El Pecado, ruptura de la armonía de la Creación de Dios

Presentación del tema: "El Pecado, ruptura de la armonía de la Creación de Dios"— Transcripción de la presentación:

1 El Pecado, ruptura de la armonía de la Creación de Dios
EJERCICIOS ESPIRITUALES ONLINE Segundo día: Pecado y Misericordia 1ª Meditación 7:00 hrs.

2 Preámbulo El plan creador de Dios ha sido roto por la osadía de la creatura. El Hombre está llamado a amar y dialogar con Dios y vivir para Él, pero hay un obstáculo: el pecado, tanto original como personal. El pecado aparece en la historia de la humanidad como la respuesta truncada del hombre al amor infinito de Dios. Pecar es fallar al amor. Buscamos hacer la verdad en nuestra vida con estas meditaciones sobre el pecado y sus consecuencias. He de enfrentarme con ésta realidad que me toca personalmente

3 ¿Quién sabe qué es el pecado?
Nadie puede decir por si mismo, qué es el pecado, por el simple hecho de que él mismo está en el pecado. Todo lo que el hombre dice del pecado, en el fondo, no puede ser más que un paliativo, una atenuación del pecado mismo. "Tener una ideal débil del pecado forma parte de nuestro ser pecadores" (Kierkegaard). Yo mismo, que estoy aquí discurriendo sobre el pecado, soy un pecador y, por tanto, debería decirles: ¡no se fíen demasiado de mí ni de lo que digo! Sepan al menos esto: que el pecado es algo más serio, infinitamente más serio de lo que yo consiga hacerles comprender

4 Finalidad Nuestra meditación cumpliría su finalidad , aunque sólo consiguiera conmover nuestra inconmovible seguridad de fondo (no soy tan malo) y concebir un saludable espanto frente al enorme peligro que representa para nosotros, no digo el pecado, sino la simple posibilidad de pecar. Ese espanto se convertiría, entonces, en nuestro mejor aliado en la lucha contra el pecado. ¡Temblad para no pecar!

5 1. El pecado, negativa de reconocer a Dios
El pecado fundamental, el objeto primario de la reprobación divina lo identifica san Pablo en la impiedad. Y tal impiedad consiste en la negativa a glorificar a Dios y dar gracias a Dios. En otras palabras, en la negativa de reconocer a Dios como Dios, en tributarle la consideración que se le debe. Consiste podríamos decir, en "ignorar" a Dios, en el sentido de hacer como si no existiera. Moisés gritaba: “¡Reconoced que Dios es Dios!" y el salmista recoge ese grito diciendo: “¡Sabed que el Señor es Dios: que el nos hizo y somos suyos!" Reducido a su núcleo germinal, el pecado es negar ese “reconocimiento”; es el intento por parte de la creatura, de cancelar , por propia iniciativa , casi con prepotencia, la diferencia infinita que hay entre ella y Dios.

6 2. Conversión a las creaturas: La Idolatría
La negativa a reconocer a Dios desemboca en la idolatría. En la idolatría, el hombre no "acepta" a Dios, sino que se fabrica un dios; Es él quien decide por Dios, no al revés. Las partes se invierten: el hombre se convierte en el alfarero y Dios en el vaso que él modela según le place

7 3. El salario del pecado "Los que te abandonan, fracasan (Jer 17,13).
El abandono de Dios conduce a la confusión, incluso al extravío de sí mismo. "Quien quiera salvar su propia vida la perderá decía Jesús. “Pérdida” “Extravío” son las palabras que aparecen con mayor frecuencia en la biblia cuando se habla de pecado: La dracma perdida, la oveja extraviada... El pecado es pues, desastre y fracaso radical. Un hombre puede fracasar de muchas maneras: (como médico, profesor, comerciante, secretaria…) Pero son fracasos relativos; siempre dejan la posibilidad de rehacerse y ser una persona respetabilísima, incluso un santo. Pero con el pecado no es así; con el pecado se fracasa en cuanto creatura: En la realidad básica, en lo que se “es”, no en lo que “se hace”. Este es el único caso en que se puede decir de una persona, lo que dijo Jesús de Judas: ¡Más le valdría no haber nacido!

8 Conclusión Tras meditar en lo que es el pecado:
Recorrer la historia de mi propio pecado. Ese pecado mío ha crucificado a Cristo, Nuestro Señor Sentir "vergüenza y confusión de mí mismo, viendo cuántos han sido dañados por un solo pecado mortal y cuántas veces yo merecía ser condenado para siempre por mis tantos pecados" (San Ignacio Ej. Esp. n. 48)