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Publicada porJosé María Carrizo Escobar Modificado hace 9 años
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Dios, esperanza del inocente perseguido automático
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Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores,
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presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño:
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emane de ti la sentencia, miren tus ojos la rectitud.
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Aunque sondees mi corazón, visitándolo de noche,
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aunque me pruebes al fuego, no encontrarás malicia en mí.
8
Mi boca no ha faltado como suelen los hombres;
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según tus mandatos, yo me he mantenido en la senda establecida.
10
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, y no vacilaron mis pasos.
11
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras.
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Muestra las maravillas de tu misericordia, tú que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha.
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Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme
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de los malvados que me asaltan, del enemigo mortal que me cerca.
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Han cerrado sus entrañas y hablan con boca arrogante;
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como un león ávido de presa, como un cachorro agazapado en su escondrijo.
17
Levántate, Señor, hazle frente, doblégalo, que tu espada me libre del malvado, y tu mano, Señor, de los mortales;
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mortales de este mundo: sea su lote esta vida; de tu despensa les llenarás el vientre,
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se saciarán sus hijos y dejarán a sus pequeños lo que sobra.
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Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.
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Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
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