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Publicada porNicolás Carrasco Plaza Modificado hace 9 años
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Ciclo A
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se nos presenta el ejemplo de la Sagrada Familia.
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En la Navidad estamos viendo que Dios se hizo hombre para salvar a la humanidad naciendo de la Virgen en Belén. Jesús no vivió aislado socialmente, sino en un ambiente familiar y social. Fue miembro de una familia y de un pueblo, de una raza, de una nación.
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Hoy nos presenta la Iglesia el grupo familiar compuesto por la Virgen María, por san José y el Niño Jesús como un modelo familiar en nuestro camino hacia Dios.
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Hoy se ha cambiado mucho en cuanto apreciar el tipo de autoridad férrea paterna para con la esposa e hijos; pero persiste el que la base y el centro debe ser el amor.
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Ha habido muchos (y los hay) que han querido desprestigiar la familia como si fuese algo que ya ha pasado. Sin embargo es algo real y del futuro. Decía Juan Pablo II: “El futuro de la humanidad se fragua en la familia”. Lo recordaba también Benedicto XVI en los últimos días de su ejercicio como papa.
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“La institución matrimonial no es una ingerencia indebida de la sociedad o de la autoridad ni la imposición intrínseca de una forma, sino exigencia interior del pacto de amor conyugal que se confirma públicamente como único y exclusivo, para que sea vivida así la plena fidelidad al designio de Dios Creador. Esta fidelidad, lejos de rebajar la libertad de la persona, la defiende contra el subjetivismo y relativismo, y la hace partícipe de la Sabiduría creadora”. Y seguía diciendo Juan Pablo II
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“En este sentido, partiendo del amor y en constante referencia a él, el Sínodo sobre la familia ha puesto de relieve cuatro cometidos generales de la familia: 1) formación de una comunidad de personas; 2) servicio a la vida; 3) participación en el desarrollo de la sociedad; 4) participación en la vida y misión de la Iglesia”.
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La familia es la que va sosteniendo los verdaderos valores morales, como la dignidad de la persona, la tolerancia y respeto, la servicialidad y solidaridad, la responsabilidad, etc. Todo ello derivado del amor, que fomenta la unión y nos libra de males físicos y morales.
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En realidad nada puede realizarse hermoso y trascendente, de valor pleno, si no hay fe y sobre todo si no hay amor. Una familia está plenamente a salvo si se quiere como se quería aquella familia de Nazaret.
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Una familia que se quiere como se quería en Nazaret, Automático
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un compartir con los hermanos dándonos con gozo y sencillez.
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Espíritu de Iglesia primitiva amando en la esperanza y en la fe.
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Vivimos en medio de los hombres, antorchas de la fe en el mundo entero.
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Seremos el aire que respiran y flores al borde del sendero.
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Una familia que se quiere como se quería en Nazaret,
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un compartir con los hermanos dándonos con gozo y sencillez.
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Espíritu de Iglesia primitiva amando en la esperanza y en la fe. Hacer CLICK
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El amor no quita los sufrimientos, aunque los disminuye en gran manera. La Sda, Familia fue víctima también del egoísmo de los poderosos, fue perseguida y tuvo que caminar errante hasta Egipto. Así nos lo cuenta hoy el evangelio, que, por ser del ciclo A, es de san Mateo: Mateo 2,13-15.19-23
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Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo." José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: "Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto". Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño." Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
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El niño Jesús, con su familia, tuvo que huir a Egipto. Dicen algunos comentaristas que quizá san Mateo acentuó todo esto, porque ya el profeta Oseas había dicho: “De Egipto llamé a mi hijo”. Pero el profeta hablaba sobre todo del pueblo de Israel, que había salido de Egipto.
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Dicen algunos que ese ir y salir de Egipto por parte de Jesús es un acomodar el texto del profeta a Jesús, ya que Él es como un nuevo Moisés que ha venido para salvar al pueblo. Y no sólo al pequeño pueblo de Israel, sino a todo el nuevo pueblo de Dios, que somos todos nosotros.
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Y Jesús se retira a Nazaret viviendo una vida sencilla y humilde a prepararse para las grandes predicaciones convenientes para nuestra salvación. Esa preparación consistirá sobre todo haciendo vida de familia y enseñando las virtudes propias de una verdadera familia.
