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Santa Matilde ( ), monja benedictina

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Presentación del tema: "Santa Matilde ( ), monja benedictina"— Transcripción de la presentación:

1

2 Santa Matilde (1241-1281), monja benedictina
, le pidió a la Santísima Virgen que la asistiera en la hora de la muerte, oyó que la Virgen le decía: “Sí que lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres Avemarías. La primera, pidiendo que así como Dios Padre me encumbró a un trono de gloria sin igual, haciéndome la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también yo te asista en la tierra para fortificarte y apartar de ti toda potestad enemiga. Por la segunda Avemaría me pedirás que así como el Hijo de Dios me llenó de sabiduría, en tal extremo que tengo más conocimiento de la Santísima Trinidad que todos los Santos, así te asista yo en el trance de la muerte para llenar tu alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error e ignorancia. Por la tercera, pedirás que así como el Espíritu Santo me ha llenado de las dulzuras de su amor, y me ha hecho tan amable que después de Dios soy la más dulce y misericordiosa, así yo te asista en la muerte llenando tu alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para ti en delicias.”

3 la consolaría y le transmitiría las alegrías del Cielo.
Nuestra Señora prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte, presentándose en esa hora final con el brillo de una belleza tal que con sólo verla la consolaría y le transmitiría las alegrías del Cielo. Y esta promesa se extendió en beneficio de todos cuantos ponen en práctica ese rezo diario de las tres Avemarías.

4 Modo de consagrar el día a la Virgen de esta manera:
“María Madre mía, líbrame de caer en pecado mortal.”

5 1-Por el poder que te concedió Dios Padre:
‘Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

6 2-Por la sabiduría que te concedió Dios Hijo:
‘Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

7 3-Por el Amor que te concedió Dios Espíritu Santo:
‘Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

8 Luego, para finalizar, se reza un Gloria:
“¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén!”.

9 La siguiente jaculatoria fue indulgenciada por San Pío X,
y la recomendó rezar junto con esta devoción: "¡Oh María, por tu Inmaculada Concepción, purifica mi cuerpo y santifica mi alma!"

10 Como puede verse, es una devoción muy simple, pero al mismo tiempo, debido a la promesa de la Virgen, posee en su simplicidad una gran fortaleza y efectividad. Y la razón es que la Virgen María participa, en el mayor grado que una creatura humana o angélica pueda hacerlo, de los principales atributos de las Tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad:

11 tiemblan de espanto y huyen invadidos del más grande terror.
Dios Padre le ha concedido participar en su poder omnipotente, como no lo concedió a ninguna creatura y a ningún ángel, y en virtud de este poder, la Virgen María aparece en el Génesis aplastando la cabeza del Dragón infernal, y ante su solo nombre, “María”, Satanás y el infierno todo tiemblan de espanto y huyen invadidos del más grande terror.

12 de los misterios absolutos de Cristo, su Hijo.
Dios Hijo le concedió participar de su Sabiduría, como no lo hizo ni lo hará con ninguna creatura, humana o angélica, y por este motivo, donde está María, Madre de la Sabiduría, no entran en el error, la herejía, el cisma, la apostasía, y brillan con esplendor divino el conocimiento sobrenatural de los misterios absolutos de Cristo, su Hijo.

13 y en imitarlo en su mansedumbre y humildad.
Dios Espíritu Santo, la hizo participar de su Amor y de su Pureza en un grado eminentísimo, mucho más alto que el de los más grandes ángeles y santos, y por eso mismo, donde está la Virgen, está el Amor a Jesucristo y el deseo ardiente de seguirlo camino de la Cruz y en imitarlo en su mansedumbre y humildad.

14 Con la devoción de las Tres Avemarías confiada a Santa Matilde, la Virgen nos concede la gracia
de participar, según nuestra disposición, de las mismas virtudes con las cuales fue adornada por las Tres Personas de la Santísima Trinidad. Y aquí radica toda la fuerza de su implacable eficacia en salvar almas.

15 La Santa Madre de Dios le dijo a Santa Gertrudis que:
“Quien la venerase en su relación con la Beatísima Trinidad, experimentaría el poder que le ha comunicado la Omnipotencia del Padre como Madre de Dios; admiraría los ingeniosos medios que le inspira la sabiduría del Hijo para la salvación de los hombres, y contemplaría la ardiente caridad encendida en su corazón por el Espíritu Santo”.

16 que mi vista le consolará y le comunicará las alegrías celestiales”.
En otra ocasión la Virgen María le dijo a esta Santa, refiriéndose a todos los que la invocamos diariamente conmemorado el Poder, la Sabiduría y el Amor que le fueron comunicados por la Santísima Trinidad: “A la hora de su muerte me mostraré a él con el brillo de una belleza tan grande, que mi vista le consolará y le comunicará las alegrías celestiales”.

17 Cuando Sor María Villani, religiosa Dominica siglo XVI
rezaba un día Las Tres Avemarías, oyó de labios de la Virgen María estas estimulantes palabras: “No solo alcanzaras las gracias que me pides, sino que en la vida y en la muerte prometo ser especial protectora tuya y de cuantos como tú practiquen esta devoción”.

18 También dijo la Santísima Virgen:
“La devoción de las tres Avemarías siempre me fue muy grata... No dejéis de rezarlas y de hacerlas rezar cuanto podáis. Cada día tendréis pruebas de su eficacia...”

19 Propagadores de esta Devoción ha sido:
San Antonio de Padua, quien aconsejaba en sus Misiones.

20 como remedio de todos los males, especialmente contra la impureza.
San Alfonso María de Ligorio el cual recomendaba rezarla en la mañana y tarde como remedio de todos los males, especialmente contra la impureza.

21 Uno de sus mejores propagandistas fue San Antonio María Claret,
fundador de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Agregando al final: Concede Señor, a nosotros tus siervos perpetua salud de alma y de cuerpo. Y por la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, seamos libres de las tristezas de la vida presente y gocemos de las alegrías de la vida eterna. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. ¡Oh dulce corazón de María, sed la Salvación mía (3 veces).

22 San Luis María Grignion de Montfort dice:
La Virgen María, es el tesoro del que los santos hablan, en el cual se ha encerrado lo más sagrado de la creación; es el depósito de todas las gracias al que Dios dio forma para almacenarlas en un solo recipiente. En una palabra, Dios omnipotente posee en Ella un riquísimo almacén en el que guarda lo más bello, refulgente, raro y precioso que posee, incluido su propio Hijo.

23 sus abundantes misericordias.
Dios Hijo confió a su Madre sus méritos infinitos y virtudes admirables, y la constituyó depositaria de todo cuanto Dios Padre le dio en herencia. De esa manera, la Santísima Virgen constituye su canal a través del cual hace llegar a los hombres sus abundantes misericordias.

24 de ese modo, dispensadora de cuanto posee.
Del mismo modo, Dios Espíritu Santo transfirió a su fiel Esposa, sus dones inefables, designándola, de ese modo, dispensadora de cuanto posee. Y así es como Ella distribuye a quien quiere y cuando quiere todos sus dones y gracias.

25 si no pasa previamente por sus manos virginales.
Por consiguiente, es fácil comprender que nada se concede a los hombres si no pasa previamente por sus manos virginales. Porque tal es la voluntad de Dios quiere que todo lo recibamos de María que de ese modo es enriquecida, ensalzada y honrada por el Altísimo.

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