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Publicada porNatalia Camacho Martín Modificado hace 5 años
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******************************** Fiesta de la Inmaculada
Perdón, Señor… por las justificaciones que eluden mi responsabilidad. por esconderme y no aportar mis dones para ayudar a los demás. por no agradecer suficientemente tu amor que cada día me das. por mis incoherencias entre mi pensar y mi actuar. ******************************** María, enséñanos a decir “sí”… a Dios, para descubrir nuestra propia vocación. a Cristo para que él sea el centro y guía de nuestro compromiso. al Espíritu, para que sea la fuerza que nos mantenga unidos a la Iglesia, para que nos preocupemos de vincularnos y participar en ella. al Evangelio, para que encontremos en él empuje y aliento. a la familia, como lugar de crecimiento, diálogo y armonía. al servicio desinteresado y gratuito. a la entrega generosa, para estar cerca de quien nos necesita. a la alegría, para que sea el talante que marca nuestra vida. a la sencillez, para que sea la marca que lleven nuestras tareas de cada día. ¿Qué es más fácil? —me preguntas—¿pronunciar un «no» o un «sí»? ¿Qué es más fácil? —te respondo—¿pronunciar un «sí» o un «no»? Juego aparente de palabras, trampa en la que todos caemos. Un «no» es «no» ante el tirano, un «sí» es «sí» ante el amor. Palabras que nos envuelven y no siempre pronunciamos. Un «sí» es «sí» ante el hermano, un «no» es «no» ante el terror. ¿Y ante Dios, el buen Dios? ¿Qué decimos, libres, honestos? ¿Respondemos con un «sí»? ¿Le espetamos, rotundos, un «no»? Esta es mi simple oración: «Señor, que tenga la osadía, de balbucear, aunque pequeño, un «sí», gesto libre y menor». [P.F.] Fiesta de la Inmaculada Aquí estoy María de la espera enséñame a acoger a Jesús que ya está cerca. Purifica mi mirada para que esté siempre atenta al Señor que viene en los signos que me llegan. María de la espera, acompaña mi caminar, dame tu paciencia para permanecer fiel en mis compromisos y tareas, en la vocación recibida, en las alegrías y las penas. Madre de la espera que mi vida sea reflejo de tu luz y transparencia para ser portador de la Buena Nueva a todas las personas que tengo cerca. ponme en camino hacia cualquier frontera donde sea más necesaria mi ayuda y mi presencia. dame tu profundidad para que mi fe se consolide y crezca. Dios nos salva en ti. Salomé Arricibita ESCONDERSE O COMPROMETERSE. Eva y María representan dos actitudes vitales, dos maneras de orientarnos. Eva se esconde, se oculta, no asume su responsabilidad, desconfía, se justifica, se cierra al encuentro con Dios. María confía, acepta, responde, se compromete. Eva cierra, María abre. Eva busca otro camino, María transita por el camino de Dios. Puedo tener un rato de reflexión y darme cuenta de las situaciones de mi vida en las que me he “escondido”, me he dejado llevar por la desconfianza, he descargado mi responsabilidad en los demás… También caer en la cuenta de los compromisos que he ido adquiriendo, cómo los he mantenido en el tiempo, cómo los he ido alimentando y consolidando… AQUÍ ESTOY. Dios quiere entrar en nuestra historia, no imponiéndose, sino contando con nuestra aceptación. Dios necesita de nosotros para encarnarse. Por eso dialoga. Y María entra en la dinámica de ese diálogo: pregunta, escucha, acoge, asiente… Y lo hace con naturalidad y sencillez. María se dispone no a “hacer”, sino a permitir “que se haga”: se deja hacer por Dios, modelar por Él, se entrega en totalidad. Se vacía de todo lo que impide que se realice la acción de Dios en su vida y por eso es “llena de gracia”. ¿Cómo puedo “dejarme hacer” por Dios? ¿De qué me tengo que vaciar para que Dios me llene con su gracia? Dios también quiere entrar en diálogo conmigo ¿cómo le respondo? ¿Qué “síes” y “noes” he dado a Dios en mi vida? CREYENTE CON QUIEN CAMINAR. La respuesta de María nos recuerda la profundidad de una mujer disponible a la Palabra de Dios, valiente en su respuesta, decidida en su compromiso, diligente en el servicio, constante en la fidelidad, alegre en aceptación, confiada en promesa… Deja que Dios haga su obra en ella, sin obstáculos, sin condiciones, sin prejuicios. Ella no es tanto un modelo para admirar, sino una creyente con quien caminar tras las huellas de su hijo Jesús. María nos recuerda la necesidad de despertar en nosotros la confianza en Dios y la alegría de sabernos acogidos. El secreto de María es la escucha; tiene todo su ser en actitud de atención hacia Dios, de dialogar con Él en todas las circunstancias de su vida. No es la apariencia, la superficialidad, lo deslumbrante, sino la profundidad, el corazón enfocado a Dios y a los demás lo que hace que nuestra vida tenga la belleza necesaria para ser reflejo del amor de Dios. Dentro del tiempo de adviento, la figura de María nos enseña cómo esperar a Dios: con la oración, la entrega, la espera, la vigilancia… ¡QUIÉN PUDIERA COMO TÚ, MARÍA! Decir al mundo que, en la pequeñez, está el secreto de la felicidad y el asombro Que, en la humildad, se funde la llave para conquistar a Dios que, en la docilidad, es donde uno se llena de la fuerza divina ¡QUIÉN PUDIERA COMO TÚ, MARIA INMACULADA! Poseer aquella perfección que al mismo Dios enamora Tener algunos de esos dones tuyos con los que fuiste capaz de conquistar el mismo corazón del Creador Vivir sintiéndonos amados por esa fuerza alta y extraña que, cuando se acoge, es oasis de eternidad y de paz [J.L.]
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Lectura del libro del Génesis (3,9-15.20):
Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: «¿Dónde estás?» Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.» El Señor le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?» Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí.» El Señor dijo a la mujer: «¿Qué es lo que has hecho?» Ella respondió: «La serpiente me engañó, y comí.» El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.» El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
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Salmo 97,1.2-3ab.3c-4 R/. Cantad al Señor
un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R/. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1, ): Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.
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Lectura del santo evangelio según san Lucas (1
Lectura del santo evangelio según san Lucas ( ): En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.
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