La descarga está en progreso. Por favor, espere

La descarga está en progreso. Por favor, espere

**************************

Presentaciones similares


Presentación del tema: "**************************"— Transcripción de la presentación:

1 **************************
Gracias, Señor, por los gestos pequeños sembrados como semillas que van germinando en el surco de la vida y hacen posible una realidad distinta, más amable, más fraterna, más solidaria, más compasiva. Llegan sin hacer ruido, casi de puntillas, y sólo los perciben quienes tienen una mirada profunda y sencilla. por tanta generosidad esparcida, por tantas personas entregadas en las tareas de cada día, ofreciendo sus dones con naturalidad y alegría, sin buscar más recompensa que la responsabilidad adquirida. Ayúdame para que desarrolle el compartir frente a la envidia, la humildad frente a la soberbia, el silencio frente a la palabrería, la hondura frente a la apariencia, la verdad frente a la mentira, la empatía frente al insensibilidad, la paciencia frente a la ira. Ayúdame, Señor, con tu compañía. Perdón, Señor… por las veces que me dejo llevar por las apariencias y hago las cosas para que me vean. porque me cuesta valorar lo sencillo de la gente buena. por mi falta de generosidad, de donación y de entrega. por mi poca sensibilidad para percibir dónde es más necesaria mi presencia. ************************** Ayúdanos a descubrir y valorar… las cosas buenas de la Iglesia, que van haciendo germinar las semillas del Reino. el esfuerzo y la entrega de tantas personas que luchan por construir un mundo nuevo. la generosidad de tantos padres, madres y abuelos que hacen posible la educación de los niños con amor y esfuerzo. la dedicación y el cariño de quienes cuidan a los enfermos. la perseverancia de los misioneros en el anuncio del evangelio. los gestos pequeños que van creando buenos ambientes allí donde nos movemos. lo profundo de nuestras vidas para que lo cuidemos y cultivemos. Hace tiempo, Señor, que no oigo tu voz en el silencio, ni en el encuentro con mis hermanos. Hace tiempo, Señor, que no me despierto con tu música en mi corazón..., y se me agota la sonrisa y me invade el cansancio. Tu voz, Señor, grita en el desierto de mi vida y no oigo tu silencio entre tanto vocerío. Mi oración, a veces, rápida y egoísta, es un «te doy para que me des»; mi confianza, a veces bajo mínimos, se cotiza a un precio excesivamente bajo; mi vista, acostumbrada a ver hasta las intenciones, no ha sido capaz de intuir el cariño de una sonrisa en la mañana, única moneda que el niño poseía... En este momento de sinceridad debo preguntarme: ¿Estoy dando mi vida o me aprovecho de la vida de otros? ¿Me contento con unas monedas o doy hasta lo que necesito? He olvidado que como la viuda del Evangelio hay que dar hasta lo que se necesita para vivir. Acércate, Señor, a mi vida y ponme nuevamente en camino. Hazme comprender que el valor de mi entrega silenciosa, sabiendo que tus ojos, Señor, contemplan mis acciones y mi empeño; sabiendo que tu providencia Bendice mis caminos; sabiendo que un corazón es feliz con poco si te tiene a ti. y orienta mi corazón, porque ando perdido en tu búsqueda. [I.L.] 32º Dom. T. O. Ciclo B El valor de lo pequeño Dar hasta que duela. Salomé Arricibita CUIDAR LA MIRADA. Dice el refrán: “todo depende del color del cristal con que se mira”. Mirar es ya situarse de un modo determinado ante la realidad. Con frecuencia “se nos van los ojos” a lo que más brilla, lo que más se nota, lo que más ruido hace, lo que más se lleva, lo que más aparenta, lo famoso, lo que triunfa, lo que da prestigio… Jesús sabe mirar más allá de las apariencias, se fija en lo que no llama la atención, lo que pasa desapercibido. Jesús mira donde nadie mira, se da cuenta de lo que nadie presta atención y descubre lo que nadie descubre. Frente a los gestos de ostentación y arrogancia que buscan el reconocimiento, la reverencia y el aplauso, Jesús valora lo que se entrega de corazón, aunque sea poco y pequeño, sin ruido, de manera discreta... Le sale del corazón. Es ella misma. No necesita pregonarlo. Simplemente lo hace de manera natural, auténtica y transparente. ¿Hacia dónde “se me van los ojos”? ¿Qué es en lo que más me fijo de las personas y de los acontecimientos? ¿Cómo es mi manera de ayudar, de entregarme? ¿Qué busco con ello? EMPATÍA. Dos mujeres: viudas, pobres, que entregan una cantidad insignificante (un poco de pan y agua) y hasta ridícula (dos simples monedas)… pero que en ello entregan toda su vida. Si dan todo lo que tienen es porque “pasan necesidad” y comprenden, desde su experiencia dolorosa, lo duro que es pasar necesidad. Sienten compasión y empatía , saben “ponerse en el lugar” de quien vive una situación de precariedad. Cuando estamos instalados en un mundo de bienestar nos cuesta “entender” el sufrimiento de los otros, ponernos en su lugar, hacer gestos en los que nuestra vida quede “expuesta” y comprometida. ¿Cómo despertar más y mejore mi sensibilidad antes las situaciones dolorosas de nuestro mundo? GENEROSIDAD. No basta con hacer el bien, sino que hay que hacerlo bien, con intencionalidad profunda y recta. La viuda del evangelio es puesta como ejemplo. No dice ni una sola palabra, sólo actúa con discreción y sin buscar publicidad. El silencio vence a la palabrería hueca. La sencilla generosidad vence a la soberbia. Lo poco y lo pequeño (entregado desde el corazón) es lo que da validez a nuestras entregas. ¿Cómo es mi generosidad: qué doy, cuánto, a quién…? No siempre hay que pensar en dinero… pensemos también en tiempo (cuidar la familia, visitar enfermos, acompañar a quien está solo, escuchar a quien nadie escucha…) Y no se trata de cosas grandiosas, tal vez bastan detalles insignificantes, gestos inesperados y pequeños, sonrisas gratuitas… que hacen el día a día de la gente más llevadero. ¿Cuáles son “mis dos monedas” con las que ayudar?

2 Lectura del primer libro de los Reyes (17,10-16):
En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: «Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.» Mientras iba a buscarla, le gritó: «Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.» Respondió ella: «Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.» Respondió Elías: «No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra."» Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.

3 Lectura de la carta a los Hebreos (9,24-28): Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres imagen del auténtico, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos. Salmo 145,7.8-9a.9bc-10 R/. Alaba, alma mía, al Señor Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R/. El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R/. Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

4 Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,38-44): En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.» Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»


Descargar ppt "**************************"

Presentaciones similares


Anuncios Google