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Oración 5 4ª 28 Hablar con Dios 2. Y con la Virgen María, los santos y los ángeles.

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1 Oración 5 4ª 28 Hablar con Dios 2. Y con la Virgen María, los santos y los ángeles

2 Estamos viendo que la oración es “hablar con Dios”
Estamos viendo que la oración es “hablar con Dios”. En el tema anterior explicábamos más lo del “hablar”. Ahora vamos a ver, más detallado, lo de “con Dios”. Así que la oración es un diálogo: hablamos con Dios como podemos hablar con cualquier otra persona, aunque en realidad hay bastante diferencia con hablar con una persona terrenal. Y esto porque Dios es un ser trascendente, que está por encima de nosotros y que no se identifica con lo terreno.

3 Hay religiones, o pseudoreligiones, que afirman que Dios está metido o identificado con las cosas. Sería un panteísmo o a veces lo describen como algo indeciso. Pero creer en el Dios verdadero es creer en ese Ser maravilloso que ha hecho la tierra y los seres humanos. Es creer que está más allá, el Altísimo, el Total, enteramente otro; pero está también acá, y nos suscita preguntas y nos da respuestas. Por todo eso, puede haber una verdadera oración.

4 Dios es un ser independiente de todo, de las cosas y del hombre
Dios es un ser independiente de todo, de las cosas y del hombre. Cuando en la Biblia dice a veces que no podemos mirar a Dios cara a cara, significa que no se le puede identificar con nada ni con nadie de aquí en la tierra; pero podemos hablar con Él. – Lo que tratamos ahora es que orar no es sólo hablar a Dios, sino que es hablar con Dios. Quiere decir que debe haber un diálogo. Porque hay personas que rezan como ausentes de Dios.

5 Este rezar como ausentes de Dios puede ser por varias razones
Este rezar como ausentes de Dios puede ser por varias razones. Puede ser porque desconocen la presencia de Dios, la ignoran, o porque tratan de evitarla; es decir, actúan como si no la conocieran. Y muchas veces es por el pecado. Recordamos lo de Adán y Eva en el paraíso: Después del pecado se querían esconder de la presencia de Dios, para que Dios no les viera: como si pudiera uno esconderse de Dios.

6 Algo parecido le pasó a Caín después de haber matado a su hermano Abel
Algo parecido le pasó a Caín después de haber matado a su hermano Abel. También quería esconderse. En el tema anterior recordamos el caso del profeta Jonás que, para no cumplir lo mandado por Dios, quería huir muy lejos en barco. Pero Dios le hizo volver. Dice el salmo 139: “¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada?” Dios me conoce, si me siento o me levanto. En todos los momentos y en todos los lugares está Dios, y por lo tanto me conoce perfectamente.

7 Pecar se puede decir que es tener miedo de la mirada de Dios
Pecar se puede decir que es tener miedo de la mirada de Dios. Alguno cree que, si uno cierra los ojos, también se cierra la mirada de Dios. Es como dicen que hace la avestruz, que mete la cabeza en la arena, creyendo que, al no ver a los demás, ya nadie la ve. Pero Dios sí nos ve y no se olvida de nosotros. Decía san Juan de la Cruz que sólo hay un lugar para esconderse: el mismo regazo amoroso del Padre. Como las ranas se lanzan al agua al sentir el mínimo peligro, así nosotros debemos hundirnos en la bondad de Dios al temer su justicia.

8 Por lo tanto la solución al pecado no es huir sino acercarnos a Dios y hablar con Él. El pecado es la lejanía; como decía san Pablo: “Vosotros en otro tiempo estabais lejos, pero habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo”. Así que todo buen cristiano es como caminar en la presencia de Dios. En ella encontrará “la plenitud del gozo”.

9 A veces nos cuesta orar no sólo por el pecado, sino por la misma distracción de la vida, ya que hay tantas cosas que nos llenan la imaginación y las posibilidades de la vida. Muchas veces falta tiempo y ocasión para estar con Dios. Como ejemplo podríamos poner cuando estamos en un lugar de mucha aglomeración de personas: estamos presentes con muchos, pero quizá el espíritu ausente. Así pasa a veces con Dios.

