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Presentación del tema: "*****************************"— Transcripción de la presentación:

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Perdón, Señor… por mis cegueras y mi mirada superficial. por no escuchar los gritos de quien pasa necesidad. por no acercarme a ti para dejarme iluminar. por mis faltas de atención, de cariño y de sensibilidad. ***************************** Llena nuestros ojos de tu luz… para ver en la Iglesia lo bueno y lo positivo que hay en ella. para ve en el mundo los signos de tu presencia. para encontrar a nuestro alrededor la marca de tus huellas. para apreciar en todos las cosas buenas que encierran. para valorar y agradecer lo que otros hacen por nosotros sin que apenas nos demos cuenta. para percibir las necesidades de las personas que nos rodean. para no pasar de largo ante el dolor y la pobreza. No pases de largo, Señor, por mi vida. Necesito que te detengas, Señor, que escuches mi grito pidiendo luz para mis ojos cansados. Sé que te detendrás, Señor, al borde de mi camino, que me concederás un minuto de tu tiempo eterno, y me enseñarás el sendero que lleva a tu presencia, porque tu gozo, Dios mío, es estar al lado de los hombres. No pases de largo, Señor, por mi historia. Estaré de pie a pesar del dolor de los años, y tú me reconocerás; gritaré con fuerza mis inquietudes, y tú me escucharás; insistiré una y otra vez, todos los días, esperando tu respuesta. Porque hace tiempo que te busco para hablar de lo nuestro; porque hace tiempo que vivo inquieto buscando saber más de ti, queriendo salir de mi ceguera a la luz, queriendo ver, con los ojos de tu Evangelio. No pases de largo, Señor, por mi mundo. Si te acercas a mí, sabrás que soy un hombre que, creyendo ver, me falta por descubrir lo más importante; que, pensando en todo, a veces se me olvida lo esencial; que, creyendo amar a mis hermanos, me amo a mí mismo; que, estando seguro, soy como un barco a la deriva. Porque no veo, Señor, y estoy perdido en tu búsqueda. Por eso, yo también grito: ¡Jesús, ten compasión de mí! [I.L.] 30º Dom. T. O. Ciclo B Que pueda ver Señor, devuelve a mis ojos una mirada limpia y despierta, que mire con ternura a todo el que se me acerca y aprenda a ver lo bueno que en mi interior se encierra. una mirada profunda y serena, sensible ante el dolor, universal y abierta, llena de compasión para quien se equivoca o se aleja. una mirada ilusionada y atenta para descubrir los caminos por los que tú llegas y en los que me vas haciendo sugerentes propuestas que me marcan la ruta hacia tu meta. una mirada llena de inteligencia para que no me arrastren las deslumbrantes ofertas que dejan a mi vida vacía e insatisfecha. una mirada sencilla y nueva para que aprenda a vivir a tu estilo y a tu manera. Sé mi luz. Ain Karem IR LLORANDO Y VOLVER CANTANDO. El profeta alude a situaciones reales en la vida: derrota y negatividad, sufrimiento y dificultad, momentos en los que se ve todo negro y hay desánimo y desaliento… que invitan a no ver más allá. Pero también hay realidades donde percibimos la fuerza de Dios que nos reanima y refuerza, se experimenta el reencuentro y nos hace verlo todo de otra manera descubriendo la hermosura y la belleza del mundo que nos rodea. Luces y sombras en la vida. Hay puntos de luz y puntos de oscuridad. ¿Qué experiencia tengo de ello? ¿Qué momentos de tristeza y desaliento se han convertido en experiencia de crecimiento, de gracia, de ayuda, de liberación…? ¿Cómo he descubierto el paso de Dios en todo ello? ¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI? “¡¡Señor, que vea!!” Somos como Bartimeo: no conseguimos ver con claridad. Pero si dejo que Jesús pase por mi vida, me devolverá la luz a mis ojos cansados y ciegos. No debemos mirar a otro lado cuando Jesús pasa cerca. Debemos reconocer y gritar nuestra ceguera y nuestra ansia por ver… y Jesús hará el resto. Formamos parte de una cultura que con frecuencia mira para otra parte: nos divertimos, pero no nos convertimos; nos entretenemos y distraemos pero no nos fijamos en lo esencial. ¿Qué cegueras hay en mi vida? Puedo rezar diciendo: ¡Señor, que vea… aumenta mi fe!; ¡Señor que vea a quienes están al borde del camino… aumenta mi misericordia! Medito el pasaje de Bartimeo y descubro qué puedo aprender de él: oración confiada y perseverante, liberación de cualquier “manto” que me impide acercarme a él, prontitud para responder y disponibilidad para seguirle… EN EL BORDE DE LOS CAMINOS. La escena de Jesús con Bartimeo nos hace recordar a los que están “en los bordes de los caminos”, excluidos y descartados, que han perdido el “tren del progreso” y se encuentran al margen de una vida digna. Poner nombre a todas esas personas puede ser un buen inicio para darnos cuenta de que es una realidad bien actual. Todos “gritan” su situación y las respuestas pueden ser las mismas que se plantea en el pasaje del evangelio: unos, ni se fijan, van a lo suyo, tienen prisa, hay mucho que hacer y ni siquiera les ven; otros, reaccionan de manera violentan e insultante, haciéndoles callar, apartándoles para que no molesten, para que no dar mala imagen…; otros ven y se paran, escuchan y atienden, ayudan y levantan… ¿Dónde me encuentro yo? Una invitación para salir de nuestro ensimismamiento, nuestra cómoda indiferencia, nuestra “ofuscación narcisista”, de pensar sólo en “mis” problemas, “mis” intereses, “mis” preocupaciones… y ver y escuchar la realidad, porque “cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios” (Benedicto XVI)

2 Lectura del libro de Jeremías
(31,7-9): Así dice el Señor: «Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito.» Salmo 125,1-2ab.2cd R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R/. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R/. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R/. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R/.

3 Lectura de la carta a los Hebreos (5,1-6):
Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,46-52): En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.» Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.» Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.» Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.» Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.


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