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Publicada porMaría Isabel Miguélez Gil Modificado hace 6 años
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“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11).
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La humanidad fue concebida para la adoración
La humanidad fue concebida para la adoración. Esa adoración puede orientarse hacia el yo, hacia las cosas creadas o hacia el Creador. Solo la última opción aporta satisfacción duradera, un verdadero sentido de pertenencia en el universo y un profundo sentido de propósito.
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Mammón es un término utilizado en el Nuevo Testamento para describir la abundancia o avaricia material. Aparece tal cual en la traducción de la Biblia en español Reina Valera (1969). Etimología Mammon es una palabra aramea que significa «riqueza », pero su etimología es confusa; los eruditos han sugerido conexiones con el verbo «confiar» o un significado de la palabra «confiado», o con la palabra hebrea “matmon”, que significa «tesoro». También se utiliza en hebreo con el significado de «dinero» (ממון). La transcripción griega para mammon es μαμωνάς (mamonás), y puede encontrarse en el Sermón de la montaña (durante el discurso sobre la ostentación) y en la parábola del administrador injusto. Otros eruditos sugieren que mammon procede del término fenicio mommon («beneficio» o «utilidad»).
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CRISTO, EL CREADOR “Porque en Él (Cristo) fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él” (Colosenses 1:16). ¿Cómo debemos considerarnos hacia todo lo material, al saber que Cristo es el creador de cuanto existe? Durante la semana que trabajó en esta Tierra, Cristo la ornamentó con muchas cosas buenas y hermosas para entonces crear al hombre y ponerlo como administrador, mayordomo, de todos los encantos naturales y los animales, confiándole también las riquezas materiales. Todo debía ser administrado con el propósito de glorificar al Creador. En esta cuestión reside el verdadero objetivo en el uso de las cosas buenas, bellas y de las riquezas materiales, creadas por Dios. Dios tiene el título de propiedad de este mundo como Creador, y por medio de la redención del pecado posee la propiedad legal de nosotros. Él tiene derecho a una relación abierta con sus mayordomos: no obstante, no nos fuerza a ello. Por eso, “debemos considerarnos administradores de la propiedad del Señor, y tener a Dios como el propietario supremo". PIENSA: ¿Qué nos dice la bondad del mundo creado acerca de la bondad de su Creador?
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HIJO DE DIOS / HIJO DEL HOMBRE
“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mateo 11:27). ¿Cuán importante es esta declaración de que Jesús es plenamente humano y plenamente divino, para nosotros, como seres creados? El materialismo despersonaliza a Dios reemplazándolo con cosas. A su vez, nosotros nos despersonalizamos si nos aferramos a nuestras posesiones. Reconocer a Cristo como el Dios-hombre nos enseña el valor de su cuidado personal por nosotros, y pone nuestras posesiones en la perspectiva correcta. En lugar de confiar en las riquezas o en las cosas creadas, debemos confiar en el Creador de las cosas y de las riquezas. El amor por los bienes materiales más que por el Creador de las riquezas impide la liberación del pecador, por más religioso que éste sea (Mateo 19:16-26). El amor al Salvador y la confianza en Él, liberan al pecador de todo aquello que promueve la condenación. PIENSA: Ya sea que seamos ricos o pobres, ¿de qué forma podemos asegurarnos de mantener una relación correcta con las cosas de este mundo?
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CRISTO, EL REDENTOR “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). ¿De qué forma Cristo, pagó nuestra deuda, de la justicia divina? El Redentor pagó un precio infinitamente más alto que la plata y el oro para saldar la deuda de los pecadores como consecuencia de sus transgresiones. Él libera al condenado de todos los resultados del pecado (Colosenses 1:13, 14). Fue en la cruz que Jesús derramó Su preciosa sangre, entregó su vida impecable por el pecador miserable y le ofreció una herencia (1 Pedro 1:3, 4, ), llenando así de esperanza el corazón desesperado (Hebreos 2:14, 15) ). ¿Eso no debería facilitar nuestra decisión de servir a ese Dios que actúa así? Hay más que motivos para rechazar nuestra pretensión de ser propietarios y aceptar la condición de mayordomos. PIENSA: Cristo pagó la deuda, en forma total y plena, por todo el mal que tú has hecho. ¿Cuál debiera ser tu respuesta? (Ver Job 42:5, 6.)
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UN DIOS CELOSO “Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es” (Éxodo 34:14). ¿Cómo entender la declaración de que, tenemos un Dios Celoso? El Creador no comparte espacio en nuestro corazón con nadie, ni con cualquier otra cosa. Él es incomparable en el Universo (1 Reyes 8:60). Él es infinitamente mayor que su creación. La materia es inferior a Él y no puede ser ni hacer lo que Él hace. Cambiar a Dios por las cosas menos importantes que Él es una afrenta cruel, pues, siendo quien es, el Señor no acepta corazones divididos. Para que el Creador de hecho sea Dios en nuestra vida, no puede ser solamente el primero, sino el único que ocupa el corazón (Éxodo 34:14). La naturaleza y los bienes materiales no son dignos de adoración, sino solamente el Creador; y Él nos hizo con la capacidad de decidir a quién vamos a servir y adorar. PIENSA: ¿Qué hay en tu vida (en caso de que haya algo) que compita con Dios por tus afectos?
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EL VERDADERO SENTIDO DE PROPIEDAD
“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4) ¿Cómo debemos considerar lo que somos y lo que tenemos? Todo cuanto somos y lo que está bajo nuestra responsabilidad pertenecen exclusivamente a Dios (Deuteronomio 10:14). Toda la riqueza del Universo le pertenece (Hageo 2: 8). Cuando nos apropiamos de algo que no nos pertenece como si fuera nuestro, estamos siendo deshonestos y egoístas. Pero cuando administramos las posesiones de Dios para su gloria y para beneficiar y bendecir a sus hijos en la tierra, estaremos en armonía con el Creador y viviremos de acuerdo con el propósito para el cual fuimos creados (1 Corintios 6: 19-20). Como Señor, propietario absoluto, Cristo pone sobre el hombre creado por Él, la responsabilidad de administrarlo bajo la condición de mayordomía. PIENSA: ¿Qué debería decirte esto acerca del modo en que tienes que relacionarte con tus posesiones y contigo mismo?
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Las bases de la mayordomía cristiana se asientan sobre la verdad indestructible de que Dios es el propietario absoluto de todo y que el hombre es el mayordomo de las riquezas de Dios. Así como cuidar del jardín promovía satisfacción plena a Adán y Eva, administrar los recursos de Dios en el mundo resultará en nuestra satisfacción. Por tanto, en lugar de servir a las riquezas, vale la pena optar por servir a Dios y administrar sus riquezas para su honor y gloria, conforme a su voluntad expresada en las Sagradas Escrituras. ¡Eso es ser un mayordomo!
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