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Publicada porMaría Teresa Soto Modificado hace 6 años
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CINCO Domingo XVII PANES Tiempo Ordinario Ciclo B
Comentario Evangelio Domingo XVII. T. O. Ciclo B Julio Francisco Cerro Chaves. Obispo de Coria-Cáceres Secretariado Catequesis de Cádiz y Ceuta Música: BSO “la Misión” Montaje: Eloísa Díaz-Jara
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TEXTO BÍBLICO Jn Después de esto, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de Tiberiades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo».
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Había mucha hierba en aquel sitio
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda». Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
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Estamos en la otra parte del lago de Galilea o Tiberiades
Estamos en la otra parte del lago de Galilea o Tiberiades. Jesús, al que le siguen multitudes, va a comenzar la preparación del misterio de la fe.
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Acojamos su gran invento
Acojamos su gran invento. El más revolucionario y original, la Eucaristía, el Dios con nosotros, el maná que nos dio el Padre como alimento en el camino.
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¿Cómo dar de comer a la multitud hambrienta de pan y de cariño, de verdad y de ternura?
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Jesús, cuenta siempre con nosotros y nos hace la pregunta del millón ¿Cómo darles de comer?
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El Corazón de Jesús no desprecia nuestra pobreza y cuenta con ella para dar respuesta a las necesidades del corazón humano.
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Siempre cuenta el Señor con nosotros, parte de nuestros problemas, cinco panes.
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Aquí, hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces
Aquí, hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces Pero ¿qué es esto para una multitud hambrienta de pan?
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Nos asusta lo desproporcionado de las necesidades y la misión a la que nos envía el Señor.
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Estamos hundidos por la llamada, la responsabilidad y nuestras pobrezas. ¿Qué son estos dos panes y cinco peces? No hay ni para empezar.
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Ante la incertidumbre y las dificultades de siempre, ¿no es mejor retirarse a los cuarteles de invierno y esperar que, a lo mejor, llegan tiempos mejores y menos complicados?
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Hay que ponerse en la piel de los apóstoles, de los evangelizadores, de nuestras eternas pobrezas.
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Jesús comienza con su respuesta, “con signos pobres”, lo primero es tan sencillo y humilde como indicarles que se sienten, que respiren un poco, que se calmen.
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Los sitúa bien, pues en aquel lugar había “mucha hierba” que siempre hace que la sentada se lleve mejor.
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A veces, las grandes soluciones comienzan con pequeños signos, con la humildad de partir de la pobreza, de los que somos y tenemos.
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Eran unos cinco mil, siempre demasiados y el milagro comienza con la Acción de Gracias al Padre.
No espera Jesús ver el milagro con sus ojos, sino que comienza agradeciendo primero.
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Rompe el esquema del orante judío que reflejan los salmos y que primero piden, después esperan y sólo cuando se hace la curación, el milagro, agradecen.
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Aquí Jesús comienza con la acción de gracias como antes de morir, con la Eucaristía.
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Partiendo los dos panes y los cinco peces, de los pobres de aquello y de los nuestros se realiza el milagro Dios siempre cuenta con nuestra pobreza para evangelizar.
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No desprecia ningún pan, ningún pez, ninguna pobreza, para construir porque al fin y al cabo, ¿qué puede hacer aquel muchacho? Nada y todo.
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Nada, porque era una pequeñez con la inmensidad de cinco mil personas y sin embargo era su vida la que daba y junto con la acción de Jesús realiza el milagro.
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El milagro de la evangelización se realiza cuando ponemos al servicio del Señor nuestro problema.
FIN
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