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AUGUSTUS WELBY PUGIN GONZÁLEZ ROMERO, ESTER URBANÍSTICA I ¿Acaso el emplazamiento, el destino o el carácter del edificio inspiran su diseño?, No tiene.

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1 AUGUSTUS WELBY PUGIN GONZÁLEZ ROMERO, ESTER URBANÍSTICA I ¿Acaso el emplazamiento, el destino o el carácter del edificio inspiran su diseño?, No tiene porqué. Hay, por ejemplo, chales suizos en un país llano, villas italianas en un clima frío, etc. Y no solamente se construyen edificios aislados con estilos poco propios del lugar, sino que se acumulan desordenadamente. Se le hace difícil asumir que fueron unos hombres consagra­dos al arte de la arquitectura quienes hicieron ta­les atrocidades, las cuales considera, al contrario que la mayoría, obras que empeoran la metrópolis hasta ser una vergüenza nacional. No considera que un modelo de ciudad sea algo completamente imposible. Cito textualmente: “No hay ninguna razón para que unas ciudades no­bles, que ofrecen todos los perfeccionamientos posibles en materia de alcantarillas, derivación de aguas, o con­ducciones de gas, no puedan edificarse siguiendo un estilo que sea a la vez perfectamente coherente”. Vivimos rodeados de contrastes, de choques. El terreno de juego donde desarrollamos nuestro día a día no suele distar mucho de unos lugares a otros, especialmente en las ciudades donde podríamos reducir sus elementos configurativos inmóviles a calles y edificios. En el medio rural también existe esto, aunque a pequeña escala y de una manera más modesta y menos significativa, de eso no hay duda. Despertamos dentro de un edificio para abandonarlo por unos minutos e ir a parar a otro edificio. Durante esos minutos de traslado nos hemos ido moviendo entre edificios. La arquitectura nos envuelve y rodea. Se nos presenta constantemente y apenas nos damos cuenta de ello. Asumimos lo que vemos de una manera inconsciente. Nadie se para a contemplarlos, están inmersos en su ajetreada vida diaria. Son como volúmenes asimilados por el hecho de encontrarse unos junto a otros sin importar cuándo fueron “puestos” allí o qué relación guardan con su entorno. De hecho, algo que ocurre muy a menudo, al menos a mí sí me pasaba, es que tendemos a ignorar todo aquello que nuestra ciudad alberga. Es cierto que todos sabemos que tenemos la Alhambra, pero más allá de que debería ser la séptima maravilla del mundo, poco conocemos y, sin embargo, estamos deseando que lleguen las vacaciones para irnos a explorar alguna ciudad. ¿Cómo puede ser que un “granaino” conozca mejor Sevilla o Londres que su propia ciudad? Y más teniendo en cuenta lo increíble que es Granada, aunque cualquier ciudad tiene gran cantidad de cosas que ofrecer, tiene su encanto, su personalidad. Retomando la idea del desinterés general, llega un punto en el que aparece una voz anónima, salida de la nada, que parece abanderar con la palabra una cruzada a favor o en contra de tales disposiciones urbanísticas. Y ésta atrae a otras voces dispares, que al asociarse en masa parecen tener capacidad y tienen autoridad como para actuar de juez. No hay nada más peligroso que una masa constituida por gente que opina sin antes haberse informado cuidadosamente ya que defenderán con fervor (cuánto menos saben, más radicales) aquello que creen correcto o más bien aquello que les han dicho que es correcto.

2 Esto ocurre por ejemplo con la muralla de Antonio Jiménez Torrecillas. La gente opina, critica y condena algo que no sabe ni qué representa ni porqué está hecho de la manera elegida, en definitiva, no conocen ni entienden el proyecto. Lo que argumentan es básicamente que no respeta la muralla con la cual dista unos 1500 años el proyecto. Seguramente la crítica surgió entre dos o tres que se fueron haciendo eco los unos a los otros y, al final, la masa, aunque no lleve razón, puede llegar a ejercer presión sólo por el hecho de la cantidad que son. ¿Quiere decir esto que el proyecto deberia ser echado abajo? Esto es algo que se puede intentar responder siempre y cuando se haya estudiado el proyecto, ya que aunque no se tenga la verdad absoluta, serán opiniones críticas y válidas. Pero es que además voy a poner otro ejemplo en el cual aparecen volúmenes entre los cuales existe una gran cantidad de años de diferencia y son vistos con los mejores ojos para así ver cómo ese argumento es de lo más insignificante. La gente acude en masa a los foros romanos con una certeza a priori de que aquello es bello. Y lo es, por supuesto. Aparecen ante sus ojos dentro de un mismo recinto cantidad de monumentos, volúmenes y espacios que distan de sí cronológicamente más de 1500 años, y lo aceptan como algo bello sin plantearse si esa iglesia está destruyendo con su “lenguaje cristiano” ese entorno pagano. Al contrario, lo admiran. Entornos urbanos, edificios independientes que han soportado reformas, ampliaciones, a los que se les ha adherido nuevos volúmenes, etc. Y podríamos citar innumerables ejemplos de esto. Nuestra historia urbanística y arquitectónica así esta conformada. El contraste entre las diversas concepciones es espectacular, o por lo menos impactante. Los diferentes lenguajes arquitectónicos para un mismo punto, los pintorescos escenarios de una fuerte carga visual que hechizan, limitando nuestros sentidos críticos y reduciéndonos a meros viajeros de paso… ¿Cómo preferir un solo estilo, pudiendo tener estos contrastes de los que hablo?


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