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Publicada porRodrigo Parrilla Modificado hace 9 años
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El Evangelio de este domingo XXVI del Tiempo Ordinario, nos invita a reflexionar la calidad de nuestra apertura a la Voluntad de Dios Padre. Tanto en el ámbito de la familia, como o en la Iglesia, o en el trabajo, o como miembro o responsable de algo, estamos invitados a reflexionar nuestra actuación desde el contraste expuesto por Jesús: “el que había dicho sí, se quedó en pura palabra y no hizo la voluntad del padre, sin embargo, el que había dicho no, finalmente sí la hizo”. La parábola de los dos hijos, nos advierte que la autenticidad de toda respuesta, no está en las palabras, sino en la actuación y el obrar concreto. “Obras son amores y no buenas razones”. Sin embargo podemos quedarnos en una interpretación maniquea de esta parábola, al reducir su mensaje a una simple división entre los que de verdad “hacen” y los que tan sólo “dicen”. Mientras que para Jesús, la actuación contrapuesta de los dos hijos, no es otra que la APERTURA o NO APERTURA, a la escucha y a la respuesta de la llamada que Dios nos hace en la vida cotidiana. Según Jesús, los mundanos (publicanos) y las prostitutas, es decir, los que no se consideran a sí mismos fieles, ni se atreven a juzgar a nadie porque han experimentado la dureza del rechazo, son los que mejor aprecian todo lo bueno que la vida les depara, y lo reconocen como puro regalo del Dios misericordioso. Por eso están abiertos a la gracia, obteniendo así la delantera en el camino hacia el Reino de Dios.
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[ Comienza la oración ] En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: ¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Palabra del Señor. Entonces Jesús les dijo: Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes enseñándoles el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas, sí le creyeron. Ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él. Palabra del Señor. Ya voy, señor. Se acercó al primero y le dijo: Hijo, ve a trabajar hoy en la viña. El le contestó: Ya voy, señor. Pero no fue. No quiero Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. El le contestó: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Ellos le respondieron: El segundo.
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[ Continúo ] Al final, rezo el Padrenuestro, saboreando cada palabra.
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Me sereno para esta cita con Dios. Me acomodo con una postura que implique todo mi ser. Al ritmo de la respiración doy lugar al silencio. ( Una y otra vez repito este ejercicio ) [ Continúo la oración ]
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[ Sigo adelante ] NOTA: La oración preparatoria me ayuda a experimentar libertad de apegos. La repito tantas veces como quiera, dejando que resuene en mí. NOTA: Este paso merece hacerlo con esmero. Le dedico unos 10 minutos.
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[ Sigo adelante ] (Si me ayuda, puedo decir varias veces la petición) Señor, ayúdame a proceder conforme a tu Voluntad
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[ Y continúo la oración ] La llamada correspondida libera de los miedos e inseguridades inseguridades. Y aunque la respuesta, de inmediato, no sea plena, la vuelve más apremiante porque transforma nuestros deseos. Y así la respuesta se vuelve camino porque ayuda a salir del propio amor, querer e interés.
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[ Y continúo la oración ] La llamada correspondida provoca un diálogo libre con Dios Dios que sustenta el proceso personalizado y personalizador en todo hombre y en toda mujer. Y así este diálogo favorece la integración profunda de la propia vida. Nos vuelve comunión.
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[ Y continúo la oración ] La llamada correspondida fortalece la fe y engendra esperanza esperanza para que el amor se concrete en intercambio que crea puentes de solidaridad. Y así la fe, la esperanza y el amor, transforman las tinieblas en diafanía, habilitándonos para buscar y hallar a Dios en todas las cosas.
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[ Comienza el Cierre de la oración ] Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar; pasar haciendo caminos, caminos sobre el mar. Caminante, son tus huellas, el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar. Cuando el jilguero no puede cantar. Cuando el poeta es un peregrino. Cuando de nada nos sirve rezar. Caminante no hay camino, se hace camino al andar. ( Antonio Machado )
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Para centrar la experiencia vivida en la Oración, respondo en forma sencilla las siguientes interrogantes: [ Termino con la oración siguiente ]
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