10 Estamos cercanos con Dios, pero a veces muy lejanos
Estamos cercanos con Dios, pero a veces muy lejanos. Nos solemos preocupar de muchas cosas, vestido, alimento, etc., menos de Dios que está con nosotros. No basta con entrar sólo en el templo. Hay que entrar dentro del corazón donde está Dios. Decía san Agustín: “Tu estabas dentro de mi y yo estaba fuera, y por fuera te buscaba… Tu estabas conmigo, yo no estaba contigo. Yo no estaba conmigo. Me retenían las cosas…”

11 Tarde te amé, Automático

12 Hermosura tan antigua y tan nueva,

13 Tarde te amé.

14 Tu estabas dentro de mi, yo estaba fuera.

15 Y por fuerza te buscaba, y me lanzaba sobre el bien y la belleza creados por Ti.

16 Tu estabas conmigo, yo no estaba contigo; yo no estaba conmigo.

17 Me retenían lejos las cosas,
no te veía ni sentía, ni te echaba de menos.

18 mostraste tu resplandor
y pusiste en fuga mi ceguera.

19 Exhalaste tu perfume y respiré;

20 y suspiro por Ti.

21 Gusté de Ti y siento hambre sed.

22 Tú me tocaste y me abrazo en tu paz.

23 Tarde te amé,

24 Hermosura tan antigua y tan nueva.

25 Tarde te amé Hacer CLIC

26 Así que orar no es sólo decir palabras
Así que orar no es sólo decir palabras. Hay algo elemental, que es: estar en armonía o sintonía con Dios. Quizá no lo hemos hecho en otros momentos de nuestra vida. Nunca es tarde: comencemos a orar de verdad. – A veces no es fácil, porque hay que atreverse. Hay personas que pocas veces han hecho verdadera oración y se les hace difícil. Por eso hay que atreverse y decidirse. Quizá como nos pasa con una persona algo extraña.

27 Orar es tener un diálogo de confianza con Dios: le podemos contar lo que pasa a nuestro alrededor. Quizá una de las primeras cosas es sentirse pecador, necesitado de salvación, ante Dios. Es ponernos ante la presencia de Dios, como Padre lleno de amor y pedirle perdón. Pero al mismo tiempo, reconocer tantas gracias que nos va dando continuamente: especialmente la oportunidad que nos da para poder merecer la gloria del cielo.

28 Esto nos debe dar gran alegría y paz por sentirnos amados y favorecidos, más de lo que solemos pensar cuando nos ponemos algo pesimistas. Debemos saber que Dios nos conoce antes de que salga ninguna palabra de los labios. Sin embargo quiere que se lo digamos. Con ello adquirimos méritos. Y Dios nos responde, aunque sea algo más difícil comprender sus respuestas. Hace falta atreverse. En la misa, cuando vamos a rezar el Padrenuestro, hay una fórmula muy antigua que dice: “Nos atrevemos a decir”.

29 Recordamos cuando Moisés estaba con Dios delante de los israelitas y éstos no se atrevían a hablar con Dios. Le decían a Moisés: “Habla tu, que nosotros no nos atrevemos”. No querían que Dios estuviera muy cercano a ellos, porque le tenían miedo. Era como un temor reverencial. Debemos aprender, si no lo hemos hecho antes, hablar con Dios, como con un amigo, como Moisés, como Abraham o aquellos patriarcas de la Sda. Escritura.

30 Y debemos aprender a hablar con Dios Padre o con Dios Hijo o con Dios Espíritu Santo. Y hablarle de nosotros o de las otras personas, de las necesidades y urgencias. Moisés a veces sabemos que hablaba de las necesidades de los otros. Abraham era intercesor ante Dios de las necesidades del pueblo. Dios se abaja para hablar con nosotros y atiende a nuestra confianza puesta en la oración, cuando le confiamos nuestras vivencias y sentimientos. O cuando intercedemos por los demás.

31 Para eso hace falta un cierto valor o atrevimiento, como decía antes
Para eso hace falta un cierto valor o atrevimiento, como decía antes. Esto porque al hablar con Dios, uno debe como despersonalizarse para escuchar con paz a Dios. Debemos tener la conciencia en claro de que Dios Padre nos quiere más que nadie. Cuando uno está ya acostumbrado a saber que estamos con Dios Padre, es de lo más fácil. Y luego ya no es necesaria la valentía o la osadía de hablar con Dios como de tu a tu, porque Dios nos va ayudando.

