Tengo por dentro iluminada el alma mientras camino la vida, ¿a dónde? a la Vida misma, la única, no hay otra,que todo, antes y después, es Vida.

Presentación del tema: "Tengo por dentro iluminada el alma mientras camino la vida, ¿a dónde? a la Vida misma, la única, no hay otra,que todo, antes y después, es Vida."— Transcripción de la presentación:

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3 Tengo por dentro iluminada el alma mientras camino la vida, ¿a dónde? a la Vida misma, la única, no hay otra,que todo, antes y después, es Vida.

4 La vida es paisaje, y un desvelo de estrellas mientras bullen y suben en tropel y de golpe los sentimientos escondidos en el requiebro azul de los días.

5 Es llorar en la noche, marchado que se ha la luna, sentimientos emergentes, por honor o cobardía, -que no es mucha la distancia entre el alba y el día-, para mantener aún vivos los recuerdos idos de la infancia.

6 Es sentir exánime el cuerpo, mientras cabalgan los luceros por la espiral de la agonía, suspendida, enajenada, en los postigos del alma en tanto, y poco a poco, se nos apaga el día.

7 Atrás quedaron los viejos, sublimes amores, transidos de platónica ilusión en el fuego incombustible, virgen, de la carne victimada de pasión.

8 Hasta vislumbrar, de pronto, en el almanaque cósmico del tiempo desprenderse la última página en el adiós póstumo del barro, estructura funcional del cuerpo. Eso y tanto, también es la vida. Juan Manuel del Río

9 Tengo por dentro iluminada el alma mientras camino la vida, ¿ a d ó nde? a la Vida misma, la ú nica, no hay otra, que todo, antes y despu é s, es Vida. La vida es paisaje, y un desvelo de estrellas mientras bullen y suben en tropel y de golpe los sentimientos escondidos en el requiebro azul de los d í as. Es llorar en la noche, marchado que se ha la luna, sentimientos emergentes, por honor o cobard í a, -que no es mucha la distancia entre el alba y el d í a-, para mantener a ú n vivos los recuerdos idos de la infancia. Es sentir ex á nime el cuerpo, mientras cabalgan los luceros por la espiral de la agon í a, suspendida, enajenada, en los postigos del alma en tanto, y poco a poco, se nos apaga el d í a. Atr á s quedaron los viejos, sublimes amores, transidos de plat ó nica ilusi ó n en el fuego incombustible, virgen, de la carne victimada de pasi ó n. Hasta vislumbrar, de pronto, en el almanaque c ó smico del tiempo desprenderse la ú ltima p á gina en el adi ó s p ó stumo del barro, estructura funcional del cuerpo. Eso y tanto, tambi é n es la vida. Juan Manuel del Río