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Publicada porLeonor Candela Modificado hace 10 años
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Proteínas y sacrificios humanos (S. XIII) Existe una teoría controvertida, pero no refutada, según la cual la obsesión azteca por los sacrificios humanos se debía a que en su territorio escaseaban las proteínas. En efecto, en el México azteca no había grandes mamíferos con cuya carne alimentar a un ejército como el azteca, que tenía una visión tan mística de la guerra que llegaron a conservar artificialmente dentro de sus fronteras a enemigos independientes - Proteínas y sacrificios humanos (S. XIII) Existe una teoría controvertida, pero no refutada, según la cual la obsesión azteca por los sacrificios humanos se debía a que en su territorio escaseaban las proteínas. En efecto, en el México azteca no había grandes mamíferos con cuya carne alimentar a un ejército como el azteca, que tenía una visión tan mística de la guerra que llegaron a conservar artificialmente dentro de sus fronteras a enemigos independientes -
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El primer mensaje telefónico: un S.O.S (1876) El primer mensaje telefónico fue una petición de socorro, y esto es, sin duda, profundamente simbólico de la condición humana, pues la voz del hombre suena casi siempre para pedir, reclamar o quejarse. Un análisis exhaustivo que se hizo hace una década en Estados Unidos descubrió que el arte de hablar es el arte de quejarse o pedir auxilio. Pero, a lo que íbamos. Cuando Alexander Graham Bell patentó el teléfono, creía que con su invento se podían transmitir sonidos entre lugares distantes, pero no estrictamente palabras. Tres días después de sacar la patente, se le derramó ácido por la ropa mientras trabajaba en su laboratorio, y, entonces, asustado, pidió ayuda a gritos a su ayudante por su prototeléfono, convirtiéndose así, de paso, en el primer usuario de su propio invento El primer mensaje telefónico: un S.O.S (1876) El primer mensaje telefónico fue una petición de socorro, y esto es, sin duda, profundamente simbólico de la condición humana, pues la voz del hombre suena casi siempre para pedir, reclamar o quejarse. Un análisis exhaustivo que se hizo hace una década en Estados Unidos descubrió que el arte de hablar es el arte de quejarse o pedir auxilio. Pero, a lo que íbamos. Cuando Alexander Graham Bell patentó el teléfono, creía que con su invento se podían transmitir sonidos entre lugares distantes, pero no estrictamente palabras. Tres días después de sacar la patente, se le derramó ácido por la ropa mientras trabajaba en su laboratorio, y, entonces, asustado, pidió ayuda a gritos a su ayudante por su prototeléfono, convirtiéndose así, de paso, en el primer usuario de su propio invento
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"¡Señor Watson, señor Watson, venga inmediatamente, le necesito!", gritaba Bell. "¡Señor Watson, señor Watson, venga inmediatamente, le necesito!", gritaba Bell. El ayudante captó el sentido de las palabras, y también el tono de angustia. Bell era de origen escocés y profesor de fisiología bucal de la Universidad de Boston. Su mayor interés era la transmisión de la palabra a través de cables, y precisamente estaba tratando de mejorar el telégrafo cuando descubrió que las vibraciones sonoras cogidas en una membrana semejante a un tambor se podían transformar en ondas electromagnéticas. Tal fue el origen del teléfono. El ayudante captó el sentido de las palabras, y también el tono de angustia. Bell era de origen escocés y profesor de fisiología bucal de la Universidad de Boston. Su mayor interés era la transmisión de la palabra a través de cables, y precisamente estaba tratando de mejorar el telégrafo cuando descubrió que las vibraciones sonoras cogidas en una membrana semejante a un tambor se podían transformar en ondas electromagnéticas. Tal fue el origen del teléfono. PRIMER MENSAJE:
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La gravedad y el sentido común (1689) Hasta Isaac Newton el infinito había sido el dominio privado de Dios, que no se podía ni soñar con tocar. Cuando Galileo apuntó su telescopio al infinito, la iglesia romana se le echó encima con tal contundencia que su insolencia estuvo a punto de costarle la vida. Newton es, que yo sepa, el primero que se enfrenta con el infinito de manera creativa: "Me da la impresión -dijo, al final de su vida- de que no he sido más que un niño, jugando en la orilla y divirtiéndose, y hallando de vez en cuando un guijarro más bonito que los otros, mientras el vasto océano de la verdad seguía elevándose delante de él, aún por descubrir". La gravedad y el sentido común (1689) Hasta Isaac Newton el infinito había sido el dominio privado de Dios, que no se podía ni soñar con tocar. Cuando Galileo apuntó su telescopio al infinito, la iglesia romana se le echó encima con tal contundencia que su insolencia estuvo a punto de costarle la vida. Newton es, que yo sepa, el primero que se enfrenta con el infinito de manera creativa: "Me da la impresión -dijo, al final de su vida- de que no he sido más que un niño, jugando en la orilla y divirtiéndose, y hallando de vez en cuando un guijarro más bonito que los otros, mientras el vasto océano de la verdad seguía elevándose delante de él, aún por descubrir".
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Su sed de respuestas y su profunda religiosidad le indujeron a hacerse constantes preguntas sobre el funcionamiento de lo que él llamaba "el universo de Dios". Apoyándose en Galileo, Kepler y otros, Newton remató el proceso de transformación radical de la física, que pondría fin a la interpretación de la ciencia por intermedio de la Biblia y sobre la base exclusiva del principio de autoridad. En la larga lucha entre el magister dixit y el sentido común, acabó ganando, gracias, en buena parte, a Newton, el sentido común. Su sed de respuestas y su profunda religiosidad le indujeron a hacerse constantes preguntas sobre el funcionamiento de lo que él llamaba "el universo de Dios". Apoyándose en Galileo, Kepler y otros, Newton remató el proceso de transformación radical de la física, que pondría fin a la interpretación de la ciencia por intermedio de la Biblia y sobre la base exclusiva del principio de autoridad. En la larga lucha entre el magister dixit y el sentido común, acabó ganando, gracias, en buena parte, a Newton, el sentido común. "Todo el mundo veía caer manzanas", comentó Stephen Hawkins a este propósito, "pero sólo Newton dedujo de ello el principio de la gravitación universal". "Todo el mundo veía caer manzanas", comentó Stephen Hawkins a este propósito, "pero sólo Newton dedujo de ello el principio de la gravitación universal".
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