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Algo muy importante que nos enseña la familia de Nazaret es la disponibilidad ante la palabra de Dios. Es el estar atento a ver cuál es el mensaje de Dios, qué es lo que Dios quiere para nuestra familia, cómo cada uno debe estar en disponibilidad y en las manos de Dios.
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Como la Biblia habla muchas veces en términos de signos, cuando había una revelación especial de Dios, solían hablar de “sueño”. El ángel, dicen algunos, puede ser una persona sensata que les habla de cómo es Herodes el malvado y los peligros que tienen. La Sagrada Familia sintió en su alma la voz de Dios. ¿Cómo fue lo del sueño de José y el ángel?
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El hecho es que ellos (aquí especialmente san José) sienten cuál es la voluntad concreta de Dios. Y se abandonan a su querer. Para ello dejan lo poco que tienen de comodidad, por el bien del Niño.
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Hay familias que no progresan en el camino a Dios por el apego a cosas materiales, como modas, costumbres, que quizá no sean tan malas; pero que impiden el seguir el bien. Hoy consideramos a María, la de la huida, quizá en una borriquita llevando al Niño, pero procurando hacer siempre la voluntad de Dios.
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con José cruzó cami- nos, y atrás los fueron dejando Automático
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y sin hacer nada a nadie, se marcharon de sus tierras.
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En un asno va montada, y a Jesús lleva en sus brazos, y mientras José camina, junto a ella va pensando.
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Deja sus tierras de siempre, cumple la voz del Señor.
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Olvida su propia vida, olvida su propia vida, para encontrarse con Dios.
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fueron de un lado hacia otro, María y José por Egipto.
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Sin parientes ni familia vivieron en el destierro,
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hasta que muriera Herodes Hacer CLICK
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Hay alguno que dice: Si yo tuviera un angelito que me dijera qué tengo que hacer, cómo llevar a mi familia, por qué lugar. Pero el hecho es que tenemos muchos mensajes de Dios: Hoy tenemos el ejemplo de la Sda. Familia. Los últimos papas nos han dicho muchas cosas especialmente dedicadas a las familias. Y especialmente en la Escritura está la voz de ese ángel que buscamos.
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Dios no quiere las calamidades. Dios nos ha dado la liber- tad y permite que haya personas tan malas como Herodes que persiguió a Jesús y mató a muchos inocentes. También alguno dice: ¿Cómo Dios va a permitir tantas calamidades para la Sda. Familia, y tantas también para nuestra propia familia?.
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El hecho es que siguiendo la voz de Dios, aceptando todo como venido de las manos de Dios, todo se va significando y simplificando. Lo importante es hacerlo todo por amor, tengamos que huir o vivir de una u otra manera. Veamos qué nos dice hoy la primera lectura:
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Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre la prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos, y cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados. Eclesiástico 3,2-6.12-14
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Quizá a alguno le parezca una mentalidad demasiado a la antigua. Pero nos enseñan virtudes que son para siempre, sobre todo el amor. Y el amor encierra en sí el respeto. Aquí habla especialmente a los hijos que tienen padres mayores. A éstos parece a veces que les flaquea la mente; pero cuando hay amor no debe faltar el cuidado por ellos.
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En la vida moderna a los hijos se les insiste mucho en ser amigos de sus padres. Es verdad, pero se necesita también la obediencia, que es razonable y significa amor, agradecimiento, piedad filial, confianza, asistencia en las dificultades y en la soledad. Y los hijos deben cooperar en cuanto puedan, pues son miembros vivos de la familia.
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Los padres son cooperadores del amor creador de Dios y como sus intérpretes. Por eso deben cumplir responsablemente su deber de procrear a los hijos. Después deben educarlos humana y cristianamente de forma integral, con autoridad amorosa y vigilante, con diálogo y comprensión. Todo iría mejor, si las madres fuesen como María, los padres como san José y los hijos imitasen a Jesús de Nazaret.
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Todo podría ir mejor, si en fervor y en alegría fuesen las madres María y los padres san José, Automático
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Estoy pensando en Dios, estoy pensando en su amor.
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Estoy pensando en Dios, estoy pensando en su amor. Hacer CLICK
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San Pablo hoy en la 2ª lectura nos va indicando un poco más en qué consiste ese amor en la familia: Col 3,12-21
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Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
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San Pablo, para decirnos cómo debe ser el amor familiar, nos habla de misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Si no hay comprensión, no puede haber verdadero amor. Esto es porque de una generación a otra se piensa diferente en muchas cosas de la vida. Pero el amor va dulcificando y uniendo cada vez más.
