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KASIDA DEL OLVIDO (Joaquín Romero Murube)

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Presentación del tema: "KASIDA DEL OLVIDO (Joaquín Romero Murube)"— Transcripción de la presentación:

1 KASIDA DEL OLVIDO (Joaquín Romero Murube)

2 KASIDA En el RAE, CASIDA.(Del ár. clás. qaṣīdah).1. f. Composición poética arábiga y también persa, monorrima, de asuntos variados, y con un número indeterminado de versos.

3 para el mundo y sus halagos. Sin afanes ni venturas.
KASIDA DEL OLVIDO Sin amores, ya perdido para el mundo y sus halagos. Sin afanes ni venturas. Sin deseos, sin trabajos... En el patio del olvido florece un rosal de llantos. Dejadme llorar... ¿Por qué? ¡Si yo pudiera contarlo! ¡Que nadie me quiera mal! ¡Que me perdonen mis daños! Sólo quiero a mi canción de estilo pobre y honrado. Sólo quiero este perfume de albahaca entre las manos.

4 KASIDA DEL OCULTO TESORO
¡Si ya nada puedo darte, nada que en mi vida valga! ¡Si se lo llevaron todo, mi luz, mi acento, mi calma! Poco a poco, en el delirio de las noches estrelladas, el corazón, ya muy alto, no espera a nadie ni a nada. Tus labios… ¡Si yo pudiera volver atrás la esperanza! Pero no. Que hay algo en mí sobre tu fuego y tu gracia. Algo que nadie conoce, hondura dulce y amarga, soledad de mi alegría, hermandad de mis palabras, paredes, mirtos y fuentes que corren dentro del alma… Cielos de tarde andaluza con latidos de campanas. Repetición de mis horas fijas, dulces, esperadas. Algo que huye y se entrega como el ruido del agua. Silencio de enredaderas en mis ojos desmayadas. Llanto y secreto de siglos que renacen en mi entraña. Júbilo de transparencias en mis obras bien halladas… Algo que no necesita de tus labios… Que le basta con el misterio celeste de Dios, mi sangre y mañana.

5 Veinticuatro campanas
KASIDA DEL REPIQUE Veinticuatro campanas repican altas. dentro del alma. ¡Ay quién lograra ser de plata y de música en la Giralda!

6 en lo que estabas pensando. Lejana puerta del sueño.
Yo vi tus ojos perdidos en lo que estabas pensando. Lejana puerta del sueño. Soledad de beso y llanto. ¿Cuándo tarde y cuándo noche? Noche me piden mis labios. Pero no se acaba nunca la luz del vago verano. Mareas de cal y ocio sobre familia y descanso. Luz de tarde retenida en los altos campanarios. Los niños juegan al toro entre árboles y bancos. Filósofos y compadres beben su vida en un vaso. Yo vi tus ojos… Los vi con ansias de veinte años esperando el cristal negro de la noche y sus abrazos. KASIDA DE LA NOCHE ESPERADA Yo vi tus ojos… Los vi en la esquina de algún barrio. Estabas cerca y lejana contra el quicio blanqueado. ¡Qué muros de enredaderas entre gritos y entre nardos por los patios soñolientos de la tarde de verano!

7 hecha de savia y temblor. la tuve en mis manos yo
KASIDA DE LA FLOR NUEVA Ayer esta rama verde nada tenía, Señor. Era una vena en el aire hecha de savia y temblor. la tuve en mis manos yo y estaba tibia y dormida como en el pecho una voz… Y hoy, Señor, esta mañana, la rama tiene una flor. El cieno, la tierra, el barro hecho luz, hecho oración. El aire en éxtasis mira la gloria de la creación. ¡Señor que el barro ennobleces, brota en mi carne, Señor!

