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Domingo de Ramos en la Pasión del Señor  Procesión de los ramos: Lc 19,28-40: Bendito el que viene en nombre del Señor.  En el templo: Is 50,4-7: No.

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2 Domingo de Ramos en la Pasión del Señor  Procesión de los ramos: Lc 19,28-40: Bendito el que viene en nombre del Señor.  En el templo: Is 50,4-7: No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado. Sal 21,8-9.17-18a.19-20.23-24: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Flp 2,6-11: Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo. Lc 22,14-23,56: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Lectio divina del Salmo dominical Año C: Misterio de vida triunfante a través de la muerte.

3 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

4 Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere.»

5 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

6 Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos.

7 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

8 Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.

9 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

10 Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel.

11 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

12 Lectio Ahora leemos el salmo entero, despacio… SALMO 21 (22) [ 1 Del maestro de coro. Sobre "la cierva de la aurora". Salmo. De David.] 2 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? a pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza. 3 Dios mío, de día te grito, y no respondes; de noche, y no me haces caso; 4 aunque tú habitas en el santuario, esperanza de Israel. 5 En ti confiaban nuestros padres; confiaban, y los ponías a salvo; 6 a ti gritaban, y quedaban libres; en ti confiaban, y no los defraudaste. 7 Pero yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; 8 al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: 9 «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere.» 10 Tú eres quien me sacó del vientre, me tenías confiado en los pechos de mi madre; 11 desde el seno pasé a tus manos, desde el vientre materno tú eres mi Dios. 12 No te quedes lejos, que el peligro está cerca y nadie me socorre. 13 Me acorrala un tropel de novillos, me cercan toros de Basán; 14 abren contra mí las fauces leones que descuartizan y rugen. 15 Estoy como agua derramada, tengo los huesos descoyuntados; mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas;

13 16 mi garganta está seca como una teja, la lengua se me pega al paladar; me aprietas contra el polvo de la muerte. 17 Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; 18 me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. 19 Ellos me miran triunfantes, se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica. 20 Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. 21 líbrame a mí de la espada, y a mí única vida, de la garra del mastín; 22 sálvame de las fauces del león; a éste pobre, de los cuernos del búfalo. 23 Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. 24 Fieles del Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel. 25 Porque no ha sentido desprecio ni repugnancia hacia el pobre desgraciado; no le ha escondido su rostro: cuando pidió auxilio le escuchó. 26 Él es mi alabanza en la gran asamblea, cumpliré mis votos delante de sus fieles. 27 Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: viva su corazón por siempre. 28 Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. 29 Porque del Señor es el reino, Él gobierna a los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la tumba, ante él se inclinarán los que bajan al polvo. 30 Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura, 31 contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor. Si quieres escuchar el original hebreo pincha aquí.

14 Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Según el P. Ramón Ribera, monje de Montserrat, y otros estudiosos, el orden de los salmos no se debe al azar sino que hay toda una estructura interna.

15 Nuestro salmo se encuentra en la primera parte del salterio, dedicado a las súplicas a Dios, formada por los libros: 1º: salmos 1-40 2º: salmos 41-71 2º: salmos 41-71 Y 3º: salmos 72-88 Salmo 21: el Siervo de Dios sufriente. Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Dentro del primer libro, los salmos 3-31 constituyen la 1ª Colección de David. David es el protagonista de estos salmos y todos traen su nombre en el título (aunque esto no quiere decir que los haya escrito él). Toda esta colección está organizada en 4 septenarios que corresponden a 14+14. Para los hebreos el nº 14 es el equivalente numérico de las letras de la palabra “David.” El Salmo 21 se encuentra en el tercer septenario (salmos 18-24).

16 Este Salmo es una súplica de gran intensidad expresada mediante vigorosas imágenes (los enemigos son descritos como animales feroces; el Señor es comparado con una comadrona v.10, con un guerrero v.20, un héroe valiente v.22, o un rey v.29)  En él se encuentra expresado el desamparo de un hombre justo, (vv. 2-22) que ha tocado el límite del sufrimiento físico y moral, sobre todo, el de sentirse abandonado por Dios (v. 2). Sin embargo, incluso en medio de los mayores sufrimientos, el salmista suplica con una inquebrantable confianza en Dios (vv. 10-11) y no pierde el dominio de sí mismo ya que en ningún momento pide a Dios el castigo contra sus enemigos. En el fondo está seguro de la liberación final.  Por eso, su oración concluye con un canto de alabanza y de acción de gracias, en el que todos los fieles son invitados a celebrar al Señor, que no niega su ayuda a los pobres (vv. 23-27).  Los vv. 28-32 son un himno al Señor, Rey universal Este Salmo ocupa un lugar excepcional en la piedad cristiana, porque Jesús, en el momento de la crucifixión, lo utilizó para expresar los tormentos de su agonía. Lectio ¿Qué dice el texto?

17 Entramos en una Semana más de contemplación que de reflexión. Dejémonos interpelar por los textos más afectiva que intelectualmente. Meditatio Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo.

18 Cristo penetra en la gran tribulación, asume y hace suya la vivencia del Siervo del Señor, no se ahorra la angustia y el sufrimiento, la desolación y la sensación de abandono por parte del Padre. Quiere acoger en sí toda nuestra debilidad y tentación, todo nuestro pecado, para desde ahí, desde el inexplicable, paradójico y vertiginoso hecho de hacerse pecado por nosotros, esperar y proclamar la salvación a todos sus hermanos, dándonos así una palabra de aliento. Meditatio Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo.

19 Miremos a Cristo estos días con una “mirada de participación” (Card. Martini). Unámonos a su dolor, no temamos el sufrimiento, no nos quedemos dormidos como Pedro, Santiago y Juan, sobrecogidos por el temor. Cristo nos invita a acompañarle: “Velad y orad” ¿Seremos capaces de negarle este deseo? Meditatio Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo.

20 Te damos gracias, Señor, porque acogiste y experimentaste todo nuestro dolor, pecado y abandono y los presentaste ante el Padre. Haz que derramemos nuestra alma ante Ti en forma de lamento confiado –como tú hiciste ante el Padre- sin quejarnos de nuestros hermanos. Amén. Oratio ¿Qué me hace decirle a Dios este salmo?

21 “Cristo o ra por nosotros, como sacerdote nuestro; ora en nosotros, como cabeza nuestra; recibe nuestra oración, como nuestro Dios. Reconozcamos, pues, nuestra propia voz en él y su propia voz en nosotros. Y, cuando hallemos alguna afirmación referente al Señor Jesucristo, sobre todo en las profecías, que nos parezca contener algo humillante e indigno de Dios, no tengamos reparo alguno en atribuírsela, pues él no tuvo reparo en hacerse uno de nosotros. Por tanto, que nuestra fe esté despierta y vigilante. Y démonos cuenta de que aquel mismo que contemplábamos poco antes en su condición de Dios tomó la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre. Y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte. Y, clavado en la cruz, quiso hacer suyas las palabras del salmo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (S AN A GUSTÍN, Comentario al salmo 85, 1)S AN A GUSTÍN Contemplatio Miro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros…

22 ¡Velad y orad! Actio ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra? Es el momento de la “obediencia de la Fe”…


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