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La historia de la raza humana está representada en las tres cruces y que somos liberados de la condenación eterna por el soberano poder de Cristo crucificado y resucitado.
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La cruz de rebelión: muriendo en pecado
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La condenación eterna es el destino inevitable de todo aquel que piensa que libertad es hacer lo que se quiere.
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El entendimiento equivocado de la libertad nos aprisiona en un cautiverio invisible.
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El ladrón no arrepentido está ciego a la realidad de una condenación eterna.
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La cruz de arrepentimiento: muriendo al pecado
II.
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Este ladrón está plenamente convencido de que su problema es más profundo.
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Él no perdió tiempo intentando explicar sus pecados.
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Él clamó delante del único ser del universo capaz de librarlo de la condenación eterna.
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No basta aceptar a Jesús como Salvador
No basta aceptar a Jesús como Salvador. Es necesario también aceptarlo como rey.
14
La cruz de redención: muriendo por el pecado
III. La cruz de redención: muriendo por el pecado
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El ladrón arrepentido fue capaz de discernir que el hombre de la cruz del centro no estaba muriendo una muerte común.
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El hombre que moría por el pecado tenía una promesa que era mayor que todo lo que aquel ladrón podría tener.
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“De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Luc. 23:43).
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