8 KASIDA DE LA ALBAHACA En la siesta y por los patios mis manos que te acarician. ¡Qué frescura entre tus hojas! ¡Qué morbidez en la íntima resistencia de tus tallos! Entre mis dedos germina tu olor de verde delirio. Ya embriaga, ya trasmina disuelto en los cauces hondos de mis venas... ¡Qué delicia! Cierro los ojos al mundo y el jardín brota en mi vida.

9 ROMANCE DEL PATIO TRISTE ¡Qué angustia de pena sorda
metida dentro del pecho! Es mi casa y es mi patio, sin embargo, tú, ¡qué lejos! Mis pulsos laten ardientes, densos de amor y recuerdos. Faldilla negra y volante, blusilla de terciopelo, un lunar en la mejilla y otro lunar en el cuello. La luz de la tarde abría navajas sobre tu pelo. ¡Carmen de nombre y olvido! ¡Carmen de pena y de sueño! Por lo rincones del patio tu luz, tu vida y tu acento. Si te reías temblaban las burbujillas del viento. Pudimos ser… ¡No quisiste! Ya sólo mi patio tengo con cuatro muros de cal para enterrar tu recuerdo.

10 Las orillas van de fiesta. Las fachadas, de colores. El río canta.
KASIDA DE LA GRACIA Algún día lo diré sin saber cómo lo digo. ¡Que no hay palabras! Es un gozo sin motivos. Es la vida que se pone alegre y clara. Las orillas van de fiesta. Las fachadas, de colores. El río canta. Tú no lo ves y lo sientes. Yo lo veo y no consigo coger su gracia. Y siempre nos pasa igual si nuestro amor se recrea frente a Triana.

11 KASIDA DEL ATARDECER KASIDA DEL ATARDECER ¿De dónde nace la noche?
Está guardada en el aire. Está dormida en la tierra. Sepultada por las calles. La noche llega en la brisa como una pena suave que se hace dueña del mundo con su luto irreparable. En la honda soledad de los jardines, ya nace. Se la ve avanzar confusa entre temblores de tarde. Casi se escuchan sus pasos en los latidos del aire: no es misterio ni tristeza, es una agonía amable. Se le resisten los ojos y la fuente en sus cristales. La luz postrera defiende sus más preciados mirajes. Aun lucha por el ocaso un sol débil que se abate entre grises y entre perlas con masas de oscuridades. Un soplo de Dios y Muerte punza nuestra dulce carne en este vuelo invisible de luz, de sombra y de arcángel. La noche avara consigue lentamente apoderarse de nuestro cuerpo… Del mundo. ¡Ya somos sombra que late!

12 Todo el jardín y la sombra.
KASIDA DEL ALTO AMOR En la madrugada. Nadie nos veía. Toda la noche y el río. Todo el jardín y la sombra. Toda la vida. Cuando tú querías...

13 KASIDA DE LA CALLE SONORA Yo sé que por esta calle
mis pasos suben al cielo. ¡Qué sonoridad lejana! ¡Qué retumbo el de sus ecos! ¿Son de cristal las esquinas? Las paredes ¿son de espejos? Por debajo de estas losas debe haber un cauce abierto, latiendo en hondura viva para recoger secretos del afán del caminante, flores de angustia y deseo. Mis pasos por esta calle suenan cerca, suenan lejos. Me siguen y me dominan como la sombra del cuerpo. ¿Voy pisando sobre el aire dormido en el ancho suelo? ¿Está la calle encantada en la soledad del tiempo?

