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Un estudio metafísico de la Persona.

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Presentación del tema: "Un estudio metafísico de la Persona."— Transcripción de la presentación:

1 Reflexiones en base al libro Ética General de la Sexualidad del cardenal Carlo Caffarra

2 Un estudio metafísico de la Persona.
El hombre “es”, este ser del hombre no abarca sólo su existencia, sino su propio ser. la persona es única e irrepetible pues participa personalmente del Acto de Ser por excelencia, Dios mismo. SER Y OBRAR

3 Un estudio metafísico de la Persona.
La dignidad del ser humano radica en esa participación en el Ser Subsistente., y esta participación la hace a través del alma que informa un cuerpo. El cuerpo del hombre es cuerpo sexuado, de ahí la importancia de los actos del hombre, en sus actos no puede desligarse de su sexualidad, pues ella está en su esencia misma; se es persona humana femenina o masculina, sólo así existe el hombre.

4 Un estudio metafísico de la Persona.
Conclusión: La sexualidad pertenece al ser de la persona, no es una anexo. La persona humana participa del Ser Subsistente pero participa masculina o femeninamente, no tiene otro modo de participar.

5 Precisiones: Se parte de la bondad misma que lleva inscrita en su naturaleza la sexualidad humana, descubrir esta bondad, y donde radica es importante, pues luego, la actuación acorde o no con esa bondad nos dará su calificación moral.

6 Precisiones: De la exposición racional de la bondad intrínseca de la sexualidad humana al estudio de la Redención de Cristo, afirma que Cristo redime al hombre totalmente, por tanto redime también su cuerpo, y por ende su sexualidad, de ahí que la redención del cuerpo ayuda a la integración de la persona en la consecución de su fin último.

7 Precisiones: ¿cómo integrar subjetivamente la sexualidad a la misma persona?, es decir, cómo actúa el hombre sexualmente y cómo logra advertir que con sus actos se hace más o menos hombre. La sexualidad como una dimensión del ser de la persona y ordenada por la castidad para la consecución del fin mismo de la persona: la virginidad por el reino de los cielos y el matrimonio.

8 Los Presupuestos de la Ética de la Sexualidad
Los presupuestos de la ética de la sexualidad humana son: la unidad de la persona. La Corporalidad (la realidad de la redención del cuerpo: Razón y Fe)

9 Los Presupuestos de la Ética de la Sexualidad
Precisiones: En principio los actos son humanos si se realizan libremente. Esta forma de actuar se corresponde a un ser espiritual, esta dimensión espiritual hace que la persona sea alguien y no algo; es decir, que sea persona, no sólo individuo. Sin embargo, la persona humana también es corporal, de ahí que indaga si lo corpóreo pertenece al ser de la persona o es meramente accidental. A través de la misma experiencia se afirma que el cuerpo también es la persona.

10 Los Presupuestos de la Ética de la Sexualidad
Por tanto: La esencia (aquello que hace que algo sea “eso” y no otro) de la persona necesita del cuerpo “para ser persona”, es decir, el acto de ser es participado por el cuerpo y el alma, no como cosas separadas sino en unidad (aunque es cierto que el acto de ser está en el alma – pero en la persona el alma nunca está separada del cuerpo). Alma y cuerpo son co – principios de la unidad substancial del ser humano. El cuerpo es la misma persona en su visibilidad.

11 Los Presupuestos de la Ética de la Sexualidad
La Unidad de la Persona: Ya es dada; sin embargo, también debe integrarse. Tres niveles de dimensiones operativas que deben ser integradas: la física, la psíquica y la espiritual. En estas dimensiones hay una jerarquía; y el motor de toda la integración humana es la voluntad (facultad espiritual del hombre). La voluntad se mueve por sí misma, las otras facultades en la persona humana tienen un objetivo exterior. Este autodominio – que en definitiva es la libertad – permite al hombre realizarse, permite que el reflexione sobre si y capte su fin; por lo tanto, la belleza de la verdad hace que el hombre actúe en verdad, así el conocimiento del bien nos hará más libres.

12 Los Presupuestos de la Ética de la Sexualidad
Corporalidad: El cuerpo Redimido: La redención abarca todo su ser, por ende abarca el cuerpo. La revelación divina nos da a conocer que en un primer momento la unidad del cuerpo y alma estaba ya realizada y había una armonía en la integración de las dimensiones del ser humano; esta integridad se da porque la persona conoce y ama el bien moral. Sin embargo, el hombre cayó, y la huella del pecado original en el hombre es lo que se conoce como concupiscencia, por ello tendemos a la des - integración.