32 Y vamos a otro capítulo dentro de este tema de hablar con Dios
Y vamos a otro capítulo dentro de este tema de hablar con Dios. ¿Con quién podemos hablar? Ya hemos dicho que podemos hablar con Dios, como tal, o con Dios Padre, con Dios Hijo o con Dios Espíritu Santo. Pero también podemos hablar con la Stma. Virgen María, con los ángeles y con los santos. Aunque es algo dudoso, también parece que podemos hablar con las almas del Purgatorio. Y esto es porque a Dios le gusta que sus más amigos sean nuestros intercesores.

33 Esta intercesión de los ángeles y santos está simbolizada por aquella escalera que vio Jacob por la que, uniendo el cielo y la tierra, subían y bajaban los ángeles con nuestros mensajes y sus respuestas. No es que sea una necesidad y menos que sea una injuria que se haga a Jesucristo, el verdadero Mediador entre Dios y los hombres. A Dios le agrada: algo así como si a un gran rey quisiéramos presentarnos para que nos conceda algo. Le agradará si es por medio de un gran amigo suyo y mejor, si es por medio de su madre.

34 Así que podemos pedir ese favor a un santo que está con Dios para siempre. Pero sobre todo por medio de la Stma. Virgen María. A ella no la pedimos, como a Dios, de manera directa que nos conceda algo, sino que la pedimos que interceda por nosotros. Y la historia de la Iglesia nos ha ido demostrando cuántos milagros ha hecho Dios por medio de la intercesión de su madre. En muchos momentos se ha hecho presente de modo sencillo, pero solemne, con grandes embajadas de Dios.

35 Por eso nosotros muchas veces la invocamos
Por eso nosotros muchas veces la invocamos. Y la decimos sobre todo: Ruega por nosotros. Así se lo decimos en tantas letanías y tantos nombres que con cariño el pueblo fiel ha ido poniendo a María. Dios tiene que ver con agrado las peticiones de su madre, cuando nosotros la decimos: Ruega por nosotros.

36 Madre del Redentor, RUEGA POR NOSOTROS.
Automático

37 Madre de todos los hombres, RUEGA POR NOSOTROS.

38 Madre llena de gracia, RUEGA POR NOSOTROS

39 RUEGA POR NOSOTROS

40 Tú, que le escuchas a Dios, RUEGA POR NOSOTROS.

41 Tú, que le sigues a Él, RUEGA POR NOSOTROS.

42 Tú, peregrina en el alma, RUEGA POR NOSOTROS

43 RUEGA POR NOSOTROS

44 Tú, que has vivido la fe, RUEGA POR NOSOTROS.

45 Tú, que aceptaste el dolor, RUEGA POR NOSOTROS

46 Madre, a los pies de la cruz, RUEGA POR NOSOTROS

47 RUEGA POR NOSOTROS

48 Virgen humilde y callada, RUEGA POR NOSOTROS.

49 Virgen inmaculada, RUEGA POR NOSOTROS.

50 Madre de tu creador, RUEGA POR NOSOTROS.

51 RUEGA POR NOSOTROS Hacer CLIC

52 Ha habido herejes, y siguen habiendo, que nos dicen que no es conveniente invocar a los santos por varias razones: Una es porque dicen que Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres. También porque los santos no se enteran de nuestras oraciones; y porque Dios es tan bueno que no necesita intercesores para darnos sus gracias. En primer lugar Cristo es el único mediador de redención; pero los santos son mediadores de intercesión, apoyando nuestras oraciones ante Dios.

53 Los santos ven nuestras oraciones, porque lo ven a través de Dios, en quien todo se refleja. Es algo así como quien ve lo que pasa en el mundo en una película o en TV; pero más profundamente en Dios, sobre todo lo que a ellos les atañe. Por lo tanto se enteran bien. Y son nuestros amigos y son amigos de Dios. Por eso pueden orar por nosotros. Dios no lo necesitaría; pero porque es tan bueno, lo permite para nuestro bien y mayor glorificación de los santos en la tierra.

54 Esto además es doctrina de la Iglesia católica promulgada sobre todo en el Concilio de Trento. Allí se afirmó solemnemente la utilidad y conveniencia de invocar a los santos y venerar sus reliquias y sagradas imágenes. – Y las razones que ponían eran tres: Una es por la bondad divina: por asociar a sus creaturas en la obtención y distribución de gracias.

