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4ª 34 Oración 11 Clases de oración 1
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Veíamos en la lección anterior que la oración es necesaria
Veíamos en la lección anterior que la oración es necesaria. Claro, es necesaria para aquel que quiere santificarse, como debe ser nuestra obligación como cristianos. Para aquel que, aunque se llame cristiano, sólo piense en su vida material, no sentirá ninguna necesidad. Y veíamos varias divisiones. Por ejemplo, vocal, cuando se dicen palabras, y mental, cuando es preferentemente con la mente. Pero digamos algo más de la oración litúrgica y no litúrgica.
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La oración litúrgica es la oración oficial de la Iglesia
La oración litúrgica es la oración oficial de la Iglesia. Y no litúrgica es la que cada uno en particular se inventa o una comunidad, y que pueden estar escritas o pueden ser inventadas en el momento. Éstas pueden servirnos quizá para una intensa unión con Dios o pueden recitarse casi de modo mecánico, como sin darnos cuenta ni de lo que decimos y mucho menos a quién nos dirigimos. Ya veremos los grados de unión con Dios a través de la oración.
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Esa es la oración litúrgica.
La oración litúrgica es la oficial en la Iglesia, tiene unos ritos y ceremonias ya determinadas. Debe ser dirigida por un representante oficial de la Iglesia. Esto tiene su importancia. Y pongo un ejemplo: Si hay un acto importante que debe ser presidido por un rey o presidente de una nación y se indispone y no puede presidir, puede hacer dos cosas: O que otro presida y lo que diga sea cosa de él, o que presida con un poder y representación tan especial, que lo que diga o dictamine sea como si lo hiciera el rey o presidente. Esa es la oración litúrgica.
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Así que esta oración litúrgica tiene una fuerza especial ante Dios
Así que esta oración litúrgica tiene una fuerza especial ante Dios. Y la razón es porque se hace en nombre de Jesucristo. Y esto es así, haciéndose esa oración en una gran multitud o haciéndose en particular por una persona, como cuando un sacerdote, a solas, reza alguna hora del Breviario. Hay oraciones especiales, como son los sacramentos, y más especialmente la Eucaristía y la administración del perdón en la Penitencia, donde se ve palpable al representante oficial de Cristo. Estas oraciones litúrgicas están en 3 libros: el Misal, el Ritual y el Breviario.
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Y vamos ya a otras clases de oración, porque hay formas o maneras muy diferentes de orar o temas de oración. Por ejemplo, está la oración de petición, que es casi la más normal, de tal manera que hay personas que, si se habla de orar o rezar, creen que es sólo para pedir. Pero hay otras formas o maneras para hablar con Dios: la alabanza, la acción de gracias, el pedir perdón por los pecados, el ofrecimiento de las cosas y de nosotros, de adoración, de examen de conciencia, etc.
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Todas estas cosas se pueden hacer, como dijimos, en silencio o con voz, en particular o con grandes masas de gente y con mucha música. Puede ser una oración con la boca o una oración con gestos, que serían muy diversos según las personas. Pero vamos a comenzar a ver la oración de ALABANZA o de Adoración que “expresa la admiración, la emoción profunda, la alegría y el júbilo al contemplar la grandeza y la bondad de Dios”.
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Esta oración de alabanza a Dios encierra en sí también el reconocimiento de nuestra total dependencia de Dios, además de la absoluta santidad y soberanía de Dios. Cuando hablamos de cuál es mejor o más deficiente, siempre debemos tener en cuenta que dependerá del amor que pongamos en cada oración. Pero en teoría debemos decir que esta oración de alabanza es de mucha más categoría que la de petición, que parece que encierra un poco más egoísmo al recitarla.
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No es que sea mala la oración de petición, que puede hacerse con mucho amor. También la petición suscita la virtud de la esperanza y fomenta el deseo de ser mejor. Pero la oración de petición es sólo para cuando estamos “peregrinando” en esta vida. Cuando ya estemos en el cielo, ya no necesitaremos pedir nada, pues lo tendremos todo. Sin embargo cuando vayamos al cielo nuestra oración será sobre todo de alabanza continua a Dios, y eso será nuestra mayor alegría y júbilo.
