Lella, y tuvo una gran paz.

28 Al volver para el desayuno, se encontró con Annj, la muchacha que hacía las tareas domésticas. La saludó y la siguió hasta la despensa; después, sin hablar, comenzó a ayudarla a preparar el desayuno. La primera que bajó de las habitaciones fue Godeliève. Venía a la cocina a buscar el café, apurada, para no ver a nadie. Pero allí se detuvo: quedó impactada por la paz de Lella tanto como ninguna palabra lo hubiera logrado.

29 Esa tarde, ya de regreso a casa, Godeliève alcanzó a Lella con su bicicleta y, esforzándose para hablar de modo comprensible, le susurró: “No son necesarias tus palabras, hoy tu vida me dijo: ‘¡Ama también tú!’”. La montaña se había corrido.

30 “Palabra de Vida”, publicación mensual del Movimiento de los Focolares. Texto di: Chiara Lubich, Publicado en septiembre de 1979. Gráfica di Anna Lollo en colaboración con don Placido D’Omina (Sicilia - Italia) Este comentario de la Palabra de Vida es traducido en 96 lenguas e idiomas,Anna LolloPlacido D’Omina llega a millones de personas en todo el mundo por medios gráficos, radio, TV y por internet – más información www.focolare.orgwww.focolare.org El PPS es traducido en diversas lenguas y publicado en www.santuariosancalogero.orgwww.santuariosancalogero.org Traducido por Revista Ciudad Nueva www.ciudadnueva.org.arwww.ciudadnueva.org.ar “Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: ‘Trasládate de aquí allá’, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes.” (Mt 17,20).


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