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Publicada porGerardo Villalobos Ríos Modificado hace 10 años
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Nació en Fain-les-Moutiers (Francia), el 2 de Enero del 1806.
Sus padres tuvieron diecisiete hijos de los que vivieron nueve, Catalina era la séptima. Como su hermana mayor, María Luisa, se fue de monja vicentina, Catalina tuvo que quedarse al frente de los trabajos y por esto no pudo aprender a leer ni a escribir. Y así fue desde la niñez, sustituyendo a su madre muerta en la dirección de la granja paterna, cuidando a diez hermanos, atendiendo a todo y aun encontrando tiempo para ir a la iglesia y visitar enfermos.
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Y al mismo tiempo que los deberes de casa, tiene que prepararse
a la primera comunión. Acude cada día al catecismo a la parroquia de Moutiers-Saint-Jean, y su alma crece en deseos de recibir al Señor. Cuando llega al fin día tan deseado, se hace más piadosa, Más reconcentrada. Además ayuna los viernes y los sábados.
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A los 14 años pidió a su papá que le permitiera irse de religiosa
a un convento pero él, que la necesitaba para atender los muchos oficios de la casa, no se lo permitió. Y la mandó a París, a que ayudase a su hermano Carlos, que tenía montada una hostería frecuentada por obreros.
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El cambio fue muy brusco. Añora su casa de labor, las aves
de su corral y la tranquilidad de su campo. Aquí todo es falso y viciado. ¡Qué palabras se oyen, qué galanterías, qué atrevimientos! Sólo por la noche, después de un día terrible de trabajo, la joven doncella encuentra soledad en su pobre habitación. Entonces ora más intensamente que nunca, pide a la Virgen que la saque de aquel ambiente tan peligroso.
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Y una noche vio en sueños
a un anciano sacerdote que le decía: "Un día me ayudarás a cuidar a los enfermos y serás muy feliz". La imagen de ese sacerdote se le quedó grabada para siempre en la memoria. Carlos comprende que su hermana sufre, y como tiene buen corazón quiere facilitarla la entrada en el convento. Habla con Huberto, otro hermano mayor, oficial, que un pensionado para señoritas en Chatillon-sur-Seine.
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Otra vez el choque violento para la joven campesina,
porque el colegio era refinado y en él se educan jóvenes de la mejor sociedad, que se burlan de ella. A los 24 años, logró que su padre la dejara ir a visitar a la hermana religiosa, y quedó sorprendida viendo el retrato del anciano que se le apareciera en sueños. Era un cuadro de San Vicente de Paúl, fundador de la orden.
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Entonces comprendió cuál era su vocación y desde ese día se propuso
ser hermana vicentina. Insistió ante su padre, y al fin éste dio su consentimiento y luego logró ser aceptada en la comunidad Hizo su postulantado en la misma casa de Chatillon, y de allí marchó el día 21 de 1830 al "seminario" de la casa central de las Hijas de la Caridad en París.
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Siendo Catalina una joven monjita,
tuvo unas apariciones que la han hecho célebre en toda la Iglesia. En la primera, una noche estando en el dormitorio sintió que un hermoso niño la invitaba a ir a la capilla. Lo siguió hasta allá y él la llevó ante la imagen de la Virgen Santísima.
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Nuestra Señora le comunicó esa noche varias cosas futuras que iban a suceder en la Iglesia Católica y le recomendó que el mes de Mayo fuera celebrado con mayor fervor en honor de la Madre de Dios.
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Y le encomendó que hiciera una imagen de Nuestra Señora
Pero la aparición más famosa fue la del 27 de noviembre de Estando por la noche en la capilla, de pronto vio que la Sma. Virgen se le aparecía totalmente resplandeciente, derramando de sus manos hermosos rayos de luz hacia la tierra. aparecido Y le encomendó que hiciera una imagen de Nuestra Señora así como se le había aparecido y que mandara hacer una medalla que tuviera por un lado las iniciales de la Virgen MA, y una cruz, con esta frase:
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"Oh María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y le prometió ayudas muy especiales para quienes lleven esta medalla y recen esa oración.
