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APOLO Y DAFNE Bernini (ss. XVI, XVII)
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SONETO XIII - GARCILASO DE LA VEGA
A Dafne ya los brazos le crecían, y en luengos ramos vueltos se mostraba; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos que el oro escurecían. De áspera corteza se cubrían los tiernos miembros, que aún bullendo estaban: los blancos pies en tierra se hincaban, y en torcidas raíces se volvían. Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía este árbol que con lágrimas regaba. ¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño! ¡Que con llorarla crezca cada día la causa y la razón porque lloraba!
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En el texto predomina la descripción, que pretende pormenorizar con todo lujo de detalles la transformación de Dafne en árbol (en laurel, según el relato de Ovidio). La descripción se realiza en los dos cuartetos del poema por medio de pretéritos imperfectos de indicativo (crecían, mostraban, tornaban, oscurecían, cubrían, estaban, hincaban, volvían), a través de los que la voz poética capta en su dinamismo el instante de la transformación. Los primeros ocho versos están formados por cuatro oraciones compuestas de similar extensión en las que se refiere el cambio de las distintas partes del cuerpo de la ninfa (brazos, cabellos, piernas, pies) en otros elementos del árbol (ramas, hojas, tronco, raíces), respectivamente. Dafne aparece descrita de acuerdo con el ideal de belleza femenina característico del Renacimiento: es rubia ( los cabellos que el oro oscurecían, v. 4) y de piel pálida (los blancos pies, v.7). Por otra parte, resulta necesario destacar la utilización de epítetos, especialmente en la segunda estrofa, si bien debe señalarse en general la profusión de adjetivos explicativos antepuestos al sustantivo ( áspera corteza, v. 5; tiernos miembros, v. 6; torcidas raíces, v. 8, miserable estado, v. 12 ).
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a) Transformación gradual de arriba abajo:
DAFNE LAUREL brazos ramos cabellos hojas piernas tronco pies raíces b) No aparece en todo el texto, ni una sola vez, el nombre de Apolo, suplido perifrásticamente al comenzar el terceto primero: Aquel que fue la causa de tal daño... c) Resulta enigmática la presencia, en el verso tercero, de un testigo ocular de la escena, único ejemplo del uso de la primera persona en todo el soneto, como si el ‘yo’ emisor hubiese presenciado, oculto, el drama. d) Último terceto = reflexión lírica del ‘yo’ emisor, a partir del mito. e) Soneto que ejemplifica el idealismo renacentista.
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ANÁLISIS MÉTRICO: A-Daf-ne-ya-los-bra-zos-le-cre-cí-an 11A y_en-luen-gos-ra-mos-vuel-tos-se-mos-tra-ban; 11B en-ver-des-ho-jas-vi-que-se-tor-na-ban 11B los-ca-be-llos-que_el-o-ro_es-cu-re-cí-an; 11A De-ás-pe-ra-cor-te-za-se-cu-brí-an 11A los-tier-nos-miem-bros-que_aun-bu-llen-do_es-ta-ban; 11B los-blan-cos-pies-en-tier-ra-se-hin-ca-ban 11B y_en-tor-ci-das-ra-í-ces-se-vol-ví-an A A-quel-que-fue-la-cau-sa-de-tal-da-ño, 11C a-fuer-za-de-llo-rar,-cre-cer-ha-cí-a 11D es-te_ár-bol,-que-con-lá-gri-mas-re-ga-ba. 11E ¡Oh-mi-se-ra-ble_es-ta-do_oh-mal-ta-ma-ño, 11C que-con-llo-rar-la-crez-ca-ca-da-dí-a 11D la-cau-sa_y-la-ra-zón-por-que-llo-ra-ba! 11E
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