13 Los Presupuestos de la Ética de la Sexualidad
La concupiscencia en sí misma no es desintegración; en palabras claras, ella no es pecado, pero nos hace tender al pecado.

14 Los Grandes Temas de una Ética de la Sexualidad
La bondad de la Sexualidad: El ser humano existe, pero existe como varón o como mujer, no como ser humano “puro”. Es decir, hay una diferencia ya desde su constitución, la persona en concreto es persona sexuada, esta es una consecuencia de ver la sexualidad como perteneciente a la esencia de la persona, a su ser.

15 Los Grandes Temas de una Ética de la Sexualidad
La bondad de la Sexualidad: La bondad de la sexualidad es la misma que radica en su ser personal. A esta afirmación llega trascendiendo el dato de la experiencia. Y para conocer su bondad se afirma que primero debemos conocer más su fin, pues toda facultad se perfecciona a través de su acto, con él alcanza su propio fin u objeto.

16 La bondad de la Sexualidad:
Tres momentos en la reflexión de la bondad de la sexualidad humana: La bondad del objeto que se alcanza con el acto. El objeto de la facultad sexual es la procreación de un nuevo ser personal, y precisamente porque se trata de un ser personal es en sí mismo bueno; esta es pues la bondad del objeto de la facultad sexual. Pero la experiencia también afirma que la dimensión de la sexualidad humana no se reduce a la procreación. Hay una mutua atracción del hombre y la mujer que lleva a ambos a tener la necesidad de darse el uno al otro, hay una connaturalidad de una persona a darse a otra y crear así unidad (el hombre sale de su soledad, solo ante uno igual a él, otro “yo”).

17 La bondad de la Sexualidad:
La bondad de la facultad sujeto del acto. Se afirma que la bondad de la facultad sexual radica en la su “participación” del acto creador de Dios. La bondad de la facultad sexual radica en su participación del acto creador de Dios, pero no se queda ahí. La sexualidad humana también está orientada a la comunión de las personas, y esta comunión hace de verdad que dos sean uno; pero ¿cómo se da eso? Conocer y Amar

18 La bondad de la Sexualidad:
Bondad de la misma persona en cuanto la facultad sexual esta ella. La sexualidad del hombre descubre que es don para el otro, y en ese donarse está su realización, de ese modo el hombre se hace más hombre. Por tanto, la sexualidad bien vivida hace que el hombre se vea como “alguien” para amar y no como “algo” parar usar.

19 Los actos buenos: En su dimensión procreadora:
se trata de dar las condiciones necesarias para la concepción de un nuevo ser: Será moralmente bueno todo lo que se hace respetando la dignidad de ese nuevo ser; y esto se realiza sólo: 1) dentro del matrimonio pues es una institución que asegura el cuidado y realización del nuevo ser humano, y 2) Asegurando al nuevo ser su educación e inserción a la comunidad, el autor habla aquí de la “Procreación Responsable”.

20 Los actos buenos: En su dimensión unitiva:
Serán actos moralmente bueno en cuento expresen y realicen la comunión interpersonal total (que se expresa no sólo por la unión de los cuerpos), y esto acontece sólo dentro del matrimonio monógamo e indisoluble.

21 Los actos buenos: Estas dos dimensiones son éticamente inseparables.
La persona debe integrar su sexualidad a su propio fin: La castidad Hay una natural atraerse del hombre y la mujer que encuentra su fin en la unión sexual en cuanto este acto les satisface. Esta dimensión erótica no es buena ni mala, pero ella debe someterse a la voluntad que la conformará con el fin de la persona. Esta integración en el movimiento de la voluntad es ayudada por la castidad, ella hace que el eros se deje penetrar por el amor, y así dirige al eros a integrarse dentro de la bondad inteligible de la sexualidad. Pero es verdad que el hombre aquí y ahora, aunque ve el bien, no lo hace, y esto porque estamos “dañados”, pues ello en la sexualidad el movimiento psíquico – físico prevalece a la voluntad, y si esta se deja someter, no alcanza su fin. De ahí la urgencia de la vida en virtud, y de ellas a más elevada es la caridad que cuando gobierna la voluntad la inclina establemente a su bien.