14 KASIDA DEL AGUA DORMIDA No es más que el agua dormida
en el cuadro del estanque. La velan mis ojos tristes. La guardan los arrayanes. No es más que el agua dormida. ¡No la despiertes! ¡No hables! Sueña con verdes jardines que le corren por su sangre. Están allí, transparentes, por entre el cielo y su carne; cipreses de erguido anhelo, murtas de oscuros encajes. en el gozo de la tarde. Por su remanso discurren los éxtasis siderales. El sol, la nube… ¡Cuidado! No cante rutas el aire. Este mundo de delicias sólo es de paz y cristales. Mis ojos roban encantos en profundas densidades. La realidad vive en ellas con luz, con forma y sin aire. Naranjos, cielos, columnas, mi rostro y los arrayanes en el mundo misterioso de las aguas… ¿Soy de carne? ¿Qué normas de transparencias o de reflejos astrales mantienen –silencio puro- estas hondas claridades? ¿Qué música sin sonido, del alma sólo captable, bajo el temblor de las aguas alisadas por el aire? No es más que el agua dormida. Los jardines son su sangre. Mis ojos, líquida hondura. ¡Cuidado! ¡No despertarme!

15 KASIDA DEL AMANTE Y LA MADRUGAD
La humedad de los jardines como un óleo de venturas. La brisa sobre las sienes roce de estrellas y plumas. Todo lo falso y lo turbio en la inmensidad se anula. ¡Pobreza de nuestro esfuerzo! ¡Error de nuestras angustias! Lo que hay de Dios en nosotros busca en la noche su altura… Mira, mira cómo suben, cómo brillan, cómo alumbran, lucero entre los luceros, mi tristeza y tu hermosura. KASIDA DEL AMANTE Y LA MADRUGADA Apartémonos, amante, de la fiesta. Ya se burla la paz del campo, la noche, de ese anhelo sin hartura que es vivir. Ven y busquemos nuestra paz en la profunda calma inmensa, sosegada, trasparentada de luna. (Un árabe hubiera dicho al rodear tu cintura, que era como el cauce fino del río, cuando se curva para buscar azahares en la orilla…) KASIDA DEL AMANTE Y LA MADRUGAD No me anubla en el éxtasis latente de la sideral hondura, ni el brillo de tu mirada ni la miel de tu ternura. Mira las claras estrellas. Mira cómo ya se anulan los clamores del deseo en nuestra carne confusa. Hay algo más que el delirio de nuestras voces… Escucha: La soledad de los campos tiene su profunda música.

16 ¿Será cuerpo de fantasma?
KASIDA DEL MISTERIO ¿Será cuerpo de fantasma? La casa estuvo encendida toda una noche hasta el alba. Al amanecer, muy honda, se ha escuchado una guitarra. Lloraba una inmensa pena de soledad y desgracia. La casa es como un fanal para perfumes y lágrimas. La guitarra se dolía con sollozos de dos almas. ¿Quién lloraba entre las flores? ¿Quién con su muerte ya hablaba? Era una noche de estío. En una casa cerrada. En un barrio de Sevilla hay una casa cerrada. ¿Por quién florecen los nardos? ¿Por quién blanquean las tapias? Están cerradas las puertas, el balcón y las ventanas. Desde la calle se escucha rumor de fuentes y aguas. ¿Quién se mira en sus cristales? ¿Quién en su fondo se baña? La gente pasa con miedo ante la casa encantada. Por el corredor del patio se oye a una mujer que canta. ¿Será la amante de un moro?

17 KASIDA DE AMOR Y DE MIEDO ¿Quién me sigue por la calle?
¿Quién en la esquina en acecho? Nadie te vio entrar. Respira. La vida nace en tus besos. Están las puertas cerradas, y el corredor ,en secreto. ¿Quién pasa tras la cancela? ¿Quién habla cerca, aquí dentro? No pasa nadie. Los muros no devuelven ningún eco. Tus labios, llenos de espanto duelen de frío y de fuego. (En la oscuridad, las sombras juegan su baile de espectros. En el aire de la cita brinca la cebra del miedo. Crujen auras navegantes sobre el cauce del silencio. Y el mundo rueda al abismo ante un reloj descompuesto.) ¡Ay amor si tú volvieras, amor de amor y de miedo!