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Catalina preguntó a la Virgen
por qué de los rayos luminosos que salen de sus manos, algunos quedan como cortados y no caen en la tierra. Ella le respondió: "Esos rayos que no caen a la tierra representan los muchos favores y gracias que yo quisiera conceder a las personas, pero se quedan sin ser concedidos porque las gentes no los piden". Y añadió: "Muchas gracias y ayudas celestiales no se obtienen porque no se piden".
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a su confesor esta aparición, pero él no le creyó.
Catalina le comentó a su confesor esta aparición, pero él no le creyó. Sin embargo, después de un tiempo, al darse cuenta de la santidad de Catalina, intercedió ante el Arzobispo para obtener el permiso para hacer las medallas.
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El Arzobispo le dio permiso
para que hicieran las medallas, y entonces empezaron los milagros y a la vez surgían numerosas vocaciones religiosas. Los que llevaban la medalla con devoción y rezaban la oración: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti", conseguían favores formidables, y todo el mundo comenzó a pedir la medalla y a llevarla.
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ya no me verás más, pero oirás
Pasado el seminario, sor Labouré fue enviada al Asilo de Enghien, en el arrabal de San Antonio, de París, lo que le dió facilidad de seguir comunicándose con su confesor, el padre Aladel. La Virgen había dicho a sor Catalina en su última aparición: "Hija mía, de aquí en adelante ya no me verás más, pero oirás mi voz en tus oraciones".
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dijo: "Ahora es menester propagarla".
Sor Catalina recibió también una medalla, y, después de comprobar que estaba conforme al original, dijo: "Ahora es menester propagarla". Desde 1830, fecha de las apariciones, hasta 1876, fecha de su muerte, Catalina estuvo en el convento sin que a nadie se le ocurriera que era ella la que se le había aparecido la Virgen María para recomendarle la Medalla Milagrosa.
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la Virgen Santísima había venido a decir y prometer, pero sin revelar
El Padre Aladel, confesor de la santa, publicó un librito narrando lo que la Virgen Santísima había venido a decir y prometer, pero sin revelar el nombre de la monjita que había recibido estos mensajes, porque ella le había hecho prometer que no diría a quién se le había aparecido. Y así mientras esta devoción se propagaba por todas partes, Catalina se hunde en la humildad y el silencio durante cuarenta y cinco años barriendo, lavando, y haciendo de enfermera, como la más ignorada y humillada de todas.
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con todo detalle y se supo quién era la afortunada que había visto
Al fin, ocho meses antes de su muerte, fallecido ya su antiguo confesor, Catalina le contó a su superiora todas las apariciones con todo detalle y se supo quién era la afortunada que había visto y oído a la Virgen. Delante de la anciana y ya claudicante hermana, la cual había sido por veces severa, la Superiora se arrodilló y se humilló. Tanta simplicidad en la grandeza confundía su soberbia.
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en la capilla de la Rue du Bac.
Santa Catalina falleció dulcemente el 31 de diciembre de 1876, siendo enterrada tres días después en una sepultura cavada en la capilla de la Rue du Bac.
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Pasadas casi seis décadas, el 21 de marzo de 1933,
su cuerpo exhumado apareció incorrupto a la vista de los asistentes.
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Un médico irguió los párpados de la santa y retrocedió, reprimiendo
con dificultad un grito de espanto: los magníficos ojos azules que contemplaron la Santísima Virgen parecían todavía, después de 56 años de túmulo, palpitantes de vida.
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Fue beatificada por Pío XI en 1923, y canonizada por Pío XII en 1947.
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y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión
Señor, tú que concediste a Santa Catalina Labouré el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de esta santa, la gracia de que, desde nuestra vocación, busquemos la santidad en las cosas simples de la vida. Te lo pedimos por tu Hijo Jesús que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo. Amén
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