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En cuanto a los esposos en sí, a algunos no les gusta que san Pablo hable de sujeción. Quizá es un término cultural de entonces, que para nosotros está totalmente explicado con lo siguiente: que los maridos amen a sus mujeres. Y aquí tiene en mente lo que dice en otro lugar: “Como Cristo ama a su Iglesia”, que es hasta morir por ella.
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Es fomentar lo que favorezca a ese amor, fomentar lo que les una, no lo que separe. Evitar lo que va contra el verdadero amor, como es todo el egoísmo, por el que se busca a sí mismo prescindiendo del otro. Amor es comunidad íntima de vida, saberse compren- der y dialogar mucho.
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Un verdadero amor incluye mucho sacrificio. Y también vida de oración. No significa sólo rezar algunas oraciones, sino llegar a ponerse muchas veces juntos en las manos de Dios. La vida de oración no se improvisa. Normalmente se aprende en la familia. Qué hermoso si uno puede decir: De mi madre aprendí a vivir la religión; y mi padre me enseñó a tener temor de Dios.
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De mi madre aprendí a vivir la religión. Automático
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Y mi padre me enseñó a tener temor de Dios.
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Por la noche al descan- sar, ella siempre me iba a hablar.
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Me solía repetir: No te olvides de rezar. Hacer CLICK
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Vivir la religión es aprender los valores propios de la vida. Porque no nacemos con el conocimiento de los valores. Los aprendemos por medio de la enseñanza y especialmente por los ejemplos de nuestros padres. Valores como la amabilidad, el respeto a los demás, la honradez y otros. Y para que los padres lo enseñen, primero los tienen que vivirlos ellos mismos dando así ejemplo.
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Unos de los valores que los padres deben enseñar a los hijos son la responsabilidad y la lealtad. La responsabilidad nos afianza en la convicción que tenemos de responder de nuestra conducta ante nosotros, ante Dios y ante las demás personas.
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La carta de san Pablo se fija en otras virtudes como la sobriedad y la sencillez. La cultura del mundo, del consumo, estimula a la ostentación y a todo lo que se tiene como signo de prestigio. Y nos quiere hacer caer en el engaño de la vida fácil y construir un modelo de vida, que es el de tener muchas cosas. Pero la verdadera vida consiste en el ser, no en el tener.
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Otros grandes valores son el respeto a la vida y el respeto a los demás. Por faltar estos valores, se dan tantas separaciones, divorcios, drogas, problemas de alcoholismo, abortos. Los valores enseñan el porvenir. No se debe descansar creyendo tener lo bueno. Siempre hay que estar en proceso de irlo consiguiendo, comenzando por el amor.
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El amor debe ser el único vínculo por encima de las tensiones. Y se va creando cada día, como la vida, En este crecer el amor, en esta vida imperfecta, debe darse muchas veces el perdón. Decía san Pablo: “Sobrellevaos mutuamente y perdonaos”.
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Ser una familia cristiana, al estilo de la familia de Nazaret debe ser el ideal de toda familia. Es una tarea difícil, porque estamos en medio de un mundo materialista, cuyos modelos están inspirados en lo que no llena la vida ni sienten la vida de Dios.
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Hoy pedimos a Dios para que en el hogar reine el amor, la entrega, el perdón, el servicio, la solidaridad y la justicia. Si se ora y se vive el Evangelio, la familia puede ser evangelizadora, puede ser luz de los valores cristianos, al mismo tiempo que vive más feliz. Hoy terminamos pidiendo por los padres para que su amor y desvelo por los hijos sea un auténtico amor.
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El amor de los padres hacia sus hijos Automático
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es certeza y desvelo, es auténtico amor.
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El amor de los padres hacia sus hijos
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siempre da, nunca pide, es puro amor.
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Oye, Señor,
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nuestra plegaria
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que por nuestros padres queremos rezar.
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Coge en tus manos amorosas de Padre,
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hazlas siempre brillar.
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Que María, que acogió en su familia al Hijo de Dios,
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interceda para que las familias tengan como centro a Jesús. AMÉN
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