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Sobre esta oración de alabanza o adoración dice el Catecismo: “La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce creatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho y la omnipotencia del Salvador que nos libera del mal. Es la acción de humillar el espíritu ante el "Rey de la gloria" y el silencio respetuoso en presencia de Dios "siempre mayor“. La adoración de Dios tres veces santo y soberanamente amable nos llena de humildad y da seguridad a nuestras súplicas.”
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En el cielo cantaremos con gozo alabando a Dios que es el tres veces santo: porque tres era un número de perfección en la Biblia, y porque Dios es Tres personas que se aman infinitamente y que trascienden su amor hacia nosotros. Por eso en la Santa Misa también nosotros alabamos a las tres personas de la Santísima Trinidad cantando: “Santo, santo, santo es el Señor Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. ¡Hosanna!”
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Santo, santo, Automático
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Santo es el Señor Dios del universo
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Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
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Hosanna
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Hosanna Hosanna Hosanna en el cielo.
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Hosanna, hosanna
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Hosanna en el cielo. Hacer CLIC
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La alabanza es la forma de orar que reconoce, de la manera más directa, que Dios es Dios: que muestra por Él mismo su gloria, no por lo que hace sino por lo que es. Por la alabanza, los corazones puros que aman a Dios participan ya por la fe de la bienaventuranza, lo que un día esperan verle en la gloria. Para la alabanza el Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios, como ya decía san Juan Evangelista.
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La oración de alabanza, bien hecha, integra otras formas de oración, de las que iremos viendo. En estos tiempos se ha revalorizado mucho esta oración de alabanza, en muchos ambientes populares donde casi sólo conocían la oración de petición. Ahora es más frecuente el alabar a Dios por el hecho de ser Dios, no porque nos vaya a dar algo. Es seguir lo que ya nos decía san Pablo: “Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor” (Ef 5,19).
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Vemos que desde el principio del cristianismo se hablaba de esta alabanza al Señor. Era una alabanza a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. En el Apocalipsis se habla de la liturgia en el cielo que es plenamente de alabanza. Allí los santos y los profetas cantarán esas alabanzas de gloria al que está sentado en el Trono y al Cordero. En el Apocalipsis aparecen en concreto varios himnos grandiosos de alabanza.
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Otra de las importantes maneras de orar es la de Acción de gracias
Otra de las importantes maneras de orar es la de Acción de gracias. De hecho, cuando uno alaba al Señor, también le está dando gracias. Pero hay muchas veces que debemos hablar a Dios expresamente para darle gracias. Porque le debemos dar gracias a Dios por muchas cosas que nos ha dado y nos sigue dando. Nadie podría alabar de verdad a Dios sin sentir también gratitud, porque sería una alabanza un tanto artificial. Necesitamos motivos y lo normal es que Le alabemos por lo mucho que nos da.
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Tampoco tendría mucho sentido un verdadero arrepentimiento sin pensar en que no hemos correspondido a tantas bondades de Dios. Una de esas grandes bondades de Dios es precisamente la liberación de nuestras culpas. Así vemos cómo las virtudes se van entrelazando en aquel que busca sinceramente caminar hacia Dios. Pero veamos por cuántos motivos debemos dar gracias a Dios, de modo continuado:
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Nuestra acción de gracias va dirigida a Dios, Santísima Trinidad
Nuestra acción de gracias va dirigida a Dios, Santísima Trinidad. Pero a Dios Padre se atribuye la creación; a Dios Hijo se atribuye la Redención; y al Espíritu Santo se atribuye la Santificación. Si pensamos en la creación, le damos gracias al Padre. Pero la creación no es sólo “el cielo y la tierra”, toda la naturaleza y los astros, sino que principalmente somos cada uno de nosotros. Dios ha pensado en nosotros desde toda la eternidad. Dios nos ama.