18 KASIDA DEL REY ALMOTAMID
Por barrios, torres, murallas... Por los huertos, por el río... ¡Estoy cansado de luces! ¡Ebrio, sin haber bebido! Hay una calle de angustias que es mi forzado camino. Hay una rara armonía entre el cielo y mis sentidos. Hay una mujer -¡engaños!- en mi implacable delirio. En los jardines, la sombra condensa un tibio latido de amor entre flor y nube con soledades de trino. ¿Qué es la soledad? Tristeza del mundo inmutable, fijo, hermoso ante nuestros ojos y ajeno a nuestros suspiros. ¿Por qué este sol de verano, cálido de paraísos, no se torna oro en mi sangre, no me enciende en beso, en grito? Yo presiento el alma, el roce del instante fugitivo, y en su delicia se hunde mi corazón sin alivio. ¿Por qué hay miradas que ahondan los fondos del turbio instinto? ¿Por qué el amor nos destruye en un celeste exterminio? ¡Sevilla, furor de sangre con un corazón de niño! ¡Sevilla, temblor de muros blancos entre jardinillos! En tu profunda clausura busco silencio y abrigo. Estoy cansado...¡Dejadme! Cansado de amor. de vinos... Dejad perderse mis horas ante un jazmín... ¡Y el olvido!

19 Le regalaste a mi cuerpo la profunda maravilla
KASIDA DE LA INQUIETUD Señor, me lo diste todo: el pan, el sol, la alegría. Le regalaste a mi cuerpo la profunda maravilla del río y de los jardines. Tengo una ciudad amiga; difícil ,como una amante; pura, como una novicia. Nada les falta a mis horas, y está ordenada mi vida. ¿Por qué, Señor, esta angustia, esta zozobra que anida en el latir de mis pulsos? ¿Por qué, Señor, la agonía de algo que no sé qué es, base y eje de mi vida?

20 Sevilla, cuando yo muera no quiero ser tierra tuya.
KASIDA DE LA MUERTE Sevilla, cuando yo muera no quiero ser tierra tuya. Aire fino de tus barrios. Soledad de tus clausuras. Vuelo y canto de campanas que suben a Dios su música. Luz de la tarde dormida. Jazmín de novia. Ternura de madre joven, contenta. Caridad dulce y oculta que besa llagas y heridas y no pregona sus luchas. Casta de su señorío. Claridades sin penumbras. Aromas, canto, saeta, júbilo, oración profunda sabiduría sin norma. Sencillez que nada oculta. quiero ser tu gracia pura.

21 Algún día, por esta calle de Santa Clara, en la paz
KASIDA DE LA GLORIA Algún día, por esta calle de Santa Clara, en la paz de un atardecer de oro, pasará un hombre perdido hacía un afán inconcreto. Habrá esta luz transparente, celeste, pura, sin fin. Habrá este claro reposo lleno de sonoridades de cal profunda y sencilla. Jugarán, puros, los niños ante el marco de sus puertas. Una risa de mujer en el abril de su edad pondrá en la carne del viento el temblor de una caricia. ¡Y algo unirá nuestra sangre con los cimientos del mundo! Irá un hombre por la acera con toda el alma en sus ojos. Yo estaré muerto, olvidado para el mundo y las personas. Y alguien pensará que un día habrá existido otro hombre que gozara esta delicia, este silencio, estas luces, esta risa, esta tristeza dulcísima, irreprimible, hacia ese afán inefable que es más que vida y que muerte…

22 Fue publicada esta obra en el año 1945 por la editorial Hispánica, volumen XXII de la colección “Adonais”. Se hicieron cuatrocientos veinticinco ejemplares en papel edición y ciento setenta y cinco en papel offset especial.

23 ¿Conoces a Joaquín Romero Murube?
Disfrutarás leyendo la obra de este escritor palaciego. Encontrarás un precioso recorrido literario por el pueblo, con lecturas extraídas de su libro Pueblo lejano, así como fotografías, ilustraciones, planos y comentarios entrando en el sitio:


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