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Publicada porMaría Victoria Parra Espejo Modificado hace 10 años
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Por: Noris Capín Relevo de vida
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¡Pon argumento a tu vida!, ¡pon fuego al banquete que espera! Besa la senda por donde caminas y recoge las flores que adornan tu sendero. Encuentra en el borde de la ribera, los pétalos que deshojó la flor; y báñate con el rocío que dejó impregnado el frío, cuando el amor se fue y no volvió.
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Vuelve al cálido engranaje que dicta tu propia causa. Ve a descansar tu carga en la cima de la montaña. Ríete de la ferocidad del alba, que se anticipa el veloz despunte; uniéndote con franco abrazo al día que ya pasó.
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Sumérgete en la plenitud de Dios, encauza tu vida por la senda ungida, y trata de alcanzar la luz que brinda el amanecer. Entonces, sujeta el ramo de tus heridas, que se han quedado dormidas en el tiempo que se esfumó, y festonea con agrado las delicias, los agravios, la belleza de los días de tu juventud.
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Al alcanzar esa afrenta, que te desvía el camino, recuerda los conocidos que hicieron algo por ti. Tírale también tu manto a las personas que inspiran, y pásale el testigo al que corre contigo la carrera de la adversidad. Releva el llanto por el zumbido del viento y pon laureles en la entrada de tu casa, verás el llanto tornarse en canto durante el diluvio triste de tus desencantos.
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¡Pon argumento a tu vida!, ¡pon el cincel en la madera fina! Entrégate a disfrutar la brisa, sin que te preocupe más nada. Dedícate a olvidar las llagas que engranan tu mente y brío; olvídate también del frío que te dan tus semejantes. Concede al momento crucial una afinidad contigo, y graba en tu memoria la ingenuidad de un amigo.
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Dios a pesar de tu inquietud, despliega un sencillo paisaje, te reviste de homenaje cuando el silencio ataca, sin embargo la monotonía empaca dulces recuerdos de antaño, cuando el tiempo acicala los terribles desengaños. Y mientras la melodía toca la sinfonía perfecta, recuerda que Dios, tu Padre olvidará tus ausencias, en los momentos cruciales cuando no pensaste en Él, cuando no dirigiste una plegaría para una reconciliación fiel.
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No obstante, en caso que las tinieblas apacigüen tu ardor humano, Dios te toma de la mano y dice: “te amo.”
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“Porque el Altísimo, el que vive para siempre y cuyo nombre es santo dice: “Yo vivo en un lugar alto y sagrado, pero también estoy con el humilde y afligido.” Isaías 57:15
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