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Todas las circunstancias que rodean nuestra vida Dios las ha hecho para nuestro bien, no para que aquí sea el término total, sino para que nos vayan ayudando a conseguir la gran felicidad. Así que, si existimos, ha sido un acto de amor de Dios particular a nosotros. Todo puede llevarnos al bien. Dios nos ha querido y nos sigue amando, porque nos sostiene con su amor. Por lo que tenemos y por lo que esperamos, debemos darle gracias a Dios.
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Y ¿Qué significa dar gracias a Dios
Y ¿Qué significa dar gracias a Dios? Es reconocer que lo que tenemos de bueno es gratuito, que lo debemos a Dios. Pongo un ejemplo: Cuando uno va a un comercio a comprar algo, recibe una mercancía y da un dinero. Nadie tiene porqué dar gracias. Ha sido un trato. Allí nadie ha regalado o dado de forma gratuita. Pero sí debemos dar gracias a Dios Padre por lo que somos y valemos. Como decía Jesús: somos administradores de nuestras cosas y de nosotros mismos.
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A Dios Hijo se le atribuye la Redención
A Dios Hijo se le atribuye la Redención. Dios, viendo nuestros fallos, determinó hacerse hombre para salvarnos. Este es Jesús. Y aquí sí que tenemos mucha materia de acción de gracias, repasando toda la vida de Jesús. Y añadiendo toda la vida sobrenatural que tenemos, con todas las grandes ayudas, como son los sacramentos, como es la vida íntima de la Iglesia, para que más fácilmente podamos sostenernos y aumentar en nuestra fe.
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Esta santificación, de la que veíamos poder progresar dentro de la Iglesia, es obra especial del Espíritu Santo. Él va impulsando nuestra fe, que recibimos en el Bautismo y nos ayuda a progresar en los demás sacramentos. El Espíritu Santo nos va inspirando a cada uno muchas cosas buenas. Por lo cual, hay que estar atentos para luego darle gracias. Son tantas cosas las que Dios nos da, que superan nuestras fuerzas para darle gracias por todo. Pero sí podemos de verdad, si nos unimos a Jesucristo, nuestro Hermano.
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Entre tantas maravillas y bondades de Dios para con nosotros está la Eucaristía. Es Jesucristo que nos acompaña para dar gracias de verdad a Dios por todo. Eucaristía precisamente se llama así: “acción de gracias”, porque entre varios gestos de Jesús en ese momento, quedó plasmada su acción de gracias. Por medio de Jesús, con Él y en Él, damos gracias a la Santísima Trinidad: POR TANTAS COSAS.
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Por tantas cosas como me has dado en la vida
Automático Por tantas cosas como me has dado en la vida
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quiero decirte: gracias, Señor.
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Me diste una casa en donde habitar
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y una familia calor del hogar.
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Me diste el trabajo con que gano el pan,
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me diste el descanso para meditar.
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Tu mismo a la tierra viniste, Señor,
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y diste tu vida por mi salvación.
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Por tantas cosas como me has dado en la vida,
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quiero decirte: gracias, Señor.
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quiero decirte: gracias, Señor.
Hacer CLIC
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Otra oración importante es la del perdón: debemos pedir perdón a Dios
Otra oración importante es la del perdón: debemos pedir perdón a Dios. Para algunos es posible que sea el primer movimiento que realiza hacia Dios: como aquel publicano de la parábola del evangelio que decía a Dios: “ten compasión de mi que soy pecador”. En la santa misa, cuando comenzamos, hacemos una petición de perdón, para que asistamos más purificados a las alabanzas posteriores. Y esto porque nadie puede alabar de verdad a Dios, si está en pecado. Claro, que en la misa, si hay pecado grave, debe haber un propósito serio de Confesión.
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En la Misa y en otros actos religiosos es bueno comenzar humillados ante la majestad de Dios, por el arrepentimiento de nuestras faltas y pecados. Sobre el dolor de los pecados se trató bastante en el sacramento de la Confesión. - Hay otra oración, que es parte de la preparación para la confesión; pero que puede hacerse en ciertos momentos con mucho provecho: el Examen de conciencia. Es mirar y ver nuestra conciencia en la presencia de Dios y con su ayuda, en plan de oración.