55 Lo mismo que Jesús asoció a los apóstoles y sucesores en la obra de evangelización y son como intermediarios de las gracias de los sacramentos, así ahora asocia a los santos en la distribución de las gracias. Y no sólo la Virgen, los santos y ángeles, que están en el cielo, sino los justos de la tierra agradan a Dios cuando interceden por otros. Esto es lo que hace “la comunión de los santos”, de lo que ya hablaba san Pablo: que somos miembros del mismo Cuerpo Místico, por el que circulan las mismas gracias.

56 Otra razón era la caridad tan grande que permanece en los santos ya en el cielo. Ellos quieren que nos salvemos y vayamos con ellos. Así que a poquito que hagamos de nuestra parte por la oración, ellos interceden y Dios ve con agrado esta unión de sentimientos entre los del cielo con los de la tierra. Como ve con agrado la unión que tengamos entre los que estamos aquí, unidos en el Cuerpo Místico de Cristo.

57 Hay algunos que dicen: si Dios ya tiene establecido qué cosas va a conceder o no ¿qué pueden hacer los santos? En la providencia de Dios, ya tiene determinado conceder esas gracias, si se las piden, y negarlas si no se las piden. Así que la concesión de gracias ya está supeditada a la petición y a la libertad que ha dejado a todos. – Sobre los santos en el cielo, no todos tienen el mismo poder. Primero la Stma. Virgen. Después dependerá de los méritos, que sólo Dios conoce con exactitud.

58 Podríamos decir que hay santos pequeños y grandes
Podríamos decir que hay santos pequeños y grandes. Y alguno dice: ¿Y para qué vamos a pedir a los pequeños? Hay varios motivos. Ya decía santo Tomás de Aquino por qué a veces convenía invocar a los santos inferiores: Porque a veces un santo sencillo nos da mayor devoción, o es de nuestra patria o de nuestro pueblo o por alguna otra razón particular. Esa razón le puede agradar más a Dios. Quizá sea importante su mayor glorificación.

59 Hay santos que son como especialistas en algunas gracias
Hay santos que son como especialistas en algunas gracias. Puede ser por el oficio que tenían, como san Crispín con los zapateros y san Isidro con los labradores. Puede ser por otras razones, como hay multitud de santos patronos de todos los oficios, artes, lugares, etc. Lo más importante de ser patrono es que puede incitar a su seguimiento en el bien. A veces se incoca a una persona que ni es santo declarado, para que Dios haga un milagro y pueda declararse la santidad de esa persona.

60 También podemos invocar a los ángeles
También podemos invocar a los ángeles. Ellos están en el cielo y nuestra mayor perfección redunda en la gloria de Dios, que es lo que ellos desean. Pero de una manera especial debemos invocar a nuestro ángel de la Guarda. La Iglesia nos dice que tenemos un ángel que nos vigila y que nos atiende siempre. ¿Por qué no hablar con ese Ángel de la Guarda? ¿Por qué no pedirle que nos ayude? Por de pronto contra las asechanzas del demonio que busca nuestra perdición.

61 También podemos pedir por el ángel de una nación o de una familia; pero sobre todo al de cualquier persona por quien queremos orar: pedirle a su ángel. Y que el nuestro le transmita estos buenos deseos. Quizá nos enseñaron a invocarle cuando éramos niños. Y después le hemos abandonado, sin que él nos abandone. El hecho es que de mayores tenemos más peligros espirituales y necesitamos invocarle como decíamos de niños:

62 Ángel de la guarda, mi dulce compañía,
Automático

63 no me desampares ni de noche ni de día.

64 Las horas que pasan, las horas del día,

65 si tú estás conmigo, serán de alegría.

66 Ángel de la guarda, mi dulce compañía,

67 no me desampares ni de noche ni de día.

68 Hasta que me pongas en paz y armonía

69 con todos los santos, Jesús José y María.

70 Ángel de la guarda, mi dulce compañía,

71 no me desampares ni de noche ni de día.

72 No me dejes solo, sé en todo mi guía;

73 sin ti soy chiquito y me perdería.

74 Para estar en el cielo, en compañía de la Madre María.
AMÉN


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