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Coment. Evangelio Mt 5,13-16 Dom. 5º T. O. Ciclo 9 Febrero 2014 +Jesús Sanz Montes. Arzobispo Oviedo Música: Work D. Concierto en B minor Montaje: Eloísa DJ Avance Manual
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En los evangelios de los próximos domingos vamos a ir escuchando el comentario que Jesús mismo hará al sermón de las Bienaventuranzas que escuchábamos el domingo pasado.
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Será Él quien vaya desarrollando lo que significa una vida dichosa, feliz, bienaventurada, según la lógica de su Buena Noticia.
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La felicidad cristiana, quiere el Señor que se parezca a la sal: para dar sabor, para evitar la corrupción.
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La bienaventuranza de los cristianos, su dicha, quiere Jesús que se parezca a la luz: para disipar toda oscuridad y tenebrismo.
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Y esta es la relación que hay entre el evangelio de este domingo y el del domingo pasado.
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Ciertamente, que hay muchas cosas desabridas en nuestro mundo que dejan un pésimo sabor, o se corrompen.
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E igualmente constatamos que en la historia humana, la remota y la actual, hay demasiadas cosas oscuras, apagadas, opacas.
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No es un drama de éste o aquél país, de ésta o aquélla época,
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sino un poco el fatal estribillo de todo empeño humano cuando está viciado de egoísmo, de insolidaridad, de aprovechamiento, de cinismo, de injusticia, de mentira, de inhumanidad...
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La presencia cristiana en un mundo con tantos rincones desaboridos y oscurecidos, no es un alarde sabihondo.
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Los cristianos en tantas ocasiones hemos sido protagonistas o al menos cómplices de un mundo tan poco bienaventurado e infeliz.
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Por eso no es lo que pide el Señor en este evangelio una posición presuntuosa.
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No pretendemos decir a la gente insípida y apagada: miradnos a los cristianos. Sería arrogante e incluso hipócrita.
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miradle a Él, mirad a la Luz, acoged la Sal. Nuestra indicación es otra:
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Es lo que dice Pablo en la 2ª lectura:
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he venido a vosotros a anunciaros el testimonio de Dios, no el mío, y lo he hecho no con ardid humano sino en la debilidad y el temor en los que se ha manifestado el poder del Espíritu.
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Pero esa Luz y esa Sal que constituyen la Buena Noticia de Jesús, son visibles y audibles
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cuando se pueden reconocer en la vida de una comunidad cristiana, en la vida de todo cristiano.
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en ti romperá la luz como aurora, y se volverá mediodía la oscuridad cuando partas tu pan con el hambriento y sacies al indigente. Ya lo decía Isaías:
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Jesús nos quiere felices, dichosos, bienaventurados, nos quiere con una vida llega de sabor y plena de luminosidad.
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Una luz que ilumina toda zona oscura, y una sal que produce un gusto de vida nueva.
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Es decir, una "luz salada" que puesta en el candelero de una ciudad elevada hace que el testimonio de Dios sea visible y audible,
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para que quien nos vea y escuche pueda dar gloria a nuestro Padre del cielo. FIN
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