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He dicho “en plan de oración”, porque no se trata sólo de averiguar los actos buenos o malos que hemos hecho, como para una confesión. Ni se trata de llevar una contabilidad matemática para ver si vamos adelantando o no, que puede ser bueno el hecho de anotar el número de faltas. Esto es difícil y a veces es falso para lo que en verdad buscamos, que es el progreso de nuestra santificación. Digo que a veces es falso, porque el número de faltas no es lo principal, sino la motivación y el progreso del amor.
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Lo del número de faltas, decía, es muy relativo
Lo del número de faltas, decía, es muy relativo. Por poner un ejemplo: Es peor una mentira gorda que varias mentirillas muy pequeñas, aunque no se debe decir ninguna. Este examen de conciencia, más que una contabilidad, trata de que sea un rato de oración con el Señor, donde, al mismo tiempo que examinamos la conciencia, le pedimos perdón al Señor y le pedimos gracia para seguir adelante en el camino del bien. Muchos lo tienen una vez al día y algunos dos veces al día.
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Esta oración de examen de conciencia encierra otros modos de orar, según san Ignacio, el gran impulsador de ello. Porque debe haber primero una petición al Señor de luz para poder ver con rectitud y luego una acción de gracias por su ayuda para perseverar y progresar. También unido a un sincero propósito de la enmienda. Según vemos, lo que menos importa son los detalles concretos y contables. Y lo que más importa es el espíritu con que se haga la oración.
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En esta oración de examen de conciencia lo que importa es la actitud de apartarse del mal y la actitud de entrega a Dios. Si es así, el resultado tiene que ser positivo en este empeño de encaminarnos hacia Dios. – En cuanto al mismo examen hay dos elementos: uno es el examen general, un poco de todo; pero es más importante el examen de algo particular, que puede ser el pecado o vicio dominante o simplemente el defecto dominante. A éste es al que hay que atacar. Si vencemos a éste, luego iremos por otro.
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Hay otra oración muy hermosa, que es la del ofrecimiento
Hay otra oración muy hermosa, que es la del ofrecimiento. Suele estar bastante unida con la de adoración y alabanza. También podríamos decir que resume a todas, y es muy esencial para toda persona que quiere seguir bien firme en el camino hacia Dios. Cuando ya estemos en el cielo, ya no habrá necesidad de ofrecernos, porque ya seremos todo de Dios. Pero en esta vida en que tenemos defectos, debemos ofrecernos al Señor con los defectos y las alegrías.
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Cuando vamos a la oración, no vamos sólo con la esperanza de recibir
Cuando vamos a la oración, no vamos sólo con la esperanza de recibir. También debemos dar. Y damos a Dios no sólo cosas, que ya son suyas, sino sobre todo a nosotros mismos. Es hermoso entregarnos con todo lo que somos y tenemos. Muchas veces será con los defectos, para que el Señor los vaya transformando en amor. En cierto sentido estaba encerrada esta oración en la verdadera adoración. Es decirle al Señor que Él disponga de nosotros.
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Este ofrecimiento-adoración es el reconocimiento de la toma de posesión de Dios de todo nuestro ser. Es un acto grande y es un acto de valor: Hace falta valor para abandonarse en las manos de Dios, ofreciéndole lo que más vale en nosotros: el entendimiento y la voluntad. San Ignacio terminaba sus ejercicios con esta oración pronunciada con todo el corazón: “Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y mi voluntad…”, como lo haría la Virgen María.
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Tomad, Señor, y recibid Automático
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toda mi libertad,
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mi memoria, mi enten- dimiento y mi voluntad,
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todo mi haber y mi poseer. Vos me lo disteis, Señor.
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A Vos lo torno. Todo es vuestro
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Disponed de todo a vuestra voluntad.
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Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta.
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Disponed de todo a vuestra voluntad.
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Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta.
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Que María nos ayude a ofrecernos siempre al Señor.
AMÉN
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