22 Los actos malos: Lo contrario al fin procreativo es la anti – procreatividad. Diferencia entre voluntad no – procreadora - que no es un acto malo - y voluntad anti – procreadora que rechaza positivamente el concebir. La voluntad anti procreativa puede ser vista como voluntad de un fin (es lo que se quiere: no concebir) o voluntad que conduce a un fin (se quiere eso con vista a un bien). Hay que saber que en la conducta humana el acto tiene dos dimensiones: lo interior, y lo exterior. En el acto sexual la voluntad puede inclinarse hacia su bien entre formas: obrar el bien, abstenerse de obrar el bien, o realizar el acto pero destruyendo su capacidad de poner condiciones para una posible concepción (aquí se da una doble decisión voluntaria: una libre decisión de realizar el acto sexual y una libre decisión de destruir la fertilidad inherente a él.

23 Los actos malos: Los actos contrarios a la unitividad
Son aquellos en lo que no se quiere la donación interpersonal; esta conducta se ve en la fornicación, el adulterio, la masturbación y en la misma anticoncepción. Por eso la lujuria o intemperancia sexual destroza la unidad sexual de la persona y hace a éste cada vez más ciego para ver la bondad de la sexualidad, el hombre se hace menos libre y es sometido por las pasiones que lo incapacitan para actuar como verdadero hombre.

24 La Ley de la Sexualidad Humana:
Para que el hombre llegue a la consecución de su bien, no sólo le basta sus fuerzas, debe ser movido por Dios, y la acción de Dios en primer lugar se da instituyendo su ley divina en el corazón de los hombres, y luego ayudándolos con su gracia. Por tanto, la ley moral se enmarca en la participación de la misma Sabiduría Divina. El uso recto de la propia razón hace que encontremos la ley divina, esta forma de instrucción es lo que se llama Ley Natural; es decir, con la razón se descubre la verdad del bien de la sexualidad humana en la misma sexualidad, pues ella nos da una vía en sus inclinaciones naturales. Estas inclinaciones son humanas, por tanto dirigidas a un bien y en el recto uso de ellas se conoce el bien de la sexualidad. Ahora bien, esa ley natural esta opacada en el hombre, pues éste es un ser caído, de ahí la ley de la concupiscencia presente en el hombre. Por eso Dios viene en su ayuda revelándole su bien a través de las leyes divinas positivas (los diez mandamientos).

25 La Ley de la Sexualidad Humana:
De ahí que tengan sentido leyes que favorezcan el buen ambiente con el respeto al pudor, y se promueva la cultura de la castidad; además de prohibir aquellos que atenten contra la dignidad de la persona humana. Debemos entender que la ley divina es anterior a la ley humana, por ello la ley humana no puede cubrir todos los aspectos del hombre.

26 Los Estados de Vida Cristianos
El desplegarse del bien en la vida de cada cristiano. La gracia de Cristo hace ver más claro que ese bien sólo se realiza en dos caminos: Matrimonio: la comunión íntima en la relación sexual se logra por ser monógamo e indisoluble; y esto es así si se ve al “otro”, como “otro igual”: una persona única e irrepetible que vale en sí para el otro. En el matrimonio la dimensión procreativa es realizada en el cuidado y educación de los hijos. Toda esta argumentación, aunque verdadera, choca con la experiencia de la dificultad de percibir ese bien, de ahí que ve la necesidad de ahondar en la reflexión y dar un paso más: la unión en el estado conyugal debe participar de la unión de amor de Cristo a su Iglesia.

27 Los Estados de Vida Cristianos
La Virginidad o la continencia por el Reino de los cielos: Es perfecta y perpetua; esta es la característica principal de la virginidad cristiana. La continencia no debe ser querida ni en sí, ni por sí misma, sino por el Reino de los Cielos. El hombre se entrega totalmente como Cristo se entregó por todos los hombres (universalidad) y por cada uno de ellos (exclusividad). Esta polaridad si está presente en la conyugalidad, más no en la virginidad: el varón al entregarse totalmente a la mujer, ya no puede entregarse a otra mujer (y viceversa), el que configura su vida con Cristo virgen se puede entregar totalmente a todos y para cada uno de ellos, he ahí la originalidad de la virginidad.


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