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VELOCIDAD VELOCIDAD LECTORA. 9.

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Presentación del tema: "VELOCIDAD VELOCIDAD LECTORA. 9."— Transcripción de la presentación:

1 VELOCIDAD VELOCIDAD LECTORA. 9

2 Ante el castillo debía celebrarse el sangriento torneo del cual dependía la vida o la muerte de la hermosa y desventurada Rebeca, acusada de ser una hechicera. Una numerosa multitud de residentes de los pueblos vecinos se había congregado para presenciar tan terrible escena, como si se tratara de una feria o romería.

3 Habíase dispuesto para aquella ocasión un trono, hacia el extremo de la pista, destinado al Gran Maestre de los templarios, y también veíanse asientos para los caballeros de la Orden. Sobre todo aquel aparato ondeaba la insignia de aquella Orden Militar.

4 Frente por frente del trono se alzaba la pira del suplicio, de cuya estaca pendían cadenas destinadas a sujetar a la joven. Custodiaban el horrible catafalco varios esclavos negros, que provocaban el terror de la muchedumbre, pues su color y facciones eran entonces muy poco conocidos en Inglaterra.

5 La gran campana de la aldea inmediata interrumpió de improviso los murmullos de la multitud. Aquel toque señalaba el comienzo de la ceremonia. Quedaron expectantes los allí congregados, y todas las miradas se detuvieron en la puerta del castillo, por donde debían salir el Gran Maestre, la judía y el caballero.

6 Detrás de los caballeros neófitos marchaba una guardia de alabarderos, entre cuyas aceradas puntas podía verse el semblante pálido de Rebeca, con aspecto afligido, pero no descorazonado. Le habían quitado sus adornos por temor a que tuviera algún amuleto otorgado por el Enemigo de las almas, a fin de evitar que confesara sus pecados entre la terrible agonía del suplicio.

7 La desventurada Rebeca fue situada en un banquillo cubierto con una tela negra, y que se hallaba junto al lugar de la ejecución. Al dar un vistazo a los espantosos preparativos para la muerte que le tenían reservada, estremecióse, cerró los ojos, y por el movimiento de sus labios pudo advertirse que sus primeros pensamientos en tan terrible trance se elevaban al Padre de las Misericordias.

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9 RAMÓN CUENDA LEAL rcuendaleal@gmail.com
FIN RAMÓN CUENDA LEAL


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